NOTA PUBLICADA EN EL DIARIO
"PÁGINA 12" - Buenos Aires - Marzo 19 de 2012
POLÍTICAS
SOCIALES: ¿UNIVERSALES O FOCALIZADAS?
Empecemos por el final, afirmando, en
una suerte de consigna: políticas
sociales universales, sí; focalizadas, también.
El fundamentalismo neoliberal, en su
perspectiva de arrasar con los derechos sociales, propició e impulsó con éxito
la implementación de políticas focalizadas para “atacar” la pobreza, en desmedro
de las políticas universales que tienden a garantizar los derechos para el
conjunto de la población.
Ya es suficientemente conocido el
fracaso del neoliberalismo y de sus políticas sociales para enfrentar a fondo el
drama de la pobreza. De todos modos, hay que reconocer que las políticas
sociales -por sí solas- (por más progresistas que sean) no resultan suficientes
para contrarrestar el desempleo, el subempleo o para erradicar la
pobreza.
La existencia de la pobreza deviene y
está en la propia naturaleza del sistema capitalista. La esencia del capitalismo
se centra en la búsqueda de ganancia y en la acumulación privada, en desmedro de
la distribución equitativa de la riqueza socialmente producida (es decir, por
todos).
Pero el carácter básicamente
antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar
políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas
sociales.
El desarrollo económico no implica automáticamente desarrollo social.
Para ello es necesario que el desarrollo económico vaya acompañado de vigorosas
políticas de Estado, de carácter distributivo, que apunten a atacar la pobreza y
que tiendan hacia una mayor igualdad. Como dijera el sociólogo portugués
Boaventura de Sousa Santos, “el Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad
monstruo, pero, sin él, muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a
la caza de ángeles indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca”.
Por cierto no es lo mismo la apropiación de riqueza por la vía de un
salario significativo que perciban los trabajadores, que su distribución por la
vía de políticas de subsidios, políticas asistenciales, etc. Por supuesto, la variante preferida debiera
ser la apropiación directa de riqueza por parte de los trabajadores, y si se
tuviera que optar entre apropiación y distribución, la alternativa óptima sería
la primera.
No obstante, resulta estratégica la defensa, la reivindicación y el
fortalecimiento de los derechos sociales y la existencia de amplias y crecientes
medidas de inversión en lo social, ya que cumplen una función de redistribución
de la riqueza y de contribución hacia una mayor igualdad en la sociedad. Toda
medida que procure mejorar la distribución (primaria o secundaria) de la riqueza
requiere ser apoyada firmemente. Por ejemplo, la moratoria previsional y la
permanente actualización de las jubilaciones, la Asignación
Universal por Hijo y también los subsidios (al transporte, a la
luz, al gas, al agua, al boleto estudiantil, las exenciones a personas con
discapacidades, los descuentos a jubilados, los créditos diferenciados, etc.)
significan importantes políticas de distribución secundaria de la
riqueza.
Lo primero que suelen atacar y reducir
los gobiernos conservadores son las políticas de bienestar social, que
constituyen el aspecto más democrático de la acción pública, en tanto van
dirigidas hacia el campo de los sectores populares de la sociedad. Por el
contrario, los gobiernos que asuman una perspectiva progresista deben ampliar al
máximo posible las políticas sociales (universales y focalizadas) en beneficio
de los sectores sociales históricamente más
castigados.
El empleo formal, los salarios dignos, las políticas
sociales universales y las políticas asistenciales, nos conectan con una
propuesta de sociedad que tienda hacia la integración y no hacia la exclusión;
que tienda hacia la equidad y no hacia la injusticia social; que tienda hacia el
fortalecimiento de una nación para todos y no hacia la dualización de sus
habitantes, con derechos marcadamente diferenciados, según pertenezcan a uno u
otro sector social.
En nuestras injustas sociedades (capitalistas), todo lo que se le
transfiere a los sectores sociales previamente empobrecidos y vulnerados, es
siempre inferior a lo que les corresponde como seres humanos. De ahí que, sin
dudar, nos posicionamos a favor de las políticas sociales universales en primer
término, pero también defendemos las políticas sociales de asistencia, de
subsidios, etc., toda vez que contribuyen a sostener o realizar un mayor
bienestar de los sectores trabajadores o de conjuntos con necesidades
particulares.
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