INTERVENCIÓN EN EL PROGRAMA "SANTOS Y PECADORES". RADIO AMÉRICA 1190. BUENOS AIRES. 26/08/2015.
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SE AGRADECE COMPARTIR.
jueves, 27 de agosto de 2015
viernes, 14 de agosto de 2015
"La AUH no es un Plan Social". Nota publicada en el diario "Página 12". Buenos Aires. Agosto 14 de 2015.
Norberto
Alayón
Profesor
Titular Regular – Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Con bastante recurrencia podemos escuchar o leer
afirmaciones, inclusive de funcionarios públicos nacionales, que definen y
caracterizan a la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social (AUH) como
un Plan Social.
Creemos que resulta conveniente resaltar, en principio, que la AUH no es un Plan Social. La AUH es una importante política pública, del
campo de la seguridad social, que construye un derecho, con perspectiva
universal, de impacto significativo en el ingreso de los hogares de los/as
trabajadores más desprotegidos.
Planes asistenciales focalizados de mera mitigación y
control social y flexibilización laboral, precarización y desempleo, definieron
la contundente y perversa esencia del neoliberalismo de los 90, que tanto
perjuicio le generó al país y a la región. Pérdida o reducción de derechos y
planes sociales constituyeron las dos caras de una misma moneda.
Sin embargo, no se trata de desmerecer indebidamente a la
asistencia social a las familias que no disponen de los recursos para
satisfacer sus necesidades mínimas, como meras medidas populistas, coyunturales
y paliativas, que no atacan a fondo las diversas problemáticas derivadas de las
situaciones estructurales que generan pobreza y exclusión. Cabe recordar una
obviedad: la única manera de atacar a
fondo la pobreza es atacando a fondo al sistema capitalista.
De los sectores sociales que se resisten a aceptar una cabal
democracia para todos, parten las
expresiones de estigmatización y rechazo hacia quienes reciben asignaciones
estatales, haciéndolos históricamente objeto de diversos mitos y falsedades:
que son vagos y no quieren trabajar; que la ayuda económica que reciben la
destinan a bebidas alcohólicas o “que se va a ir por la canaleta del juego y de
la droga”; que las niñas y adolescentes “se embarazan a propósito para cobrar
la asignación por hijo”, etc.
Por todo ello, además de la diferencia conceptual entre
planes sociales y políticas de seguridad social, resulta necesario esclarecer
las características y alcances de estas medidas, contribuyendo a desterrar
prejuicios y posicionamientos de clase, tendientes a preservar los privilegios
de aquellos sectores sociales que pretenden negar el legítimo derecho de todos los ciudadanos a tener una vida
mejor.
Cuando todos los trabajadores formales (aún los que perciben
sueldos importantes) cobran el salario familiar (prenatal, licencia por
maternidad, hijo, hijo discapacitado, ayuda escolar, matrimonio, nacimiento,
adopción), o desgravan cargas sociales del impuesto a las ganancias, no se
escuchan voces críticas y despectivas o imputaciones de que se estaría
recibiendo un clientelístico plan social o bien que ese ingreso extra sería
destinado a vicios o a gastos superfluos. Y está bien que así sea, porque
estamos en presencia de una política (por suerte consolidada desde hace tiempo)
de seguridad social. Pues bien: lo mismo acontece con la AUH , la asignación por embarazo
y más recientemente, por escolaridad y por nacimiento (el Programa Qnitas) que
vienen a consagrar para los trabajadores/as informales y los desocupados/as el
mismo derecho que tienen los asalariados formales.
Puede parecer ocioso enfatizar acerca de la importancia, en
la línea de la prevención, que adquieren las medidas dirigidas a mejorar la
calidad de vida de la infancia y la adolescencia. Alimentar, atender la salud y
educar a todos los niños y adolescentes, son las cuestiones básicas que hay que
garantizar para contribuir a la consolidación de una sociedad más justa y
democrática, y para prevenir también nocivas consecuencias futuras, de difícil o
hasta a veces imposible resolución.
Para las corrientes neoliberales, los derechos dependen del
mercado; es decir, no hay derechos, sino capacidad (o no) de consumo. El
derecho al trabajo, a condiciones dignas para el mismo y a la seguridad social
y protecciones ante avatares de la vida, exige la intervención del único órgano
con capacidad de imponerlo legítimamente, que es el Estado y por la ley.
