Publicado en "Confluencias Virtual" Nº 201. Boletín del Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Córdoba. Noviembre 10 de 2010.
LOS NIÑOS Y NIÑAS
POLICÍAS
Recientemente, el cura Adrián Alberto Mari, de 35 años de edad
y director de la
Pastoral Juvenil , fue pasado a disponibilidad
como capellán de la policía de la ciudad de Esquel, provincia de Chubut. La
medida fue adoptada por el ministro de Gobierno de la provincia, en virtud de
que Mari “no contaba con ningún aval de ningún organismo oficial para realizar
adoctrinamiento policial de menores de edad”.
El sacerdote había iniciado una
experiencia precisamente de adoctrinamiento policial, con un grupo de 45 niños y
niñas, de entre 9 y 14 años. El experimento consistía en encuentros semanales en
el Casino de Oficiales de la
Policía de Esquel, donde los niños recibían entrenamiento
practicando ejercicios de “cuerpo a tierra”, “carrera march”, “salto de rana” y
desfile, instrucción ésta brindada por policías en actividad, además de
practicar con chalecos antibalas. Los niños iniciaban estas clases saludando a
la bandera y entonando la canción “Nuevo Sol”, cuya letra está basada en un
discurso del Papa Juan Pablo II en ocasión de su visita a la Argentina en 1982,
durante la época de la dictadura cívico-militar.
Entre las argumentaciones de defensa
de su proyecto con los niños, el cura Mari destacó la importancia de que los
chicos “saquen al policía que hay en su interior”, que se “revalorice la
vocación policial”, y que “quiere que los niños saluden en la calle a los
uniformados y les regalen un alfajor, por el servicio que prestan”. Curiosa y
original afirmación esta última, que podría denotar candidez, cinismo o
directamente extravío.
La difusión de la noticia actualizó
el recuerdo de la lamentable vigencia de otras experiencias de Policía Infantil
y de Gendarmería Infantil, que se vienen llevando a cabo en muchas provincias,
en algunos casos desde hace 20 años.
En la provincia de Salta el primer
cuerpo infantil de estas características fue creado en 1990 por el Comisario
Principal Roberto Manuel Miranda y
actualmente existen 75 brigadas en las que están involucrados 5.000 niños y
niñas uniformados. Justificando la pertinencia de este entrenamiento
militarizado, el Comisario General Pascual Algañaraz afirma que “los
formamos como personas de bien, para que respeten los valores perdidos de la
familia y los símbolos patrios. El capellán asiste en la parte espiritual y
ayuda a los chicos que van a tomar sus comuniones”.
La relación entre las clásicas
concepciones de familia tradicional, valores, patria, nacionalismo, catolicismo,
constituye un soporte esencial para la vigencia de ideologías profundamente
conservadoras. En nombre de “Dios, Patria y Hogar” se cometieron y se cometen
acciones que atentan contra el funcionamiento democrático, plural, igualitario
de la sociedad.
Sumamente clarificador resulta el
contenido de la
Resolución N º 546/90 que dio vida a la Policía Infantil en Salta: “Su
misión es incorporar a la niñez como participante activa en la acción preventiva
policial, persuadiéndola al rechazo y apartamiento de conductas antisociales y
delictivas, creando un ambiente adecuado a fin de que el niño a medida que
avance en edad y conocimiento vaya descubriendo los auténticos valores de la
vida y comprendiendo la importancia de la función policial en el mantenimiento
de la paz social”.
El entrenamiento militarizado de los
chicos y chicas salteños, de entre 6 y 13 años, incluye también el aprendizaje
de defensa personal, el uso de uniforme y gorra policial, los desfiles, la venia
como saludo y la asistencia a misa. Vale recordar que la práctica religiosa en
Salta, como en otras provincias del noroeste, está absolutamente arraigada y
aceptada en las escuelas públicas, a las que concurren niños de todas las
religiones o bien de ninguna, a pesar de lo cual
deben rezar al comienzo y a la finalización de la jornada escolar
diaria.
Distintos intendentes legitiman la
existencia de estos cuerpos infantiles, solicitando su participación en actos,
para que desfilen con sus uniformes, insignias y banderas. El comisario y
también licenciado en Trabajo Social Marcelo Juan Lami menciona que
“habíamos prohibido que desfilaran, pero a los padres les encanta, así que
siguen desfilando”.
