viernes, 13 de diciembre de 2013

Del Proceso de Videla al PRO de Macri

 nota publicada en el Semanario "Miradas al Sur" Nº 289 (Buenos Aires, diciembre 1º de 2013).

                                                                                                                                 Norberto Alayón (*)

(*) Profesor Titular Regular
    Facultad de Ciencias Sociales-UBA


Ricardo Zinn (1926-1995), economista, autor del famoso slogan “Achicar el Estado es agrandar la Nación”, expresó que “otro objetivo del gobierno militar fue la disminución de gastos en asistencia social” (La Opinión, mayo 1979).

En esos días de 1979 presentó la versión en inglés de su libro “La segunda fundación de la República” (de agosto de 1976) en el Harvard Club de Nueva York. En la ocasión argumentó que “los objetivos del Gobierno tienen como meta la efectiva apertura de la economía y la reducción drástica del gasto público, al que calificó de grave peligro para la existencia del país como sociedad libre”. Aseguró que había que corregir “los sesenta años de aventuras populistas y demagógicas que provocaron la decadencia político-económica en la Argentina”, señalando a la vez que “por primera vez en muchas décadas tenemos un sistema político basado en instituciones y no en personas, y en una política económica que asegura la corrección de defectos estructurales causados por muchos años de mala administración”.

Según Zinn, la obra presentada tenía como propósito hacer pública “la situación de un país que sufrió dos monstruosas desgracias: la populista distorsión de la democracia y la agresión marxista interna y exterior”. Enfatizó que “sólo los valores morales resultantes de un esfuerzo racional y ético hacen posible aplicar la democracia occidental”, agregando que “únicamente por la restauración de esos valores puede volver a funcionar la democracia”.

Del 2 de junio al 17 de julio de 1975 había sido vice-ministro de Economía de María Estela Martínez de Perón. Fue reconocido como el autor intelectual del “Rodrigazo”, aquel brutal plan de ajuste lanzado por el ministro Celestino Rodrigo que aumentó entre 50 y 180 por ciento el tipo de cambio, las tarifas de servicios públicos y el transporte, los combustibles y desató una remarcación de precios que arruinó a miles de industriales y redujo a una tercera parte el poder adquisitivo de los salarios (Raúl Dellatorre, Página 12, julio 2006).

Durante el Proceso de Reorganización Nacional de 1976-1983 (la dictadura cívico-militar) Zinn fue asesor de José Alfredo Martínez de Hoz. Luego fue director del Banco de Italia y Río de la Plata (ligado al grupo FIAT) y presidente de SEVEL, en la que aparecían vinculados la automotriz de Turín y el Grupo Macri. Diseñó el Plan de Entidades Financieras que generó facilidades al Grupo Macri, uno de los más beneficiados durante la dictadura. Fue impulsor del Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina (CEMA) y del Instituto de Altos Estudios Empresariales (IAE), hoy parte de la Universidad Austral. Después de finalizada la dictadura militar, participó de la Ucedé (Unión de Centro Democrático), tuvo fuertes relaciones con la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), y la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), al tiempo que colaboró frecuentemente con el diario “La Nación. En los primeros años de la presidencia de Carlos Menem fue asesor de María Julia Alsogaray en las privatizaciones de ENTEL y SOMISA, junto con Mariano Grondona (h).

Este portador de semejantes antecedentes antipopulares y antinacionales desdeñaba de los “gastos” en asistencia social y bregaba por la firme disminución de los mismos. No era (ni es) el único que, impulsando la cruel lógica neoliberal, se resisten a la implementación de políticas sociales y asistenciales como mecanismo, aunque parcial, de disminución de la exclusión y de la pobreza.

Con justeza el economista peruano Javier Iguiñiz afirma que “hay una desvalorización de lo asistencial, porque se está pensando como que corrompe a la gente, que la hace entrenarse en estirar la mano. Yo estoy muy en contra de esta perspectiva. Uno siempre puede sacar casos individuales: el borracho tal o el drogado cual que vive de la limosna estatal y por lo tanto cultiva su propio vicio. Pero ésos no son los casos estadísticamente significativos; se los usa para denigrar el apoyo que mucha gente sana y muy trabajadora merece recibir. Considero que es una forma de expresar la mezquindad de mucha gente y desprestigiar el apoyo que merecen otros”. (Página 12, junio 2012).

El gobierno del PRO de Mauricio Macri recortó 3 millones de pesos del presupuesto destinado al Programa de Intervención Social en Villas de Emergencia y Núcleos Habitacionales Transitorios y los transfirió a la promoción y desarrollo de eventos como “Buenos Aires Ciudad de Moda” y el Festival Internacional de Diseño de Servicios Especializados, Comerciales y Financieros. Previamente ya había suprimido otros 130 millones de pesos de distintos programas de asistencia social (del Programa Ciudadanía Porteña que tiene por objetivo “disminuir los niveles de desigualdad” y del Instituto de Vivienda de la ciudad) para indemnizar a propietarios de comercios, viviendas y automóviles afectados por una inundación que se registró en la Capital Federal.

En 1976 fue designado por la dictadura cívico-militar el aviador Osvaldo Cacciatore como Intendente de la ciudad de Buenos Aires, permaneciendo en el cargo hasta 1982. El mismo impulsó, en su autoritaria gestión, una suerte de “limpieza étnica” en la ciudad, desalojando compulsivamente a miles de personas y expulsando a los habitantes de las villas y barrios pobres. El propio Mauricio Macri, presidente del Partido PRO y Jefe de Gobierno de la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, declaró públicamente su admiración por el funcionario de facto Cacciatore, como “el mejor Intendente que tuvo la ciudad”. Por supuesto, todo el mundo tiene derecho a expresar su adhesión y simpatía para con aquellos actores políticos -a pesar de no ser democráticos- con los cuales uno se siente contenido y representado en su ideología y en sus prácticas. Esta alabanza de Cacciatore da cuenta de las propias concepciones de Macri y de sus proyectos. 

El sociólogo brasileño Emir Sader, refiriéndose a los actuales gobiernos posneoliberales de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, menciona certeramente que los mismos “defienden la centralidad de las políticas sociales -más que justificada en el continente más desigual del mundo- y no de los ajustes fiscales”. Asimismo, “defienden un rol activo en lo económico y social del Estado, en lugar del Estado mínimo y de la centralidad del mercado”. Agregando que “la lucha de resistencia al neoliberalismo y la construcción de alternativas posneoliberales es la más grande tarea contemporánea de la izquierda. Porque el neoliberalismo es el traje que viste el capitalismo en el período histórico actual”. (Página 12, noviembre 2013).

Esteban Bullrich, licenciado en Sistemas y Master en Administración de Empresas por la Escuela Kellogg de USA, es el ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires desde diciembre de 2009. Reemplazó en el cargo al pensador de derecha Abel Posse, cuya gestión duró 11 días y quien a su vez había reemplazado a Mariano Narodowski, procesado judicialmente en 2010, conjuntamente con Mauricio Macri, por un famoso caso de espionaje y escuchas telefónicas ilegales.

