lunes, 23 de abril de 2012


ACERCA DEL TRABAJO INFANTIL

Publicado en Revista "Ciencias Sociales" Nº 55. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Mayo de 2004.
                                              
Las manifestaciones de pobreza extrema que se observan a diario, involucrando a niños y adolescentes, son absolutamente escandalosas. Sin embargo, al ser cotidianas, pasan a formar parte del paisaje urbano, "naturalizando" la perversión de un estilo de funcionamiento social inhumano.

Nos vamos acostumbrando a codearnos con la inequidad, cristalizándose la errónea percepción de la inmutabilidad de estas desgracias. Con la situación de los cientos de miles de niños y niñas que trabajan en la Argentina, lo cual viola básicamente la Constitución Nacional, acontece lo mismo.

Veamos algunas referencias y datos sobre la cuestión del trabajo infantil. En agosto de 2000  se creó en el país la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI). En folletos de la propia Comisión se difunde información acerca de la cantidad de niños/as que trabajan en el país. Según estos datos existen en la Argentina 6.766.114 niños/as de 5 a 14 años, de los cuales 5.930.244 (el 87,64 %) viven en zonas urbanas y 835.870 (el 12,35 %) viven en zonas rurales.

De ese total de niños y niñas (6.766.114), el 22,22 % -es decir 1.503.925- trabajan.  Más de un millón y medio de chicos y chicas en Argentina trabajando -lo cual vulnera brutalmente sus derechos a la educación, a la salud, a la protección, y compromete seriamente el futuro de los mismos y de la Nación en su conjunto- requiere de urgentes políticas públicas que superen las básicas tareas de difusión, sensibilización y capacitación de algunos profesionales.

La inmensa mayoría de los padres de los niños y niñas que trabajan, son desocupados o subocupados con ingresos paupérrimos, en concordancia con las actuales condiciones de flexibilización y explotación laboral. En tanto no se concretice una significativa política de reactivación económica que posibilite la creación de nuevos puestos de trabajo, como así también la recuperación de los deteriorados niveles salariales, los padres de estos chicos continuarán en situación de pobreza e indigencia, lo cual reproducirá el círculo vicioso que arroja a los niños/as a la calle a trabajar -en sus diversas expresiones- para mal sobrellevar su existencia.

Es necesario recordar que más de la mitad de la población se halla debajo de la línea de pobreza, de la cual -a su vez- el 50 % está aún más sumergida, debajo de la línea de indigencia. Si el Estado no promueve activas políticas públicas de fuerte combate a la desocupación y a la pobreza, garantizando trabajo y salarios adecuados a los padres, los chicos seguirán inexorablemente trabajando y las invocaciones a la "erradicación del trabajo infantil" se transformarán en ingenuas o cínicas propuestas para cubrir las apariencias.

Del lamentable diagnóstico que caracteriza la situación de la infancia en la actualidad (producto básico aunque no exclusivo de la trágica década menemista), no puede desprenderse un futuro inmediato muy halagüeño para las niñas y niños de los sectores sociales más vulnerados. Sin embargo -como verdad de Perogrullo- el futuro dependerá de lo que hagamos hoy. Ese futuro será mejor o peor según sea lo que nos propongamos y realicemos en la actualidad. En ese sentido, asumir la lucha contra la pobreza como el principal objetivo nacional, constituirá un eje estratégico para el bienestar de la infancia en los años por venir.

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