Buenos Aires, agosto de 2015.
lunes, 20 de julio de 2015
Nota
"Marx y el desarrollo capitalista en Argentina", publicada en
el Diario "Página 12" (Suplemento Económico
"Cash"). Buenos Aires. Julio 19 de 2015.
MARX Y EL DESARROLLO CAPITALISTA EN
ARGENTINA
Norberto Alayón
Profesor Titular Regular – Facultad
de Ciencias Sociales (UBA)
El 25 de julio de 1867, en Londres,
el alemán Carlos Marx escribió el Prólogo a la primera edición de su obra “El
Capital – Crítica de la economía política - Tomo I” (Fondo de Cultura Económica,
México DF, 1987, Vigésima reimpresión).
Advirtió que “Allí donde en nuestro
país la producción capitalista se halla ya plenamente aclimatada, por ejemplo en
las verdaderas fábricas, la realidad alemana es mucho peor (sic) todavía que la inglesa,
pues falta el contrapeso de las leyes fabriles. En todos los demás campos,
nuestro país, como el resto del occidente de la Europa continental, no sólo
padece los males que entraña el desarrollo de la producción capitalista, sino
también los que supone su falta de desarrollo. Junto a las miserias modernas,
nos agobia toda una serie de miserias heredadas, fruto de la supervivencia de
tipos de producción antiquísimos y ya caducos, con todo su séquito de relaciones
políticas y sociales anacrónicas
(sic). No sólo nos atormentan los vivos, sino también los muertos. Le mort saisit le vif!
(sic)”.
Marx reconoce, aunque sin defender
al capitalismo por supuesto, que existía un doble y simultáneo sufrimiento: por
la presencia del capitalismo y también por la falta de desarrollo
capitalista.
Cien años después, el destacado
dirigente de la izquierda nacional en Argentina Jorge Enea Spilimbergo argumentó
que “nuestro capitalismo, fundado en la estancia y no en la fábrica, es un
capitalismo del atraso, colonial, desprovisto de estructura y de técnica
capitalistas” (“El socialismo en la Argentina ”, Ediciones Octubre). Agregando que “la
oligarquía terrateniente, pese a ser una clase capitalista, se yergue como
obstáculo formidable opuesto al desarrollo capitalista, es decir al proceso de
acumulación de las fuerzas productivas”.
Para la misma época en Argentina,
José Luis Madariaga (“Introducción al socialismo”, Ediciones Octubre)
refiriéndose a la oligarquía, afirmaba que “es una clase capitalista (sic) que se funda en la
explotación del proletariado rural. Pero la fuente de sus ganancias no es la
plusvalía, sino la renta diferencial
(sic). La propiedad privada sobre la tierra, bajo el capitalismo, permite al
terrateniente embolsarse una renta, que deriva de su monopolio sobre la tierra.
Esa renta es diferencial cuando la fertilidad de la tierra permite producir a
costos más bajos que los costos promedio de todas las tierras en producción.
Como los precios de los productos agropecuarios se fijan en el mercado mundial,
en su determinación entran tierras menos fértiles. La oligarquía argentina, por
la gran fertilidad de las tierras pampeanas, pudo embolsarse una enorme renta
diferencial. Así, no tenía interés en reinvertir sus beneficios en el proceso
productivo. Malgastó esa renta en consumos improductivos y de lujo, que
importaba de Europa. Al revés de la oligarquía, la burguesía tiende a la
ampliación del mercado interno y la acumulación de la plusvalía. La oligarquía
es librecambista, enemiga del proteccionismo industrial y, por eso, enemiga del
desarrollo de un capitalismo industrial autónomo”.
Spilimbergo, en su texto, agregó que
“por cobarde, capituladora y estéril que haya sido, y seguramente será, la
política de la burguesía argentina, hay una contradicción insoslayable entre la
ley de la acumulación burguesa y del
mercado interno (sic), por un lado, y la ley de consumo de la renta (sic), por el
otro”. Rematando que “es la frustración de un desarrollo capitalista y no la
plétora de capitalismo, el origen de la crisis argentina”.
Como vemos, el carácter parasitario
y ocioso de nuestra tradicional oligarquía, que se constituyó como una suerte de
“clase capitalista no burguesa”, obstaculizó el desarrollo industrial del país,
manteniendo en muchos casos relaciones de tipo cuasi feudal. La enorme riqueza,
obtenida por las grandes extensiones de campos y por la renta diferencial de la
tierra, condujo a estos sectores a evidenciar un comportamiento exento de
“dinamismo burgués” y antiindustrialista. Con semejantes ganancias, los
terratenientes no estaban interesados en reinvertir sus
beneficios.