Bullrich sostuvo que la Asignación Universal por Hijo (AUH) “es una política del fracaso” y que el aumento del beneficio “genera un problema para toda la sociedad”. Agregó que “aumentar la AUH es demostrar por parte del Gobierno que es incapaz de resolver los problemas de pobreza, que la única forma que tiene de resolver los problemas de la gente no es dando trabajo y libertad con el trabajo o mejor educación sino dándole más plata”. Y vaticinó que “en caso de que Macri llegue a la Presidencia en 2015 se trabajaría para transformarlo en un subsidio al trabajo, que genere fuentes de trabajo reales, no ficticias”. (Ámbito, septiembre 2012).

Estas afirmaciones de Bullrich se emparentan con lo que fue la ideología de la dictadura cívico-militar y del neoliberalismo de los 90, cuando se transformó al trabajo (o lo que se suponía como trabajo) en un recurso de la asistencia para quienes no se esperaba que hallaran un empleo en el mercado formal. Eran esos los subsidios a cambio de alguna contraprestación, sin ningún acceso a la seguridad social, asociada al empleo registrado. Contrariamente, sus componentes se restringían y se privatizaban. Así, con la reforma del régimen de asignaciones familiares, sus montos (que se adicionan al salario) se hicieron insignificantes; y con la reforma del régimen jubilatorio, se crearon seguros individuales administrados por las AFJP, nuevos agentes del mercado de capitales.

Contrapuesta a esa política es la AUH, creada como un componente de la seguridad social, extendiendo derechos sociales a población excluida de la misma. Aunque comprende solamente parte de las asignaciones familiares que cobran los asalariados formales y se mantienen diferencias y ciertas disparidades, constituye un dispositivo que amplía esos derechos del trabajo a los hogares de trabajadores del mundo de la informalidad, donde ciertamente se hallan los mayores índices de pobreza. La promesa de Bullrich “de eliminar la AUH y reemplazarla por planes laborales" es claramente, entonces, la promesa de la eliminación de un derecho social y su reemplazo por planes asistencialistas para los que quedan fuera del trabajo, volviendo a excluirlos de la seguridad social. Eso es, en concreto, lo que se desprende de las palabras de Bullrich: volver a los principios del individualismo y a un Estado neoliberal, que es precisamente el proyecto del PRO. Para esos principios y ese Estado, los “derechos” dependen del mercado; es decir, no hay derechos, sino capacidad (o no) de consumo. Los derechos sociales ponen límites (variables) a esa dependencia. Ningún derecho existe si no es instituido estatalmente como derecho. El derecho al trabajo, a condiciones dignas para el mismo y a la seguridad y protecciones ante avatares de la vida, exige la intervención del único órgano con capacidad de imponerlo legítimamente, que es el Estado y por la ley. 

Bernardo Kliksberg enfatiza que “la Asignación Universal por Hijo apoyó en la Argentina, en sus tres años de existencia, a 3,5 millones de niños desfavorecidos. Combinado con un fuerte aumento de la inversión en la creación de escuelas en las áreas pobres, y de la ampliación de los servicios en salud, mejoró sustancialmente las tasas de aprobación escolar y de salud”. Agregando que “la realidad muestra que es imprescindible un Estado que regule activamente, en protección del interés colectivo”. Y pregunta: “¿A quién le conviene que el Estado sea débil y no regule (como quería Zinn ya en los 70; y como quiere el PRO ahora); a quién le conviene que se sigan aplicando las políticas de austeridad, a pesar de sus impactos regresivos, y desacreditar sistemáticamente políticas públicas sociales, aunque den claros resultados?” (Página 12, noviembre 2013).

La concepción ideológica y las acciones concretas de aquel economista y político Ricardo Zinn y del actual empresario y político Mauricio Macri (líder del PRO) guardan una significativa coincidencia, en sentido opuesto a la imprescindible construcción de una sociedad más igualitaria y justa.