Tan extendido e institucionalizado
está en Salta la existencia de los niños y niñas policías, que hasta tienen un
día propio: el 13 de octubre se celebra el Día de los Cuerpos de Policía
Infantil.
En la provincia de Misiones también
se registra una importante y antigua presencia de este tipo de brigadas de
Policía Infantil, contando con más de 20 Cuerpos en todo su territorio. En la
ciudad de Eldorado se creó en 1990; en Oberá en 1994; en Posadas y en Campo
Viera en 2001; en Leandro N. Alem en 2004. Algunos de estos Cuerpos ostentan
lemas, como por ejemplo “Los guardianes del orden” que identifica a
la Policía
Infantil de San Ignacio.
Un activo impulsor de estas
experiencias de entrenamiento policial en Misiones es el Comisario Mayor
retirado Ricardo Esteban Zarza, de
49 años de edad, fundador de tres Policías Infantiles en la provincia y
organizador del VI Encuentro Provincial de estas policías, a llevarse a cabo
próximamente en la localidad de Candelaria.
Esta policía de niños en Misiones
asume el lema de “Mita Jory”, que en guaraní significa “niños alegres” y posee
un peculiar logo que grafica la silueta de un hombre agachado, con gorra, con un
brazo extendido y al lado un niño parado, conjunto que visualmente podría
asemejar a alguien apuntando con un rifle o fusil.
¿A qué obedecerá la proliferación de
estos programas de involucramiento policial de los niños y niñas, existentes en
más de una decena de las provincias argentinas, lo cual implica una suerte de
militarización de nuestra infancia?
Indudablemente se tiende a
fortalecer y reproducir en la sociedad -desde la propia infancia- un estilo de
comportamiento cultural que privilegia una férrea disciplina militarizada,
basada en el orden, las órdenes y la rigurosa obediencia.
Para ello se cuenta con la
aceptación activa de algunos pocos y también con la aceptación pasiva de la
mayoría de la población, que por diversas razones no llega a advertir los
riesgos que estas prácticas contienen y dejan de levantar una voz siquiera de
alerta y rechazo ante este avance, crecientemente extendido, que pretende
imponer una concepción militarista de la vida y la familiarización con las
armas, aunque no las porten ellos, desde la más
temprana edad.
La excusa para impulsar e irradiar
estas experiencias policiales procura centrarse en el eventual servicio que
prestarían para la “contención de los niños marginalizados”. El lugar de los
niños -pobres o no- está en la casa y en la escuela (que en virtud de
la Ley 1420 del
siglo XIX establece la educación obligatoria, laica y gratuita), y no en las
brigadas o cuerpos policiales, bajo la estricta lógica de los entrenamientos y
adoctrinamientos militares.
También en Misiones y en otras
provincias argentinas existe la
Gendarmería Infantil , antecesora de los
proyectos policiales. En la
Revista del Círculo de Gendarmería Nacional se incluye un
ilustrativo reportaje sobre las características de la organización infantil, que
es denominada -según el número de niños y niñas de entre 8 y 14 años que lo
integran- como Secciones, Escuadras y Agrupaciones. Los niños son “aspirantes”,
“patrulleros” o “baqueanos”, de acuerdo a la edad, y la finalidad es “orientar e
inculcar a esos niños valores netamente argentinos”.
Un comentario revelador de la
ideología que suele orientar a estas iniciativas, fue realizado por un
Comandante retirado, en estos términos: “Recuerdo que en mis años mozos
patrullando a caballo lugares muy aislados de la frontera, muchas veces me
encontré con niños muy pobres y analfabetos cuyo futuro cierto era el
cuatrerismo o el contrabando. Hoy gracias a la Gendarmería
Infantil ya pueden aspirar a una vida digna y ser ciudadanos
respetables”.
Como en tantas otras ocasiones,
surge, con nitidez, la clásica y perversa asociación de pobreza con
delincuencia. El estigma, la duda, el miedo, siempre recaen sobre los pobres y
los humildes. Y, entonces, a los niños pobres habrá que encauzarlos,
reeducarlos, readaptarlos, disciplinarlos, inculcarles “valores netamente
argentinos” (por intermedio de la Gendarmería
Infantil ), porque sino serán el peligro del mañana. Conviene
recordar que los cuatreros importantes, los ladrones importantes, los
contrabandistas importantes, pertenecen a otras clases sociales, y para estas
clases sociales no existen los proyectos de Gendarmería Infantil o de Policía
Infantil.
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