Tal vez, de este origen
“naturalmente perezoso” de la oligarquía, nuestras burguesías nacionales hayan
encontrado una suerte de modelo productivo a imitar, ligado a la búsqueda de
ganancias desmedidas, con un mínimo de riesgo e inversión o bien aprovechando
protecciones, prebendas, abusos y saqueos sobre el Estado para que respaldara
sus intereses privados, por sobre el bienestar del conjunto de la sociedad. Con
frecuencia, esta violación de la esencia misma del funcionamiento capitalista,
ligada a la inversión y al riesgo, constituye una conducta irredimible: quieren
ganar fortunas -y además en el menor tiempo posible- sin correr prácticamente
ningún tipo de riesgos.
En Argentina, en el 2015 y en el
contexto de un capitalismo dependiente, permanece vigente la tensión entre las
propuestas de cierto desarrollo sólo para algunos, con exclusión y pobreza para
muchos y, por otro lado, las propuestas de mayor inclusión y redistribución más
equitativa de la riqueza, conjuntamente con la superación de niveles de atraso,
incompatibles con la necesaria consolidación de un país
desarrollado.
Potenciar la industrialización;
mejorar la insuficiente infraestructura; multiplicar las obras públicas;
rescatar el control y explotación de los recursos naturales; administrar con
sentido nacional los servicios estratégicos de transporte, comunicación,
vivienda, educación, salud; fortalecer el desarrollo científico y tecnológico;
entre otros, constituyen desafíos insoslayables en la perspectiva de avanzar en
el intento de recuperación de mayor soberanía, de mayor independencia y de mayor
igualdad.
Claro que a las conservadoras
concepciones que históricamente bregaron por el bienestar sólo de algunos pocos
y, en espejo opuesto, por el malestar de muchos otros, se les adicionó el
fundamentalismo neoliberal de los 90 que arrasó escandalosamente con bienes y
derechos conquistados con el esfuerzo y la lucha de las generaciones
precedentes. Como agudamente describe el sociólogo portugués Boaventura de Sousa
Santos “el neoliberalismo, basado en el capital financiero, es la versión más
antisocial del capitalismo”.
El politólogo brasileño Emir Sader
destaca que “El neoliberalismo buscaba destruir la imagen del Estado
-especialmente en sus aspectos reguladores de la actividad económica, de
propietario de empresas, de garante de derechos sociales, entre otros- para
reducirlo a un mínimo, colocando en su lugar la centralidad del mercado”. Y
enfatiza que “El Estado, refundado o reorganizado alrededor de la esfera
pública, es un agente indispensable para la superación de los procesos de
mercantilización diseminados por la sociedad”.
Despliega -asimismo- Sader, la idea
de que “Democratizar nuestras sociedades es desmercantilizarlas, es transferir
de la esfera mercantil hacia la esfera pública, la educación, la salud, la
cultura, el transporte, la habitación; es rescatar como derechos lo que el
neoliberalismo impuso como mercancía”.
En el mes de noviembre de 2014 se
llevó a cabo, en Buenos Aires, un encuentro organizado por un denominado Foro de
Convergencia Empresarial. En ese evento, en el que participaron los directivos
de las principales compañías del país, intervino el representante de la
importante empresa argentina Techint (que tiene fijado su domicilio en
Luxemburgo), la cual presidida por el ítalo-argentino Paolo Rocca se dedica
especialmente a la fabricación de caños sin costura, destinados a la industria
petrolera.
Con brutal sinceridad, el
representante del Grupo Techint expresó que “El mercado le va a ganar al
Estado”. Fantástica convicción que pone en evidencia el posicionamiento
ideológico-político de este tipo de empresarios que, a la par de lucrar con el
Estado, simultáneamente se proponen debilitar y “derrotar” al Estado, si éste no
se somete de manera dócil y cómplice para garantizarles sus enormes
ganancias.