Buenos Aires, diciembre de 2013 

viernes, 27 de septiembre de 2013

LA FUNDACIÓN EVA PERÓN Y LAS ASISTENTES SOCIALES
  Prof. Norberto Alayón
En 1977 entrevisté a Ramón Antonio Cereijo, en el marco de la investigación que estaba realizando acerca de los antecedentes del Trabajo Social argentino, la cual dio origen al libro “Historia del Trabajo Social en Argentina” publicado originalmente en Lima, Perú en 1978 y su última y quinta edición en 2007 por la editorial Espacio de Buenos Aires.
Cereijo fue un economista porteño, nacido en 1913 y fallecido en 2003, ministro de Hacienda del presidente Juan Domingo Perón desde 1946 hasta 1952, y administrador y apoderado dela FundaciónEvaPerón. Fue, a la vez, un hincha fanático del club Racing de Avellaneda (recuerdo su estudio profesional con paredes recargadas de escudos, cuadros, fotografías de jugadores, del “club de sus amores”). También, por supuesto, fue peronista.
En esa ocasión, generosamente me facilitó diversos materiales que pude fotocopiar sobrela Fundación.Unode esos documentos era copia de un informe que contenía la transcripción de una entrevista grabada que le había realizado el historiador Leandro Gutiérrez, el 13 de julio de 1972. Dicha entrevista se llevó a cabo dentro del Proyecto de Historia Oral que el Instituto Torcuato Di Tella desarrollaba conjuntamente conla Universidadde Columbia.
En la documentación encontré una reveladora referencia sobre la participación de los agentes de la acción social de esa época, en las actividades que desplegaba la Fundación.MencionabaCereijo que “una de las iniciativas más importantes de la Fundaciónfue la de gestionar ante los Poderes Públicos las pensiones a la vejez, las que se mantienen hasta el día de hoy” (se refería a 1972). Y agregaba: “Estas pensiones se acordaron a las personas de más de 60 años y que por supuesto no se encontraran amparadas por regímenes de previsión o que tuvieren recursos propios. La Fundación, por medio de su personal de visitadoras, (destacado mío) fue la encargada de asesorar al Ministerio de Hacienda dela Nación sobre el otorgamiento de esos beneficios”.
“El acto de entrega de las pensiones a la vejez por parte dela Sra.EvaPerón fue uno de los más trascendentales y emotivos, porque los que tuvimos el privilegio de estar presentes pudimos observar la emoción que trasuntaban los rostros de hombres y mujeres que estando sin medios para poder subsistir después de haber dejado lo mejor de su ser en el paso por la vida, contaban ahora con un respaldo económico que les aseguraba la satisfacción de sus necesidades más apremiantes”. (Cereijo, 1972).
Beatriz Ventura de Bruzatori, nacida en 1925, es una asistente social graduada en el Instituto de Cultura Religiosa Superior de la calle Rodríguez Peña 1054 de la ciudad de Buenos Aires. Se desempeñó profesionalmente en el Hogar de Tránsito Nº 2, que funcionaba en la calle Lafinur 2988 (hoy Museo Evita), dela Fundación EvaPerón, hasta el golpe militar de septiembre de 1955 que se autodenominó “Revolución Libertadora”. Continuó referenciándose siempre con el peronismo y se asumía como “peronista de Evita, no de él (por Perón)”. En 1959 fue Supervisora Docente en el Instituto de Servicio Social (que funcionó en la calle Bolívar 1128), dependiente del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública dela Nación.En1976 asumió como Directora dela Escuelade Servicio Social dela Universidaddel Salvador.
Hacia fines de agosto de2013, asus 88 años, pude obtener de ella, a través de una familiar directa en virtud de sus problemas de salud, algunas breves declaraciones que ilustran el accionar profesional de las asistentes sociales enla Fundación. Recordó, por ejemplo, que se llamaba “células mínimas” a los grupos de asistentes sociales que eran enviadas por Eva Perón a trabajar a las distintas zonas del país que solicitaban ayuda. Coincidente con este recuerdo de quien fuera una participante directa enla Fundación, la politóloga Carolina Barry (2008) señala que “Las llamadas ‘células mínimas’ dela FundaciónEvaPerón eran grupos de cuatro asistentes sociales, a los que podían integrarse también enfermeras, que se ocupaban de realizar relevamientos médicos-sociales en todo el país”.
Eva Perón, en su libro “La razón de mi vida” de 1951, mencionaba que “Las mujeres que trabajan conmigo,asistentas (sic) socialesvisitadoras (destacado mío), enfermeras, no saben lo que es el cansancio ni el sacrificio”. Y agregaba: “Yo trato de ir a ellos (se refería a la gente necesitada) con mis ‘células mínimas´”. En el mismo texto, Evita recuerda que Perón manifestaba que “Los pueblos muy castigados por la injusticia tienen más confianza en las personas que en las instituciones”.
Beatriz mencionó también que a las asistentes sociales dela Fundaciónno se les requería adscripción o antecedentes peronistas para desplegar su labor: “sólo había que ser muy profesional y responsable”. Y negó (contrariando las versiones que aparecen en alguna bibliografía sobrela Fundación) que tuvieran que usar distintivos peronistas en sus horas de trabajo o que fueran obligadas a asistir a actos o manifestaciones del gobierno peronista de la época.
En el año 2011, bajo la dirección de Alejandra Marino, se realizó un documental (titulado “Las muchachas” y estrenado en 2012) con el patrocinio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). En dicho documental, la asistente social Beatriz Bruzatori señala con firmeza “(si) la persona necesita; ahí está Evita. Yo no le pregunto a nadie si es peronista o no es peronista. Veo si necesita, porque esa es la consigna que yo tengo”.
Según Barry (2008), “en cada uno de los Hogares de Tránsito (fueron tres) se desempeñaban un total de treinta y nueve personas, que cumplían distintas funciones: una directora, dos secretarias administrativas, una médica, una ayudante de médica, cuatro asistentes sociales (destacado mío), cuatro religiosas, un portero, cinco cocineras y veinte mucamas”; agregando que “las asistentes sociales daban cauce a los problemas y eran las responsables de su solución desde el momento mismo en que las mujeres ingresaban hasta su egreso”. Barry le adjudica a Evita la expresión “el servicio social (destacado mío) es el alma de esta institución”.
Sobre las mujeres alojadas en los Hogares, la misma autora menciona que “las asistentes sociales comenzaban con la ardua tarea de la encuesta y el fichaje social, que incluía los datos personales, el estado de necesidad, la condición social, los medios de subsistencia, etc. Las entrevistas podían durar varias horas. Luego de la entrevista realizaban un diagnóstico y pronóstico preventivo y se las derivaba al consultorio médico”.
Ana Carmen Macri (Anita Macri, la “Peti” como le decía Evita) nació en julio de 1916 en el Hospital Alvear de la ciudad de Buenos Aires. La entrevisté el 28 de agosto de2013, alos 97 años de edad, en su departamento de la calle Paraguay al 800. No es asistente social, pero se acordaba de Beatriz Bruzatori (“una alta, morocha”; “estaban tres asistentes sociales”, precisa). Fue secretaria del Hogar de Tránsito Nº 2 y al poco tiempo quedó a cargo de la dirección. Finalizó su trabajo enla Fundaciónal ser designada por Evita como Delegada del Partido Peronista Femenino en las provincias de Tucumán y Santa Fe. En las elecciones de noviembre de 1951, en las que por primera vez votaron las mujeres en Argentina, fue electa Diputada Nacional.
Anita, en su libro “Mi biografía política” (INIHEP, 2006), menciona: “Cuando las mujeres y niños entraban al Hogar eran entrevistadas por las visitadoras sociales (destacado mío), quienes les tomaban los datos, escuchaban los problemas que ellas planteaban, el motivo del ingreso y corroboraban la autorización dela Fundación para que fuesen aceptadas”. Respecto a su propia labor, inicialmente de carácter administrativo, señala que “cuando era fuera de hora y las visitadoras sociales no estaban, yo me encargaba de tomar nota de todas las necesidades y se las pasaba al día siguiente a las monjas (que pertenecían ala Congregación Hermanas del Huerto) o a las mismas visitadoras”. En el citado documental “Las muchachas”, Anita Macri expresa que “las visitadoras que correspondían a ese establecimiento (se refiere a los distintos Hogares dela Fundación) se ocupaban de la solución de los problemas”.
Acerca de las “células mínimas” que actuaban en la Fundación, en el diario “Democracia” del 21 de diciembre de 1947 se menciona que las “Cédulas (sic) Mínimas de Ayuda Social están constituidas por cuatro visitadoras(destacado mío), una jefa y una dactilógrafa móvil, que se trasladan en camionetas hasta los centros del país donde han de ejercer su acción social y humanitaria”. En la edición del 23 de diciembre, el diario “Democracia” vuelve a destacar la labor de las Células Mínimas, mencionándolas con su correcta denominación y no con la de “Cédulas”.
