BASTA DE MALA POLÍTICA
Publicado en Diario "Clarín". Buenos Aires. Mayo 29 de 2004.
Resulta evidente que los comportamientos de
muchos políticos son verdaderamente aberrantes y contribuyen al debilitamiento
de la democracia como sistema y a la pérdida de credibilidad de los
representantes públicos del interés colectivo.
Si los "representantes del pueblo"
violentan -¡y de qué modo en tantas ocasiones!- el mandato recibido para
defender el bien común, la desconfianza ciudadana se instala y crece la
desvalorización de la política como alternativa idónea para regular y articular
intereses diversos y para evitar el predominio de algunos sectores sociales
sobre otros.
Pero a los "méritos" propios de
muchos de esos malos políticos, se suma una vasta y significativa prédica que
atravesó la conciencia de la gran mayoría de la población, focalizando las
desgracias del país sólo en el accionar de los políticos y liberando de hecho y
simétricamente de responsabilidad a otros actores sociales.
De este modo, los empresarios, los banqueros,
los funcionarios internacionales, los medios de comunicación, etc. aparecerían
casi como impolutos y carentes de todo tipo de responsabilidad en la
degradación del funcionamiento general de la sociedad.
La gran proliferación de cuestionamientos, de
diatribas, de mofas, hacia la "clase política", no guarda relación
con la insuficiente impugnación hacia otros actores que tienen
"merecimientos" similares.
En muchas oportunidades aparece con absoluta
claridad que detrás de la crítica y de la desvalorización de los políticos y de
la política, está el mercado (y los mercaderes) como alternativa supletoria y
eventualmente eficiente para conducir los destinos de la Nación.
En ese sentido, la década de los 90 en el país,
asoció -con éxito fatal- la farandulización y degradación de la política, con
el "endiosamiento" del mercado como posibilidad redentora de los
problemas nacionales. Precisamente, este tipo de política y este tipo de
mercado construyó una alianza efectiva que condujo al país al retroceso más
profundo de toda su historia.
Convendrá, entonces, auscultar cuidadosamente
qué consecuencias puede tener la sistemática desvalorización de la política y
qué tipo de intención subyace y prevalece en las extendidas críticas que
identifican a los políticos casi como los únicos responsables de todos los
males.
Despotricar, ingenua o interesadamente, sólo
contra los políticos y la política (con su consiguiente desgaste), puede abrir
el camino nuevamente a desgraciadas experiencias, guiadas por los sectores de
mayor concentración y poder económico e instrumentadas por actores
autoritarios.
La revalorización de la política
(también por los políticos), en el sentido de profundo servicio y
representación cabal de los intereses del conjunto de la población, resulta
imprescindible para garantizar el resurgimiento del país. De la crisis se podrá
salir con más política y no con menos.
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