Seguramente, estos empresarios
tendrán añoranzas de otros períodos, de otros gobiernos y de otros funcionarios
que servían más puntualmente a los intereses de las empresas “argentinas”. Deben
extrañar al Dr. Juan Alemann, quien fue secretario de Hacienda del dictador
militar Jorge Rafael Videla y del dictador civil José Alfredo Martínez de Hoz,
cuando afirmaba con convicción que “… en definitiva, el Estado es el socio
oculto de todas las empresas privadas”. En algunos momentos de la historia, el
Estado opera como el “socio oculto” de las empresas privadas y en otros como el
“socio desfachatado” que ya no necesita disimular, momentos en los cuales los
sectores del gran capital despliegan obscenamente sus enormes privilegios, con
toda soberbia y hasta como si se tratara de un hecho “lógico y normal”. Muchos
empresarios “nacionales” se enriquecieron de manera exponencial e inimaginable
con los negocios que encararon con el Estado o con la protección del Estado,
especialmente durante la dictadura cívico-militar y luego con el menemismo.
Estos sectores no soportan la
existencia de un Estado que tienda siquiera a regular los intereses no idénticos
entre el capital y el trabajo. Quieren un Estado que sólo exprese y defienda sus
intereses, al cual puedan condicionar y hasta conducir para imponer con
impudicia las reglas y los intereses del mercado. De ahí se desprende su
desmedido y sistemático afán de debilitar a todo aquel Estado que intente
ponerle límites a su voracidad. En definitiva, el resultado que buscan sería:
cuanto menos Estado, más mercado.
Certeramente, Sousa Santos afirma
que “El Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad monstruo, pero, sin él,
muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de ángeles
indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca”.
Muchas de las críticas despiadadas a
la presencia fuerte y extendida del accionar del Estado y que propagandizan las
eventuales bondades de un “Estado mínimo”, apuntan -elíptica o abiertamente-
hacia la transformación del Estado y su desmantelamiento como garante del
bienestar general, tal como debe ser una de sus funciones básicas. Si está
“ausente” o defecciona el Estado como equilibrador de los intereses de los
distintos sectores, la cruel y voraz lógica del mercado se impondrá muy
fácilmente, sin que nada, ni nadie pueda controlarla o
atenuarla.
En rigor, los Estados nunca están “ausentes”. Por presencia o por
“ausencia”, los Estados siempre están presentes. En el auge del neoliberalismo,
nuestros Estados no se “achicaron”; lo que aconteció es que redefinieron sus
objetivos y su presencia activa se direccionó abiertamente hacia la defensa de
los intereses de los sectores de mayor concentración y poder económico. Era
cierto aquello de que detrás de la propuesta de los Estados “mínimos”, estaba la
ambición de que se transformaran en Estados máximos…pero del capital, vulnerando
la noción de bienestar general y erosionando impúdicamente los principios de
equidad y solidaridad. En idéntico sentido operaba aquella perversa promesa,
impulsada exitosamente por la dictadura y luego por el menemismo, de que
“achicar el Estado es agrandar la nación”.
Capital y trabajo son los factores esenciales en la generación de
riqueza. Ambos debieran ser considerados y valorados como simétricos e
igualables, en la perspectiva de la vigencia de relaciones humanas que
dignifiquen la vida social y la existencia de sociedades verdaderamente
democráticas en pos de un mundo sustentable para todos.
Es sabido que la lógica y la
“racionalidad” del capitalismo se centra irreductiblemente en la búsqueda
denodada del lucro y la acumulación, sobre la base de la expoliación de la
productividad del trabajo de otros. Si la acumulación por parte de un sector
social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza y en una
distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores ricos y
pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias características
del modelo de funcionamiento social. De ello se deriva la existencia de
sociedades duales, con polos opuestos de altísima concentración de riqueza por
un lado y de enorme concentración de exclusión y pobreza por el otro.
Ante ello, un Estado -con vocación
política dirigida a proteger el interés nacional y popular- no puede prescindir
de regular y supervisar el accionar de los sectores del capital. La política, en
representación del interés general, debe primar por sobre el comportamiento de
las empresas y de los empresarios.
En la actual coyuntura nacional e
internacional, se requiere de un Estado que, aún capitalista aunque perfilando
un futuro no capitalista, opere decididamente como garante pleno del interés
general de la sociedad, y especialmente de los sectores más vulnerados, por
sobre el interés privado de los sectores del capital.
En suma, un Estado que pueda sentar
las bases para ir construyendo una democracia sólida y vigorosa, con plena
inclusión y derechos sociales extendidos, lo cual configurará estratégicamente
otro tipo de sociedad, otro tipo de sistema social, que se aleje del capitalismo
actual.
Buenos Aires, Julio de
2015.
jueves, 16 de julio de 2015
VOTARÉ A
LABRUNA Y LOUSTEAU
Cabe aclarar, para los más jóvenes o
para los no futboleros, que Ángel Labruna fue un gran jugador de River Plate y
que Loustau (Félix, apodado Chaplín) integraba ?La Máquina? como wing izquierdo.