En la tercera edición (1950) de la publicación oficial “La Nación Argentina” aparecen varias referencias sobre las funciones y actividades de las “células mínimas”.
“Las Células Mínimas llegan hasta los más apartados rincones, interiorizándose de las necesidades de los desafortunados, solucionándoles todos sus problemas y llenando todas sus necesidades”.
Se describen las actividades de las células mínimas, mencionando que:
-       Facilitan empleos.
-       Internan a niños en Colegios.
-       Hospitalizan enfermos.
-       Devuelven a la sociedad hombres útiles que ya habían sido descartados de la labor humana.
En relación a mujeres y niños desamparados, se destaca: “La Fundación AyudaSocial “María Eva Duarte de Perón”, por intermedio de sus células mínimas, deriva estos casos a sus Hogares de Tránsito, donde se les presta atención confortable a la mujer e hijos y se busca la solución integral al problema que los aflige”.
“La Fundación, por intermedio de sus células mínimas trajo desde Santiago del Estero hastala CapitalFederalgran cantidad de niños”.
“A un año de la habilitación del primero de estos Hogares, la cantidad de casos sociales (destacado mío) resueltos asciende a la cifra de 45.324 y la cantidad de personas atendidas es de60.180”. La mención del término “casos sociales” seguramente se referencia con la intervención específica de las asistentes sociales, habida cuenta de que es una terminología propia del campo del Servicio Social profesional.
En el folleto “Hogares de Tránsito” del Servicio Internacional de Publicaciones Argentinas (SIPA, 1950) se destaca que “Un grupo de visitadoras sociales dela Fundaciónde Ayuda Social Eva Perón tiene a su cargo la tarea de buscar soluciones en el terreno práctico y concreto de los hechos”. En otra publicación de SIPA, de la propia Fundación, bajo el título “Ciudad Infantil y los Hogares-Escuela” (1950) aparecen otras referencias a la presencia y actuación de las visitadoras sociales: “Enla CiudadInfantil, por ejemplo, el servicio social que nutre el poderoso organismo está regido, como en las demás instituciones, por un grupo de personas especializadas en estas tareas, denominadas Visitadoras Sociales o Células Mínimas”. “Anexo a la dirección de la casa, tienen su despacho los visitadores sociales del Servicio Social dela CiudadInfantil”.
Asimismo en el fascículo Nº 79 de “Polémica”, bajo el título “La acción social del peronismo” (Buenos Aires,CEAL,Noviembre de 1971), su autor Carlos Russo reproduce una fotografía del Archivo General dela Nacióncon el siguiente epígrafe: “Visitadores dela Fundaciónde Ayuda Social María Eva Duarte de Perón censan a las víctimas de una inundación del río Matanza con el fin de proveerles alimentos, ropas, etc.”.
Delia Ferré fue una de las asistentes sociales de la Fundación.Brindósu testimonio sobre la situación social de la época y sobre la intervención de la Fundacióna la profesora SilviaElisabet Mazzuchi, quien lo registró en su libro “La Fundación EvaPerón – Homenaje al cumplirse el cincuentenario de la muerte de la Sra.MaríaEva Duarte” (La Plata, Ediciones UPCN, 2002). Ferré recuerda que “la situación en el interior del país era alarmante. La población estaba en un estado de abandono y miseria conmovedor. Sobre todo la provincia de Santiago del Estero, donde pudimos detectar numerosos casos de anemia y de sed. Encontramos niños en las taperas más abandonadas casi en condiciones animales, o aún peor”. “Eva recibía esa información minuciosa y en función de ella determinaba un orden de prioridades para comenzar las obras y el envío de ayuda”. Agregando que “con el tiempo nuestra misión fue cubierta por las Unidades Básicas que abrió el Partido Peronista Femenino”.
En el libro de Otelo Borroni y Roberto Vacca (“Eva Perón”,CEAL,1971) se da cuenta de la realización de un acto político en apoyo de la fórmula presidencial Perón-Quijano, llevado a cabo el 8 de febrero de 1946 en el estadio Luna Park de Buenos Aires, el cual fue organizado por un grupo de militantes peronistas universitarias. El acto, según la crónica del diario “La Prensa” del día siguiente, “comenzó con la ejecución de las canciones de los partidos Laborista y Unión Cívica Radical, Junta Renovadora. Después la concurrencia entonó el Himno Nacional. En primer término habló la señora Edelmira Giúdice, invocando la representación de las asistentes sociales (destacado mío)”.
Los mismos autores, en su otro libro “La vida de Eva Perón – Testimonios para su historia” (Buenos Aires, Galerna, 1971) registran la ardua labor diaria y las innumerables actividades que desarrollaba Eva enla Fundación, a pesar del avance de su grave enfermedad que finalmente la llevó a la muerte el 26 de julio de1952, alos 33 años de edad. En dicho texto mencionan que el 22 de abril de 1950, Eva Perón “recibió a delegados dela Escuelade Servicios Sociales dela UniversidadPontificiade San Pablo, Brasil y periodistas brasileños”.
En 1988, Peter Ross presentó una tesis de doctorado enla Universidadde New South Wales. Sydney, Australia, en la cual señala que “En cuanto a estructura y personal capacitado,la Fundaciónalcanzaba una profesionalización muy importante para su época”. Agregando que “La Fundaciónera, pese a contar con una gran cantidad de técnicos en su estructura, una institución fuertemente politizada”. Obviamente no podía ser de otra manera, ya que el abordaje de las distintas manifestaciones de la cuestión social, en aquella época como en el presente, implica siempre una opción política concreta.
Por su parte, el politólogo norteamericano George Blankten (1917-2001), autor del libro “La Argentinade Perón” (Chicago . University of Chicago Press. 1953) expresa que “En un sentido bastante concreto,la Fundaciónsignificó una revolución en el enfoque argentino de asistencia social”.
Cuando se produce el golpe cívico-militar que derrocó a Perón en septiembre de 1955, se arremetió encarnizadamente contra las diversas instituciones y actividades dela Fundación. AnitaMacri, en su libro del 2006, menciona que “sacaron los azulejos españoles de los establecimientos, se robaron el instrumental de los sanatorios, se llevaban las heladeras y la ropa de cama de los policlínicos dela Fundación. Eranparvas de objetos. No querían nada que tuviera la sigla FEP (Fundación Eva Perón) ¡Cómo sería el odio! No fue una Revolución Libertadora, fue una revolución saqueadora”. Carolina Barry señala que “parte del mobiliario (dela FEP) y de los adornos fueron robados o llevados a casas particulares de los ‘vencedores’”.
Néstor Ferioli, en su libro “La FundaciónEvaPerón” (Buenos Aires,CEAL,1990) narra que “los institutos dela Fundaciónfueron, literalmente hablando, saqueados por funcionarios del nuevo gobierno”. “La vajilla de los Hogares Escuela fue totalmente destruida en todo el país, por los comandos civiles que arrojaban todo a la calle”.
El mismo autor cita el testimonio de Teresa Inés Sáenz de Miera, la cual relata que “Aunque la orden emanada era quemar las existencias de stock de los depósitos porque ostentaban la leyenda “Fundación Eva Perón”, aparentemente los autos de los incendiarios salían colmados de objetos hacia las respectivas casas de quienes conducían”. Miera había sido testigo de hechos semejantes en los depósitos de la calle Uriburu 920.
El 7 de agosto de 2006, el diario “Página12”publicó un reportaje, realizado por Mario Wainfeld al historiador norteamericano Mark Healey. En el mismo, Healey refiere que después del terremoto de San Juan de 1944la FundaciónEvaPerón construyó en esa provincia distintos establecimientos y, entre ellos, dos escuelas hogar, una para niñas y la otra para niños.
Respecto a la actuación de la “Revolución Libertadora”, en relación a la Fundación, señala que halló un expediente por el cual en 1955 “nombraron como interventora a una abogada, antiperonista ella. Se dedicó a convertir la colonia hogar femenina en una agencia de formación y colocación de empleadas domésticas. Su ideario era sacar a esas chicas para que trabajaran en casas de familia, de gente como ella o sus amigas”. Agregando que “hubo protestas de las visitadoras sociales (destacado mío) que trabajaban en la colonia. Las visitadoras eran profesionales, que habían ganado su puesto antes del ’55, pero que tenían serias tensiones con el peronismo. Pero no aceptaron el giro impuesto por la interventora e hicieron largas denuncias en las que decían que eso contradecía “los fines democráticos dela Revolución Libertadora”. Al mismo tiempo, las niñas se reunían en el patio y gritaban ‘queremos que vuelva Perón’”.
El 9 de septiembre de este año 2013 el gobierno nacional inauguróla Casadela CulturaVilla21-24 de Barracas. Se decidió que pasara a ser la nueva sede dela Secretaríade Cultura dela Nacióny que su titular, Jorge Coscia, mudara su despacho existente en la actual sede situada en el barrio de Recoleta y lo trasladara a las nuevas instalaciones de Barracas.
