jueves, 25 de junio de 2020


ADJUNTO NOTA “LOS CHICOS Y LAS ARMAS”. Se agradece compartir.

Revisando viejos papeles me encontré con una columna de opinión que me publicaron en el diario “Página 12” de Buenos Aires, el 12 de octubre de 1996 (durante el gobierno de Carlos Saúl Menem), con el título “LOS CHICOS Y LAS ARMAS”.

Y ello me condujo a recordar una oprobiosa expresión de ESTEBAN JOSÉ BULLRICH ALVEAR que dijo, el 8 de agosto de 2017, refiriéndose al gobierno macrista: “El camino que hemos emprendido todos los días tiene un metro más de asfalto, una sala más, un pibe más que está preso”. Mintió con lo del asfalto y lo de las salas, pero fue amoral y crudamente sincero acerca de los pibes presos.

Lo manifestó, en compañía de la gobernadora bonaerense de entonces María Eugenia Vidal, como un orgullo de la gestión del presidente Mauricio Macri y de la propia gobernadora, festejando de hecho la criminalización de niños en situaciones de vulnerabilidad.

Ese fue el vergonzoso “logro” punitivo del gobierno de Macri y de María Eugenia Vidal y fue la “solución” que la Alianza PRO-Cambiemos proponía e implementaba para los niños que el proyecto neoliberal arrojaba a la pobreza y a la posible captación de los mismos por parte de diversos grupos delincuenciales.

Bullrich Alvear, nacido en 1969, padre de 7 hijos, ferviente católico, es licenciado en Sistemas de la universidad privada CAECE. Mencionado como miembro del Opus Dei, fue diputado nacional, candidato a vicepresidente acompañando en la fórmula al economista neoliberal Ricardo López Murphy en el 2007, ministro de Desarrollo Social y luego de Educación de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires entre  2007 y 2015. Del 10/12/2015 al 17/7/2017, este mentor de la violencia hacia los niños, fue el ministro de Educación de la Nación designado por el presidente Macri.

En lo familiar, es sobrino segundo de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, ex ministra de Seguridad de la Nación de Macri y ex ministra de Trabajo del radical Fernando de la Rúa. Desde el 10 de diciembre de 2017 es senador nacional por la provincia de Buenos Aires, en representación de Cambiemos/Juntos por el Cambio, cargo que continúa desempeñando en la actualidad.

REPRODUZCO A CONTINUACIÓN LA COLUMNA DE OPINIÓN “LOS CHICOS Y LAS ARMAS”, de octubre de 1996, estimando que -a pesar del tiempo transcurrido- puede llegar a contribuir a la necesaria reflexión sobre la temática de la infancia y la adolescencia.

“Días atrás se llevó a cabo en Buenos Aires una Feria Internacional de Exposición de Armas.

Ante tan “simpático” hecho nos preguntamos: ¿cuál es la función social del mercado tan endiosado últimamente? ¿Es lo mismo vender comida para alimentarse, medicinas para curarse, libros para educarse, que armas para matarse?

Junto a la profunda violencia del desempleo, de los salarios insuficientes, de las familias pauperizadas, de los niños y adolescentes sin escolaridad, de la desnutrición y la mortalidad infantil, de las viviendas insuficientes, de los niños de y en la calle, del tráfico y venta de niños, ¿debe nuestra sociedad aceptar pasivamente esta otra violencia de la difusión y propagandización de armas de todo tipo?

A los niños y adolescentes pobres, en particular, les resulta hoy en día más fácil acceder a un arma que a un juguete. Para construir una sociedad equitativa y feliz, los niños y los adolescentes necesitan una familia, afecto, alimentación, salud, educación, vivienda, recreación, libertad y no más armas para profundizar la violencia instaurada.

Cabe que nos interpelemos acerca de qué tipo de sociedad estamos construyendo para que luego cuando estemos frente a la desgracia de que un niño o un adolescente mate a otra persona, no salgamos despavoridos a buscar razones biológicas o genéticas en los “niños asesinos”, a tratar de penalizarlos más severamente o a intentar bajar la edad de imputabilidad para esos delitos.

La delincuencia y los delitos se construyen socialmente y luego, sólo en el eslabón más débil de la cadena, se aplican los castigos individuales, como una mágica creencia de haber solucionado el mal o para aliviar nuestra conciencia por lo que no hicimos oportunamente para prevenir.

Los adolescentes y los niños expresan y reconstruyen, con sus comportamientos, las características de la sociedad en la que viven. Las sociedades que asumen modelos político-económicos con un gran componente de violencia estructural (como la pobreza, por ejemplo) y que además se “dan el lujo” de admitir la amplia difusión comercial de instrumentos de destrucción (como son las armas) terminan cosechando lo que siembran.”

martes, 23 de junio de 2020