No sé si el joven Lousteau actual (el ?rulito?, según la inefable Lilita) jugará
al fútbol y si lo hará como wing. Como wing, eventualmente, podría ser; como
?izquierdo? ya sería más difícil. ?Rulito? tal vez sea zurdo para escribir o
para tomar la sopa, pero para pensar y actuar en política, no. Más bien, en
concreto, es ?derecho?, y hasta tal vez ?humano?, como su candidato final a
presidente de la Nación, el exitoso bailarín procesado (por su accionar, no por
sus excelsos pasos de baile) Mauricio Macri. Rulito no es de izquierda, pero
-hay que reconocer- podría llegar a transformarse en siniestro.
Y entonces, ¿por qué votaré, aunque
con pesar, a Martín Lousteau? Porque se trata de política y no de opciones
estéticas, principistas, abstractas. La opción concreta del domingo es Rodríguez
Larreta del PRO o Lousteau de ECO. No se trata de Recalde versus Larreta o
Lousteau. Ni mucho menos tener que optar entre Fidel Castro y la nueva indigna
?dama de hierro? Ángela Merkel.
El PRO y ECO son parecidos, pero no
idénticos. Que atrás (y adelante) de Lousteau está el Coti Nosiglia, la banda de
los Yacobitti, etc. es conocido. Del PRO, la nueva derecha ?lúcida? de
Argentina, articulada continental y mundialmente con lo peor del capitalismo
financiero, no es necesario agregar mucho más en la ocasión. El PRO es, sin
duda, el adversario principal que encarna lo más opuesto a cualquier proyecto
nacional y popular.
Votar en blanco, impugnar el voto o
no ir a votar aumenta los porcentajes de los candidatos. Si ganara Lousteau, por
cierto improbable, se debilitarían con contundencia las aspiraciones
presidenciales de Macri. Si la diferencia entre los porcentajes de Larreta y
Lousteau no resultara muy apreciable, ello podría minar las posibilidades de
Macri. En definitiva, no se trata sólo
de votar contra Larreta, sino fundamentalmente de votar contra
Macri.
Toda opción en política (valga la
redundante obviedad), es política. Sea el ?conciente? voto en blanco de la
ultraizquierda de Altamira del PO y del frente FIT; o del descreído y
?despolitizado? voto en blanco de cualquier ciudadano; o del voto en blanco o
impugnado de los ?principistas? que estiman que Larreta y Lousteau significan lo
mismo y que no quieren ?tragarse el sapo? de votar a ?Rulito?; todas esas
opciones contribuyen -aunque no lo deseen o no lo adviertan- a apoyar el
proyecto neoliberal más conservador y destructivo. Votar en blanco o no votar favorece al PRO
y eso no es bueno para el país, especialmente para los sectores históricamente
más vulnerados.
Puedo comprender que a mis amigos, y
simultáneamente ?enemigos?, hinchas de Boca Juniors les pueda resultar más
indigesto tener que votar al rulito mediático, pero a mí como ?gallina?, hincha
de River, me será un poquito más fácil este domingo votar a Labruna (perdón, a
Lousteau).
Buenos Aires, julio 16 de 2015.
martes, 7 de julio de 2015
Nota publicada en "La Tecl@ Eñe". Revista Digital de Cultura y Política. Buenos Aires. Julio de 2015.
http://www.lateclaene.com/#!norberto-ayaln-/clxv
http://www.lateclaene.com/#!norberto-ayaln-/clxv
¿OTRA VEZ EL FISCAL
NISMAN?
Norberto Alayón – Profesor Titular
Regular
Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Distintos grupos, organizaciones y
dirigentes políticos, de los más retardatarios y objetivamente antinacionales,
se han vuelto a aglutinar en una argamasa enfermiza, ganada por el odio y el
resentimiento y probablemente también por la desesperación. En esencia, son los
mismos que armaron y convocaron la marcha del 18F que intentaba “construir” un héroe y
un mártir en la figura del fiscal Alberto Nisman, tortuoso personaje ligado
estrechamente a la embajada de los Estados Unidos y a los servicios de
inteligencia.
Hoy, estos mismos sectores convocan
a una nueva marcha “republicana” (con reminiscencias de la “Unión Democrática”
de 1945/46) para el 7 de julio, apoyándose en el caso del juez Luis María
Cabral, tratando de “usar” a este magistrado y/o respaldándose
mutuamente.