A raíz de esta muy importante decisión política, Coscia narró un episodio que lo impactó. Una persona de nombre Martín, que se refugia en el anonimato y no consigna su apellido, manifestó por “twitter”: “A lo mejor algún chico pasado de paco lo asesina a Coscia. Va a ser una desgracia con suerte”. Y Coscia, con recuerdo vivo y legítima indignación, señala: “Cuando pasa eso, pienso en Eva Perón. Cuando te entregás al trabajo social (destacado mío), hay un montón de hijos de puta a los que les duele”.
Más allá de que la referencia al Trabajo Social por parte de Coscia pueda resultar equívoca para los profesionales, lo significativo de este episodio es que se emparenta crudamente con la visualización que tenían ciertos sectores de la sociedad, a mediados del siglo pasado, acerca de las acciones solidarias y reparatorias dela FundaciónEvaPerón. El odio que concentró Eva Perón fue equivalente, en espejo opuesto, a la fantástica obra realizada en favor de los sectores más vulnerados.
El “odio de clases”, patrimonio usualmente muy arraigado en las clases pudientes, siempre abominó de la ayuda destinada a la población más necesitada. Ayer y hoy, en palabras y acciones, propician dejar en el desamparo y “a la buena de Dios” a los sectores sociales previamente empobrecidos y degradados por el propio modelo de funcionamiento social. A la inversa, me reafirmo en la expresión -de carácter axiomático-  de que todo lo que se le transfiera a los sectores previamente vulnerados y pauperizados, es siempre inferior a lo que les corresponde como seres humanos.
El “odio a los pobres” permanece vigente en muchos, pero se prescinde de reivindicar el necesario “odio a la pobreza”, en tanto la pobreza es una categoría esencialmente política y económica, de la cual se deriva la existencia de los sujetos “pobres”. El problema (que hay que atacar decididamente) es la pobreza, no los pobres. Los pobres son el “resultado” y las víctimas del fenómeno de la pobreza. Antes y ahora, se trata de la necesidad de eliminar la pobreza y no de eliminar a los pobres.
La ciudadanía en general y los profesionales en particular siempre deberíamos tener muy presente que los pobres, como categoría social, son las víctimas y no los culpables de su propio pesar. Si lo planteáramos en términos de confrontación, tendríamos que tener muy arraigado en nuestras prácticas, que nuestro enemigo, nuestro adversario, no son los pobres; nuestro enemigo es la pobreza. En consecuencia hay que rechazar, repudiar, atacar a la pobreza; no a los pobres que son las víctimas de los procesos sociales de empobrecimiento.
Conviene recordar que las personas, al igual que los países, no son pobres porque sí, o por fatalidad o por una suerte de vocación masoquista que los impulsa suicidamente a perseverar en la desgracia. Las personas y los países suelen ser sometidos a complejos procesos de empobrecimiento, ajenos a presuntas razones biológicas, raciales, culturales, tal como intentan argumentar los sectores sociales no pobres.
Resulta notable observar, cómo el pensamiento discriminatorio, carente de sensibilidad y sentido de equidad, ha traspasado el propio ámbito de los sectores del poder (o de los sectores dominantes como se decía en otras épocas) y se ha instalado y ganado la conciencia (la mala conciencia) hasta de los sectores medios y aún bajos de la sociedad.
La lucha ideológica, la lucha cultural, forman parte inescindible de la lucha política que, en su sentido más abarcativo, prima en el funcionamiento de todas las sociedades. Y esto no es de ahora, ni privativo de nuestro país. En Argentina, hace ya mucho tiempo, hace 154 años y me remonto al 13 de septiembre de 1859, un Senador Nacional manifestaba en un discurso en el recinto legislativo: “Si los pobres se han de morir, que se mueran, porque el Estado no tiene misericordia”. “El Estado no tiene caridad, no tiene alma”. “La sociedad no puede responder de las personas que se encuentran en la indigencia”. “¿Qué importa que deje morir (se refiere al Estado) al que no puede vivir, al que no puede existir por sus desarreglos, por sus defectos?”. “Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, y cuando hay hijos muy dignos de la atención del Estado, a esos huérfanos no se les debe dar más que de comer”.
Esta brutal y si se quiere excelsa pieza de “darwinismo social”, no le perteneció a un ignoto político de aquella época. Tales expresiones le pertenecieron al controvertido “padre del aula”, al “maestro de América”. Le pertenecieron a Domingo Faustino Sarmiento. Sin duda estas manifestaciones, en boca de alguien tan reconocido (que desempeñó muchos cargos importantes y que llegó a ser presidente del país entre 1868 y 1874) habrán contribuido a fortalecer el desdén, el resentimiento, el odio mismo hacia los pobres.
Y si a alguien, entonces, como Eva Perón, se le ocurría ya en el siglo XX proponer y defender el “amor a los pobres”, el “amor a los humildes”, no podía sino más que recoger y concentrar -desde el injusto paradigma de la discriminación y desde sus apologistas y repetidores- el profundo y visceral odio hacia ella misma y a sus acciones en favor de los desposeídos.
Desgraciadamente persiste, en este 2013, una gran resistencia cultural y política para aceptar los valores de igualdad para todos los habitantes dela Nación.LaFundación Eva Perón y las asistentes sociales que se desempeñaron en la misma brindaron un firme testimonio en pro de dichos valores, a partir de su accionar concreto en la defensa y cristalización de los derechos sociales.
Diversas críticas se desplegaron acerca del accionar dela Fundación, tendiendo a relacionar sus prácticas con componentes voluntaristas, indiscriminados, anárquicos, espontáneos. O bien, dudas acerca de qué construcción de “institucionalidad” se llegó a consolidar, para evitar que todo lo realizado en materia asistencial se diluyera al desaparecerla Fundación.
En principio, es necesario destacar que la existencia dela Fundaciónabarcó sólo 7 años, de 1948 hasta 1955. Y el período principal, por la orientación y por el ímpetu que le imprimió su fundadora, fue de 4 años, desde 1948 hasta 1952 en que fallece Eva Perón. Una organización que asumió de manera masiva la atención de las problemáticas de los sectores más postergados y excluidos de todo el país, habría de requerir de mayores tiempos para arraigar y perfeccionar su funcionamiento. Resultó obvio que, después de septiembre de 1955, no se intentó continuar ni mejorar lo realizado, ni construir mayor “institucionalidad”, sino directamente descartar e interrumpir -con extrema irracionalidad y revanchismo- todo lo avanzado en materia asistencial.
Lo cierto es que Eva Perón logró instalar, a partir de su prédica y de su acción, la transgresora y profunda noción del “derecho a tener derechos”, habilitando la irrupción de un nuevo paradigma que revolucionó conceptualmente el modo de entender y encarar la cuestión social.
A pesar de la intensa y destacada labor que desarrollaron enla Fundaciónlas visitadoras y las asistentes sociales y de la nueva orientación que asumía a la asistencia como un derecho, la profesión en su conjunto no logró apropiarse de este avance conceptual que requería rescatar y valorizar importantemente la dimensión de “lo asistencial”, en el marco del proceso socio-educativo del Trabajo Social.
El propio Movimiento de Reconceptualización, que irrumpió a mediados de los años 60 y que constituyó el momento de quiebre y avance más importante de la historia profesional, no logró comprender ni procesar la enorme significación que implicaba (y aún implica) el “derecho a la asistencia” para la población involucrada en las prácticas del Trabajo Social.
Eva Perón, en “La razón de mi vida”, realizó una trascendente y profunda caracterización acerca de la índole estructural de las problemáticas sociales, cuando afirmó “Yo sé que mi trabajo de ayuda social no es una solución definitiva de ningún problema. La solución será solamente la justicia social (destacado mío). Cuando cada uno tenga lo que en justicia le corresponde entonces la ayuda social no será necesaria. Mi mayor aspiración es que algún día nadie me necesite…”.
Por cierto, la búsqueda y la consolidación de la justicia social, como paradigma distintivo del funcionamiento de una sociedad determinada, requerirá asumir profundos cambios estructurales en línea con los principios de igualdad que deben primar para todos los habitantes de una nación. Pero… mientras tanto, cabrá seguir asumiendo -con firme decisión y con la escala de recursos económicos suficientes- la perspectiva del afianzamiento y expansión creciente de los derechos sociales, como una contribución estratégica hacia la inclusión y la equidad deseada.
Resulta pertinente recordar que el Trabajo Social actual y sus agentes profesionales (las y los trabajadores sociales) mantienen vigente su posicionamiento en defensa de la justicia social, como valor central en la consolidación de sociedades dignas y, como tal, plenamente humanas.
Buenos Aires, Septiembre de 2013

