BOLIVAR Y EL CHE EN EL BANCO MUNDIAL
Publicado en el Diario "Página 12". Buenos Aires. Agosto 10 de 1999.
El imponente edificio del Banco
Mundial está en Washington, muy cerca de la Casa Blanca , muy cerca
del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. También está cerca del
Fondo Monetario Internacional. También el Banco Mundial está muy cerca e
interrelacionado con una gran parte de las desgracias que padecen los
habitantes de Latinoamérica.
Por eso llama la atención el enorme mural, que existe en la
planta baja del monumental edificio, destacando las imágenes mundialmente
reconocidas de muchas figuras que simbolizan las luchas por la liberación de
los pueblos de Latinoamérica. Entre ellas, las de Simón Bolívar, el Che Guevara
(en dos semblanzas), Eva Perón, Juan Domingo Perón, junto a Carlos Gardel, Pelé y otros.
Tal vez, por la relación del Banco Mundial con la parte
expoliada de América, el mural de los
retratos parece congelar el espíritu y las propuestas de estos relevantes
personajes.
No es fácil narrar la impresión que causa ver a estos
significativos latinoamericanos, petrificados y
expuestos en las paredes de una de las casas matrices de la expansión
imperial. Tal vez se los exponga como intentando irradiar la imagen embalsamada
de los proyectos que quisieron impulsar y que aparecen (¿definitivamente?) como
fallidos.
Están expuestos cual trofeos, como las cabezas de esos
ciervos, tigres o jabalíes que miran vaciados y sin aliento desde arriba de las
confortables chimeneas, de las amplias casas de los insensibles cazadores.
O como los viejos jefes sioux vencidos, a quienes sólo se
puede reconocer y hasta admirar después de estar sólidamente garantizada la
derrota de sus aspiraciones.
La cínica vitalidad del capitalismo hegemónico promueve, con
apariencia de candidez democrática, las imágenes de sus acérrimos adversarios:
subsumidos, cooptados, pretendidamente reciclados. En uno de los altares
mayores del templo central del Imperio se muestra a los gladiadores “vencidos”.
La lucha inconclusa, entonces, aparecería como definitivamente estéril e
innecesaria y el mensaje de la conveniencia de la sumisión se torna exitoso y
convincente, morigerando y hasta venciendo la legítima rebeldía ante las
históricas injusticias y padecimientos que soportan nuestros degradados países.
“Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar a
la América de
miseria en nombre de la libertad”, advirtió el Libertador Simón Bolívar el 5 de
agosto de 1829, en la carta que le enviara a Patricio Campbell, desde
Guayaquil. La advertencia del impulsor de la emancipación latinoamericana,
lamentablemente permanece vigente aún.
En el altanero mural falta la efigie del peruano Dionisio
Inca Yupanqui, aquel diputado americano que en las Cortes de Cádiz, España (en
diciembre de 1810), indignado por la dominación colonial, desbrozó aquel
imperecedero aforismo que deberían recordar los amos actuales del mundo: “Un
pueblo que oprime a otro no puede ser libre”.
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