Dicha marcha está activamente
promocionada, apoyada y convocada por la Asociación de Magistrados y
Funcionarios de la Justicia Nacional
conducida por el camarista antikirchnerista y convocante del
18F Ricardo
Recondo, junto a los fiscales Raúl Plee, Germán Moldes, Guillermo Marijuán,
Carlos Stornelli, José María Campagnoli, Ricardo Sáenz; por los diarios “Clarín”
y “La Nación ”
(a quienes no resulta higiénico caracterizar en esta ocasión); por Mauricio
Macri; por Elisa Carrió; por Ernesto Sanz de la UCR ; por Patricia Bullrich y Laura Alonso
del PRO; por Graciela Camaño de Barrionuevo y Facundo Moyano del Frente
Renovador de Sergio Massa; entre otros distinguidos
“patriotas”.
Aunque nada es totalmente escindible
(y menos en estas cuestiones de alto impacto institucional) podríamos desdoblar
el análisis en dos aspectos, al mero efecto de una mejor explicitación: el
jurídico y el político.
En cuanto a lo jurídico, veamos
algunos posibles interrogantes:
1)
¿Es
cierto que el doctor Luis María Cabral fue designado “a dedo” en 31 de agosto de
2011 en la
Cámara de Casación, como juez subrogante? ¿La ley establece que
la designación respectiva tendría que haberse realizada por sorteo? Y si fuera
ese el caso, ¿por qué el juez Cabral habría aceptado beneficiarse con un
procedimiento viciado de ilegalidad?
2)
El
reconocimiento profesional, laboral, salarial de los Camaristas, aunque sean
suplentes, ¿juega mucho en las aspiraciones de ascenso de los jueces de grado?
3)
El
mantener dos puestos como camarista y juez a cargo de otro tribunal ¿le resta
capacidad operativa e idónea administración de justicia a los
magistrados?
4)
¿Es usual
que en la
Justicia las suplencias (subrogancias) duren cuatro
años?
5)
¿El juez
Cabral no se presentó al Concurso, que ya está en etapa de sustanciación, para
designar a Camaristas titulares y regularizar el funcionamiento, evitando tener
que apelar a suplencias transitorias?
6)
¿Cabral
aspira a ser nominado como futuro integrante de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación ? ¿La oposición
antikirchnerista podría proponerlo?
Pero vayamos ahora, al otro aspecto,
el principal: al directamente político, inseparable de las cuestiones
supuestamente sólo “jurídicas”. Porque nadie puede desconocer que los jueces, y
especialmente los Camaristas y los Supremos, son actores políticos (de uno de
los tres poderes del Estado) de altísima relevancia e incidencia en los destinos
de un país.
Y entonces, formulamos estos otros
interrogantes:
1)
¿El
doctor Cabral, que no pierde en modo alguno su cargo de juez y que fue durante
varios años Presidente de la
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional ,
es o se transformó en un opositor al gobierno?
2)
Si es o
se transformó en un opositor al gobierno, ¿de ahí derivaría su intransigencia
para no aceptar la finalización de su suplencia que ya lleva casi cuatro
años?
3)
¿Los
convocantes y adherentes a la marcha del 7J, que encarnan las posiciones más
reaccionarias y degradadas de la política nacional, se quieren montar sobre
Cabral para golpear y debilitar al gobierno, especialmente en esta época de
campaña electoral? Si fuera así: ¿una vez “usado” Cabral (como lo usaron a
Nisman), cree el juez que obtendría el reconocimiento eterno de estos sectores y
lo incorporarían a sus distinguidos círculos de privilegios
varios?
4)
Si fuera
a la inversa, es decir si Cabral quisiera “usar” a estos grupos y sectores para
proteger y garantizar sus aspiraciones personales y políticas, ¿no le
importaría, en pos de sus objetivos, la catadura y las posiciones políticas de
sus circunstanciales “amigos”?
En cualquier caso, si la barbarie
opositora quiere “usar” a Cabral, o si Cabral quiere “usar” a la barbarie
opositora, o si ambos deciden actuar en forma conjunta en contra del gobierno,
podríamos sacar un par de conclusiones: en primer lugar que hay que tener muy
buen estómago y una gran plasticidad ética para soportar semejante convivencia.