martes, 3 de septiembre de 2013

NOTA DE RESPUESTA AL PROFESOR EMILIO DE ÍPOLA, publicada el 26/8/2013 en la Revista "La Tecl@ Eñe" de Buenos Aires, bajo el título "De 'progresistas', sapos y dinosaurios".  Prof. Norberto Alayón

DE “PROGRESISTAS”, SAPOS Y DINOSAURIOS

Estimado Emilio:

Por intermedio de la RevistaLa Tecla Eñe” y de la respuesta de Horacio González, he tomado contacto con tu nota “Triste Argentina” publicada en el diario “Perfil”.  Debo comentarte que no leo asiduamente “Perfil”; mi sabio médico personal Nelson Castro me prohíbe hacerlo. Y acepto la prohibición del Castro “argentino”, porque leer “Perfil” requiere de un muy buen estómago, excepto que uno se sienta contenido y/o coincidente con los propósitos de ese medio.

Aunque no somos puntualmente amigos, pero sí compañeros de trabajo en la Facultad, me sentí en alguna medida interpelado por tu interrogación final y, en consecuencia, fraternalmente me permito hacer algún comentario.

En principio, quiero referirme al título de tu nota, aunque no sé si lo pusiste vos o es responsabilidad del diario. ¿Por qué decís “Triste Argentina”?  Este no es un período “triste” de la Argentina. Este es un período de auge a pesar de las limitaciones (nacionales e internacionales) y, en ese sentido, es más esperanzador y precisamente por eso requiere ser apoyado, para afirmar lo logrado y tratar de avanzar en todo lo que falta. Este es un período complejo, contradictorio, de confrontación directa de propuestas, como no puede ser de otra manera en los procesos políticos y sociales.

¿Qué tiene de triste este momento de Argentina y del proceso iniciado en 2003?  ¿Que podría ser mejor, mucho mejor?, ¡chocolate por la noticia! Triste fue la dictadura cívico-militar del 76 apoyada activamente por muchos de los opositores de hoy y por varios de los medios de comunicación que hoy siguen operando tan activamente en contra del gobierno, en representación objetiva de los intereses más conservadores y reaccionarios. Si “La Nación”, y “Clarín”, y la Sociedad Rural Argentina, y los Grondona de diversa índole e intensidad están posicionados férreamente en contra del gobierno actual, seguramente es por los aciertos del gobierno y no por sus debilidades. Y ello debería facilitarnos a los “progresistas” el saber identificar con elemental lucidez en qué vereda tenemos que situarnos. No es nuevo que la derecha y cierta izquierda, tanto en Argentina como en Latinoamérica, hayan actuado y actúen en contra de los gobiernos nacional-populares.

Triste fue el menemismo con la enajenación brutal de la soberanía y el patrimonio nacional y la terrible pérdida de los derechos sociales más elementales. Triste fue el “aburrido” De la Rúa, por su esterilidad y complicidad continuista. Pero ninguna de esas tristezas pueden ser leídas e interpretadas a partir de las eventuales características personales o psicológicas de los actores. Lo que vale es el impacto concreto de cada proyecto, independientemente de las particularidades y caracterología de sus gestores. Un Videla menos adusto, un Menem menos frívolo, un De la Rúa más alegre, ¿hubiera cambiado el sentido de sus proyectos políticos?

La Argentina de hoy -a pesar de las enormes dificultades- al igual que Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Uruguay (aunque con matices importantes), está -y así debe sentirse- más cerca de la “alegría” que de la “tristeza” que pregona tu nota. ¿Cuándo tuvimos en Latinoamérica un momento de alza en la resistencia antiimperialista como el actual? ¿Cuándo tuvimos un proceso extendido a varios países de recuperación de los derechos más básicos de amplísimas capas de la población?  Es el poder imperial mundial el que no está precisamente muy “alegre” con estos procesos (nacionales y populares, a pesar de sus contradicciones) que se registran en nuestros países.

Lo que le molesta a los sectores antipopulares (de adentro y de afuera del país) no es el tono, la enjundia, los calificativos que pueda utilizar la Presidenta. Estos sectores suelen ser más pragmáticos: lo que verdaderamente les preocupa son las medidas que se tomen en contra de sus intereses y privilegios, pero aprovechan -colocándose en el papel de víctimas- las adjetivaciones de las cuales son objeto como si eso fuera lo principal. Son lúcidamente hipócritas. Hacen como el periodista/showman Jorge Lanata (muy visto y reconocido también por delicados intelectuales) que aparenta candidez y pudor, enarbolando al mismo tiempo un muy educado y edificante “fuckiu”.

