sábado, 20 de diciembre de 2014

SALIÓ LA NUEVA LEY
  
                                                                                              Prof. Norberto Alayón
                                                                                                    Carrera de Trabajo Social (UBA)

Los que ya no somos tan jóvenes, recordamos que varias décadas atrás los canillitas, para llamar la atención e incrementar la venta de los diarios (especialmente los vespertinos), voceaban con fervor y estentóreamente: “salió la nueva ley”

En efecto, las y los trabajadores sociales argentinos pudimos ayer, 18 de diciembre, en la Casa Rosada vivar y cantar -también con fervor, aunque no mercantil- que “salió” la Ley Federal de Trabajo Social. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, anunció su promulgación en un importante acto, irradiado por los medios, con la presencia de varios ministros y ministras, legisladores, intendentes, funcionarios de alto rango y hasta el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero el público más “importante” (ruidoso y hasta interactivo con la propia presidenta), fueron las decenas de trabajadores y trabajadoras sociales provenientes de distintos puntos del país, quienes desbordaron el Salón de las Mujeres.

La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner -impulsora de la ley desde el Ejecutivo- y la diputada Andrea García (desde el Legislativo), como así también las colegas dirigentes de la Federación de Asociaciones de Trabajo Social (con su presidenta misionera Silvana Martínez a la cabeza), concentraban la representación de las aspiraciones del colectivo profesional.

Pero ¡caray! con Cristina Fernández (perdón presidenta, por esta suerte de eufemismo). No sólo promulgó la ley, no sólo la anunció en un Acto de envergadura, no sólo alabó la importante tarea que cumplen l@s trabajadores sociales, sino que “como si esto fuera poco” (como también décadas atrás voceaban los vendedores de peines en los colectivos) realizó algunas afirmaciones conceptuales sobre la profesión que hasta podrían competir con los empleos de algunos de nosotros como docentes.

Y es que enmarcó certeramente a la profesión, como si ella misma fuera una especialista en la materia, en el contexto de los derechos humanos y en el posicionamiento del Trabajo Social en la reivindicación y defensa de los sectores más vulnerados de la sociedad.

Esta caracterización, que muchos compartimos desde hace tanto tiempo, en boca de una presidenta que encarna y lidera un proyecto nacional y popular, con fuerte sesgo latinoamericano, adquiere una relevancia significativa para nuestra profesión. Trasciende y profundiza las propias virtudes conceptuales que contiene el texto de la nueva ley.  

Que una presidenta reconozca a viva voz, en un acto en la Casa de Gobierno, y valore el profundo significado ético y democrático de la acción de un Trabajo Social comprometido con los sectores populares, implica un mensaje indicativo para el conjunto de la sociedad del rumbo que se debe adoptar para construir una nación sin obscenas desigualdades que barbarizan la vida humana.

Este perfil, que adoptamos como trabajadores sociales, aparece avalado y potenciado por las propias expresiones presidenciales, que no sólo dignifica a quien las manifiesta, que no sólo ayuda a mantener la llama diaria de la acción profesional, sino que nos insta y convoca directamente a asumir la posibilidad y el deber de contribuir a la construcción de otro tipo de sociedad (que confronte con las concepciones neoliberales), de otro tipo de relaciones sociales de solidaridad, de equidad, de inclusión donde primen la igualdad de derechos para todos y todas.

A la vez, esta Ley Federal de Trabajo Social, además de sus aportes específicos que establecen un marco general para el ejercicio de la profesión, permite vivificar y desplegar un proceso de fortalecimiento de la identidad profesional, de la importancia de la acción colectiva a partir de sus organizaciones de base y del compromiso y la militancia de los trabajadores sociales como agentes privilegiados en la búsqueda de un mayor bienestar social para el conjunto de la comunidad.

Todo ello demuestra, una vez más, que la historia de las sociedades la seguimos construyendo las mujeres y los hombres (entre ellos, por supuesto, las y los trabajadores sociales), en condiciones sobredeterminadas pero no definitivamente ineluctables.
  

Buenos Aires, diciembre 19 de 2014.