Y en segundo término, que el episodio entraña una objetiva opción de hierro:
contribuir a sostener y profundizar un proyecto de corte nacional y popular o
contribuir al intento de restauración conservadora de los neoliberales de los 90
coaligados con lo peor del capitalismo mundial y herederos de la dictadura
cívico-militar-eclesiástica de Videla y Martínez de Hoz.
Eso sí, mientras seguimos el curso
de los acontecimientos, como dijera el patriota en serio Mariano Moreno, a la
marcha del 7J no asistiré “ni ebrio, ni dormido”.
Buenos Aires, Julio 1 de 2015.
lunes, 15 de junio de 2015
Nota publicada en "La Tecl@ Eñe" Nº 67. Revista Digital de Cultura y Política. Buenos Aires. Junio de 2015.
¡NUNCA MÁS LA GUERRA !
Norberto Alayón - Profesor Titular Regular - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
El diario conservador “La Prensa ” de Buenos
Aires, perteneciente a las tradicionales familias argentinas Paz y Gainza Paz,
publicó hace ya 16 años (el 24 de febrero de 1999), una significativa
información bajo el título “Las
universidades británicas invierten en fábricas de armas”.
Consignando el despacho en Londres (Especial) dio cuenta que
“Las universidades de Gran Bretaña han invertido parte de los fondos de
pensiones de sus empleados, el equivalente a 314 millones de dólares, en
empresas que fabrican armamento. La denuncia, formulada por la organización no
gubernamental Campaña contra el Tráfico de Armas, alcanza también a
asociaciones de beneficencia infantiles, que buscan los mejores réditos
económicos. Algunas casas de educación superior tienen participaciones a su
nombre en la misma industria, como por ejemplo Oxford y Cambridge”.
Como se puede observar en este caso, la perversa “lógica” con
la cual el sistema capitalista orienta y contamina el funcionamiento de la
sociedad en su conjunto, parece no habilitar límites morales o pedagógicos.
Educar y matar no aparecerían como algo contradictorio y reprobable para esas
universidades y asociaciones de beneficencia infantil.
Se trataría de obtener los mejores beneficios económicos,
desestimando la barbarie de las guerras, para poder cumplir mejor sus loables
objetivos educativos y asistenciales. Si para capacitar y asistir mejor a los
universitarios y a los niños británicos, hay que fortalecer la fabricación de
armas y la consecuente utilización de las mismas en todo tipo de guerras (casi
siempre en otros países), estamos en presencia de una flagrante degradación
ética de quienes presumen de “desarrollados”, “modernos”, “humanos”,
“democráticos”, “civilizados”.
Pareciera que “el fin, justificaba los medios” para esas
prestigiosas y mundialmente reconocidas universidades. Si para mejorar la
educación de los británicos, había (o bien hay) que contribuir a la matanza de
otros seres humanos en otras partes del mundo, nada se debe reprochar porque el
objetivo educativo final justifica cualquier tipo de comportamiento o rentables
participaciones económicas. No existiría contradicción ética alguna (eso sólo
cabría para los ilusos o los idealistas). En definitiva, para este tipo de
concepciones, el dinero lo justifica todo.
El corresponsal del diario “Página 12”
en Gran Bretaña, Marcelo Justo, publicó el pasado 20 de mayo una crónica dando
cuenta que la empresa norteamericana Boeing le vendió aviones de guerra a
Arabia Saudita por 29 mil millones de dólares. A la vez, otra empresa de
Estados Unidos (Lockheed Martin) vendió a Qatar misiles de defensa por 6.500
millones de dólares. Reproduce, asimismo, las declaraciones de Pieter Wezeman,
investigador del Instituto de Estudios de la Paz de Estocolmo, quien afirma que “los
vendedores de armas se comportan como cualquier otro negocio tratando de
activar la demanda de armas con técnicas de mercado”. Menciona, por otra parte,
que en Londres -cada 2 años- se lleva a cabo la feria más grande de armamentos
del planeta y que Estados Unidos es el mayor exportador de armas del mundo con
un 31 por ciento del mercado, secundado por Rusia con un 27 por ciento.
Ahora, el Papa Francisco acaba de manifestar en una
multitudinaria misa en Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, que “En nuestro
tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho
de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de
tercera guerra mundial combatida por partes y, en el contexto de la
comunicación global, se percibe un clima de guerra”. Criticó a aquellos que
“especulan con las guerras para vender armas” y exclamó “¡Nunca más la
guerra!”.