No propongo, por supuesto, obviar ni cercenar las críticas, pero hay que tener muy en claro que una cosa es criticar para avanzar y profundizar y otra -muy distinta- criticar para retroceder. ¿Quién puede creer que La Nación, Clarín, Perfil, la Sociedad Rural, Grondona, critican para avanzar? Muchos intelectuales de izquierda, bien intencionados, terminan de hecho colaborando con la prédica y finalmente con las acciones de los sectores más antipopulares. El ejemplo de la Unión Democrática de 1945, con la Alianza de los partidos Unión Cívica Radical, Socialista, Comunista y Demócrata Progresista, fue patético.

No es necesario ser demasiado perspicaz para entender que si el proyecto actual (aun con sus limitaciones) fracasara, el proyecto que lo sucederá estará más a la derecha y no más a la izquierda. ¿Qué fuerza política de hoy día puede superar la perspectiva del gobierno actual? Por ejemplo, ¿Binner, que dijo que hubiera votado al empresario pro-imperialista Capriles de haber sido venezolano? Binner, como tantos otros “bienpensantes”, hubiera estado en 1945 en la primera fila de la argamasa antipopular.

Existe, por cierto, una responsabilidad moral e intelectual, de la cual deberán hacerse cargo, en aquellos que contribuyen al debilitamiento de los proyectos populares, haciéndole el juego -aun impensadamente- a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Respecto a tu último párrafo sobre los “progresistas” y los “sapos”: ser “progresista” en abstracto resulta una categoría fantástica por lo presuntamente impoluta. Ser “progresista” en concreto implica tener los pies sobre la vida real que es un poco más desprolija que el limbo. Los “socialistas”, los “comunistas”, los “marxistas” generalmente tuvieron dificultades para comprender la progresividad histórica de los movimientos nacionales y populares en los países semi-coloniales como los nuestros. Para todo progresista cierto en Argentina, será saludable -aun con críticas- apoyar a este proceso.

En cuanto a los sapos: ¿en qué proceso político, en qué época, en qué país del mundo, no hubo o no hay que “tragar sapos”?  Por ejemplo, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, ¿qué tamaño de sapo tuvimos que tragar cuando promulgó las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida?

Estimado Emilio: estoy seguro, lamentablemente, que si llegara a avanzar y triunfar alguno de los otros proyectos principales que están en las gateras, ya no vas a tener que tragar sapos; vas a tener que tragar (y también yo) dinosaurios. Pero además me preocupa que los dinosaurios más grandes y putrefactos se los van a tener que tragar, no vos ni yo, sino los sectores sociales históricamente más castigados.

Te mando un saludo cordial,


Norberto Alayón
Trabajador Social. Profesor Titular-Facultad de Ciencias Sociales (UBA)


Buenos Aires, agosto 26 de 2013.

jueves, 4 de julio de 2013

LOS TRABAJADORES SOCIALES: ¿CÓMO NOS LLAMAMOS?

LOS TRABAJADORES SOCIALES: ¿CÓMO NOS LLAMAMOS?


                                                                                                                                Norberto Alayón (*)


(*) Lic. en Trabajo Social. Profesor de la
    Carrera de Trabajo Social de la UBA.


El título que reciben los agentes de una determinada profesión no expresa todo acerca de su quehacer y significado, pero la adopción de una u otra denominación es igualmente indicativa de ciertas orientaciones, tendencias y posicionamientos acerca de su labor, funciones y objeto. Las denominaciones no idénticas para una misma profesión, como se registra en el campo del Trabajo Social, dan cuenta de un proceso histórico interesante de revisiones y redefiniciones que se fueron produciendo a partir del cuestionamiento de sus prácticas en el abordaje de la cuestión social.

¿Cómo nos denominamos quienes representamos a esta profesión? La profesión es ¿Servicio Social o Trabajo Social?  Sus agentes son ¿asistentes sociales o trabajadores sociales?  O bien: ¿asistentes sociales y trabajadores sociales son lo mismo y cumplen las mismas funciones en los diferentes ámbitos institucionales?

Tradicionalmente, en Argentina, las carreras o escuelas de Asistencia Social formaron a los asistentes sociales. Más tarde las escuelas o institutos de Servicio Social titularon trabajadores sociales, pero también asistentes sociales. Los centros académicos universitarios, públicos y privados, formaron asistentes sociales y trabajadores sociales; y también licenciados en Servicio Social y licenciados en Trabajo Social y doctores en Servicio Social y, más recientemente, en Trabajo Social.

Los centros de formación que adoptaron el nombre de Asistencia Social, graduaron -en correlato con su denominación- a asistentes sociales, pero no a trabajadores sociales. Los centros que impulsaron el nombre de Servicio Social no graduaron a servidores sociales, pero sí, indistintamente, a asistentes sociales y a trabajadores sociales. Los centros que asumieron la denominación de Trabajo Social graduaron exclusivamente a trabajadores sociales.

Actualmente, en la gran mayoría de las universidades públicas se ha adoptado el término Trabajo Social para denominar la carrera. No obstante, por ejemplo, hay casos como el de la Universidad Nacional del Comahue, en donde en sus dos sedes (General Roca, Río Negro y Neuquén) se cursa la Licenciatura en Servicio Social, dependiente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. O en la Universidad Nacional de Mar del Plata donde también se cursa una Licenciatura en Servicio Social, con la particularidad además de que dicha licenciatura depende de la Facultad de Ciencias de la Salud y Servicio Social.

Por su parte, universidades privadas como la del Museo Social Argentino, del Salvador, John F. Kennedy, Morón, mantienen la denominación de Servicio Social, al igual que otras carreras de carácter terciario que dependen de obispados y ministerios provinciales.

En el espacio de la formación profesional, además de esta diversidad de denominaciones y títulos, se registran distintas estructuras académicas (Carreras, Departamentos, Institutos, Facultades) y también variadas dependencias funcionales (de universidades, ministerios, obispados). Particularmente en las instituciones de carácter público, la denominación de Trabajo Social y trabajador social ha venido ganando preponderancia en relación a la de Servicio Social y a la de asistente social.

Asimismo, cabe mencionar que existe una Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social (FAUATS), aunque no todos los centros de formación integran esta Federación de carácter nacional.

En cuanto a las organizaciones de carácter gremial, observamos que las denominaciones que asumen quienes integran la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS), la cual adoptó para sí el término “Servicio Social”, expresan -a la vez- esta heterogeneidad.

En principio, resulta ilustrativo señalar que de las 24 organizaciones regionales que componen la FAAPSS se reconocen como Consejos: 5 (CABA, Formosa, La Pampa, La Rioja y Santa Cruz); como Asociación: una (Mendoza); y las 18 restantes como Colegios.

