viernes, 13 de mayo de 2022

 Comparto la PRESENTACIÓN que realicé de la conferencia que el Dr. MARIO BUNGE brindó,  en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, el 3 de mayo del 2000.

“Nuestra Facultad de Ciencias Sociales se honra hoy al poder tener entre nosotros al Prof. Mario Bunge, quien nos brindará una conferencia acerca del interrogante "¿Es posible la unificación de las ciencias sociales?".

La distinguida trayectoria -nacional e internacional- del disertante, nos predispone ávidamente para recibir sus aportaciones acerca de la fragmentación de las ciencias sociales y la necesidad de la unificación de las mismas.

La ciencia social, con frecuencia, concita posiciones encontradas y hasta contradictorias. Es valorada y subestimada. Se la pondera y se la desprecia. Se la considera necesaria y, paralelamente, se cuestiona su utilidad.

Muchos científicos de otros campos, a menudo, son muy duros e hipercríticos acerca de las aportaciones de las ciencias sociales o bien, casi socarronamente, las consideran como una suerte de mal ineludible con el cual hay que convivir.

Que la propia Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (la nuestra) sea la décimo tercera (más allá del número fatídico) y última en haberse creado -recién en 1988- algo indica acerca del reconocimiento formal que la sociedad depara a nuestras disciplinas. Previo a la creación de esta nueva Facultad se discutió mucho acerca de la pertinencia de aglutinar, en un mismo ámbito académico, a las carreras de la Facultad de Filosofía y Letras y aún a la propia Facultad de Ciencias Económicas. La decisión final dispuso la conformación de esta Facultad sobre la base de cinco carreras, las mismas con las que contamos en la actualidad.

El análisis acerca de las características y del funcionamiento de nuestras sociedades (función básica de las ciencias sociales) provoca sentimientos y reacciones duales. Por eso también las ciencias sociales son reconocidas o temidas. Porque tienden a cuestionar o a convalidar los diferentes modelos de funcionamiento social.

Las enormes potencialidades del pensamiento crítico, libre, diferente, genera zozobra en los sectores conservadores, renuentes a los cambios y fundamentalmente resistentes al cuestionamiento y/o pérdida de sus privilegios.

La sola vigencia de la democracia los altera y los pone sobreaviso. Por eso, en los períodos antidemocráticos son tan fuertemente combatidas las ciencias sociales y cercenada la posibilidad de su expansión y la existencia misma de los centros de formación.

No hace demasiado tiempo, un militar golpista que dio sustento a la dictadura instaurada en 1976, que fue Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y que ahora nuevamente es intendente de un Partido del Gran Buenos Aires, expresó que "la duda es la jactancia de los intelectuales". Es cierto, que no sólo a los cientistas sociales nos involucra ese sesudo pensamiento, pero tiene especial incumbencia para nuestro campo profesional.

La interrogación permanente, como hábito de los científicos, es un instrumento poderoso de progreso y un antídoto también contra los fundamentalismos políticos o religiosos que tanto daño han causado y causan a la humanidad.

El ex Presidente de la Nación Carlos Saúl Menem llegó a  manifestar, con gran unción: "nadie nos sacará de este camino [...] estamos obedeciendo un mandato de Dios".

Las ciencias sociales, y en particular la ciencia política (aunque también se cruza con la psicología en este caso) puede encontrar en este relevante episodio un ámbito de especial interés para contribuir, con su reflexión, al análisis de: a) las eventuales consecuencias inmediatas o mediatas de tal invocación; b) el debilitamiento de la racionalidad política que propicia este tipo de declaraciones; c) la depositación de la voluntad popular y del destino de las naciones, en individualidades que proponen alternativas místicas y demagógicas que tienden a reemplazar el debate político.

Hoy, como siempre o tal vez más que nunca, la sociedad espera de sus cientistas sociales aportes lúcidos para develar la compleja realidad actual y para sugerir, también, cursos de acción que ayuden a concretar aquellos viejos y nuevos anhelos de construir sociedades más justas, más libres, más solidarias; en suma, más humanas.

La presencia del Prof. Bunge entre nosotros, coincide con el proceso de discusión que hemos impulsado en nuestra Facultad  tendiente a la transformación académica, debiendo analizarse la posibilidad de conformación de áreas  de conocimiento y años en común para las cinco carreras de la Facultad, cambios curriculares, materias optativas, relación grado-posgrado e investigación, prácticas de acción social o extensión para todos los alumnos, presencia de la Facultad en la sociedad, etc.

Creemos que sería muy importante poder plasmar sólidos criterios de organización por áreas de conocimientos comunes de enseñanza, investigación y extensión para toda la Facultad.

Seguramente, muchos de estos temas podrán ser filosamente abordados por el vigoroso pensamiento de nuestro invitado de hoy.

Le damos, entonces, al Dr. Mario Bunge la bienvenida a nuestra Facultad y le anticipamos nuestro agradecimiento por su colaboración académica”.

NORBERTO ALAYÓN (3/5/2000)

 

 

 

 

 

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