Las denominaciones puntuales que adoptan dichas organizaciones son las siguientes:

Servicio Social o Trabajo Social: 4 (CABA, Salta, Tierra del Fuego y Tucumán).

Servicio Social: 7 (Chaco, Córdoba, Jujuy, Misiones, Neuquén, San Juan y San Luis).

Trabajo Social: 4 (Chubut, Santa Cruz, Santa Fe-2ª Circunscripción y Santiago del Estero).

Asistentes Sociales o Trabajadores Sociales: 1 (Provincia de Buenos Aires).

Asistentes Sociales: 7 (Catamarca, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Río Negro y Santa Fe-1ª Circunscripción.

Trabajadores Sociales: 1 (Mendoza)

A esto debe agregarse el caso de la profesión en la provincia de Corrientes, donde en noviembre de 2012 se aprobó una ley que crea el Colegio de Trabajadores Sociales provincial. Podría añadirse también, seguramente entre otros tantos casos, la existencia en la ciudad de Lincoln, provincia de Buenos Aires de la Agrupación de Profesionales en Trabajo Social de Lincoln (APTSOL).

De vieja data (de la década de los 60 del siglo pasado) es la tensión y disputa por la denominación que debía asumir esta profesión y sus profesionales. El tiempo y una mayor y mejor objetivación de cierta esterilidad que generaban estas divergencias sobre aspectos tal vez secundarios, fueron acercando las posiciones y licuando las diferencias formales.

No obstante, en esas épocas, detrás de las discrepancias y desacuerdos (por sobre la banalidad de algunas argumentaciones) existió un fuerte conflicto y debate por la función, los objetivos, los aspectos metodológicos, que habrían de caracterizar a la profesión según las diversas posiciones. Cabe destacar que, en la actualidad, han perdido vigencia las discusiones conceptuales por la pertinencia de unas u otras denominaciones, pero no la capacidad de autorreflexión y revisión de su práctica en el interior de la profesión.

Como anécdota personal, recuerdo que hacia 1966 o 1967 quise afiliarme al Colegio de Asistentes Sociales que funcionaba en la ciudad de Buenos Aires, pero no fui admitido porque mi título era de trabajador social y dicha asociación sólo aceptada en su seno a los graduados con título de asistente social.

En abril-mayo de 1966, la Editorial ECRO de Buenos Aires publicó el número 7 de su revista “Hoy en el Servicio Social”. El editorial de dicha revista, firmado por el colega Alberto Dufour, se tituló “Asistentes y/o Trabajadores Sociales”, y en el mismo se despliegan diversas consideraciones y argumentaciones acerca de esta controversia que mantenían los profesionales de esa época. Dicha Revista, cuyo primer número data de diciembre 1964/enero 1965, mantuvo la denominación de Servicio Social hasta su número 19-20 de enero/marzo de 1971. A partir del número 21 (de julio de 1971) pasa a llamarse “Hoy en el Trabajo Social”, hasta el número 34 (el último), de diciembre de 1977.

Por su parte, la Editorial Hvmanitas también de Buenos Aires, publicó desde marzo de 1968 la revista “Selecciones del Social Work”, la cual pasó a denominarse “Selecciones de Servicio Social” a partir de su número 9, de marzo de 1970, manteniendo el mismo nombre hasta el número 36 (el último que se publicó), correspondiente al tercer cuatrimestre de 1978.

En el ámbito latinoamericano, en el año 1965 se fundó en Lima, Perú la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Servicio Social (ALAESS), la cual en 1977 en Santiago de los Caballeros, República Dominicana adoptó el término Trabajo Social y pasó a denominarse Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS). Finalmente, esta misma organización volvió a cambiar de nombre, en Santiago de Chile en el año 2006, transformándose en la actual Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social (ALAEITS).    

En el espacio de las instituciones, suele predominar -aún hoy- la denominación de Servicio Social, por sobre la de Asistencia Social o Trabajo Social. En la invocación de la mayoría de la población, el nombre que prevalece es el de asistente social y no el de trabajador social. Inclusive todavía, en ocasiones, se hace referencia a este profesional como a “la Visitadora Social”. En los hospitales, en los tribunales, en las escuelas, en las municipalidades, existen -y como tal son claramente reconocidas e identificadas- la “oficina de Servicio Social”, o el “área de Servicio Social”, o directamente “el Servicio Social”. Son frecuentes las expresiones que se emplean en las instituciones, referidas -por ejemplo- a que “tiene que pasar primero por el Servicio Social”, o vaya a “la oficina de Servicio Social”.

En las normativas institucionales, en los llamados a concursos, en los formularios administrativos, con frecuencia se menciona la categoría “asistente social” y no “trabajador social”. Los profesionales de otras disciplinas, en particular los menos jóvenes, también suelen hacer referencia a la asistente social, aunque ello va tendiendo a ser modificado básicamente a partir de las nuevas generaciones.

Recientemente una alumna (Janina Nieto), de los primeros años de la Carrera de Trabajo Social de la UBA, me narró un episodio sumamente interesante. Conversando con una médica de un hospital de una Obra Social Sindical de la ciudad de Buenos Aires, ésta le pregunta qué estudiaba, y la alumna le contesta “Trabajo Social”. La médica le responde “asistente social” y Janina le vuelve a contestar “no, trabajadora social”,  ante lo cual la médica la mira con grandes ojos de asombro y le dice "en el hospital donde yo trabajo las trabajadoras sociales son las prostitutas, porque cuando a ellas se les pregunta de qué trabajan, dicen "somos trabajadoras sociales". Mi alumna entonces me comenta, con cierta perplejidad: “la verdad sólo pensé y respondí que tendremos que buscar otro nombre; con ese estamos complicados...”.

La diversidad de denominaciones, ¿conspira contra una adecuada identificación y reconocimiento de nuestra profesión y de nosotros mismos como profesionales? Por cierto, hay que admitir que no es común que una misma profesión y sus agentes específicos tengan dos nombres: asistente social y trabajador social; y Servicio Social y Trabajo Social.

Probablemente para entender mejor las características y funciones de esta profesión resultará útil reconocer que el Trabajo Social termina siendo -en definitiva- lo que los trabajadores sociales o asistentes sociales hacemos concretamente en nuestras prácticas. Será importante también reparar en cómo “nos ve y cómo nos caracteriza y define” la sociedad y en particular los sectores sociales con los cuales trabajamos directamente, cotejando a la vez con nuestra propia percepción acerca de lo que es o debería ser la profesión.

Aspiramos a que estas breves consideraciones, de carácter general, puedan conducirnos a revisitar los procesos de institucionalización de la profesión, las diversas denominaciones en el transcurso de su historia, cómo se nos ubica y reconoce socialmente, cómo nos posicionamos y definimos nosotros mismos, y tal vez -también- puedan contribuir a reflexionar sobre nuestra propia identidad y función, en esta segunda década del siglo XXI.


Buenos Aires, junio de 2013.