Determinados gobiernos promueven directamente el
armamentismo mundial y todo tipo de guerras e invasiones y luego cínicamente se
asombran y se escandalizan por las acciones (abominables por cierto) de
determinados grupos fundamentalistas y violentos, como si ellos fueran inocentes
“carmelitas descalzas”. Por ejemplo: ¿quiénes hacen jugosos negocios
comerciales y políticos con el actual Estado Islámico, vendiéndole sofisticadas
armas de gran poder letal? ¡Oh, los
Estados Unidos, Rusia y la
Europa “civilizada” y “civilizatoria”! ¡Oh, la “gran” Gran
Bretaña!
¡Qué pena -para decir lo menos y conteniendo la indignación-
que las destacadas universidades de Oxford y de Cambridge hayan incurrido en
ese tipo de comportamientos que describía el diario “La Prensa ”,
aprovechándose económicamente y a la par fomentando y legitimando el
armamentismo! ¿Estas y otras universidades continuarán, en la actualidad,
invirtiendo en empresas que fabrican armas, para proseguir con la destrucción
del mundo?
Buenos Aires, Junio de 2015.
miércoles, 1 de abril de 2015
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Nota "Apuntes sobre la
FAAPSS y Malvinas", publicada en La Tecl@ Eñe Nº 66, Revista
Digital de Cultura y Política (Buenos Aires, 31/3/2015).
APUNTES SOBRE LA
FAAPSS Y MALVINAS
Norberto
Alayón
Profesor Regular Titular – Carrera de Trabajo Social (UBA)
El 2 de abril se cumplen 33 años del intento de la dictadura
cívico-militar-eclesiástica que gobernaba al país, de recuperar la soberanía
sobre las Islas Malvinas (incuestionablemente argentinas), usurpadas por el
imperialismo inglés.
El nefasto y obsceno comportamiento histórico de Inglaterra
para con Argentina -en lo militar, en lo económico, en lo político, en lo
diplomático, en lo cultural- ha sido, sin lugar a dudas, un factor esencial que
atentó sistemáticamente contra las posibilidades de independencia y desarrollo
autónomo de nuestro país. Ese accionar permanente de la pérfida “Albion”,
justifica la caracterización negativa que muchos argentinos tenemos sobre
Inglaterra. Hicieron (y hacen) méritos de sobra para que se los considere como
lo que son: inveterados invasores imperiales, que presumen de democráticos y
progresistas.
Ni defensa de la dictadura argentina (¡todo lo contrario!),
ni labilidad y condescendencia para no definir a Inglaterra tal como
corresponde, según su malicioso accionar. Sí portamos nosotros una certeza
innegociable: la convicción del legítimo e imprescriptible derecho de soberanía
que nos asiste a los argentinos sobre las Islas Malvinas.
Pero estas líneas, aunque obviamente relacionadas con el
contexto de guerra de ese momento, no pretenden ahondar sobre el análisis
político del conflicto armado, que finalizó el 14 de junio de 1982. Simplemente
queremos rescatar y poner a consideración para la reflexión del colectivo
profesional, una declaración emanada del Consejo Directivo de la Federación Argentina
de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS), de agosto de ese año.
“A los señores
organizadores y participantes de los Congresos Internacionales de Trabajo
Social, Brighton, Inglaterra, Agosto de 1982.
En circunstancias
particularmente dramáticas de nuestro país, los miembros de esta Federación,
como integrantes que somos de la comunidad universal de trabajo social,
enviamos nuestro fraterno saludo a los colegas del mundo reunidos en los
congresos internacionales de Brighton, en forma especial a los colegas de
Inglaterra y Estados Unidos, a los que suponemos tan dolidos como nosotros y
como nosotros también, integrantes de ese ejército de la paz en lucha constante
por el logro de una realidad más humana.
Era nuestra intención
participar personalmente. Queremos sin embargo colaborar con los encuentros con
un pedido especial, es el de incluir un lapso destinado a retrotraerse al
congreso internacional de Trabajo Social celebrado en Helsinki en 1972 y volver
a reflexionar profundamente sobre los conceptos vertidos en la ocasión por el
sociólogo Gunnar Myrdal.
Rogamos tener presente
aquel tremendo desafío que lanzara a nuestra profesión; sobre cuya proyección
no vaciló en manifestar sus dudas, apoyada como está en valores como la
justicia, la libertad y la dignidad, reconocida universalmente durante 2.000
años, en un mundo en el que por paradoja, decía habían reinado sistemáticamente
la injusticia y la opresión.
Queremos seguir
teniendo fe en nuestra profesión. No solo la que desarrollamos como causa casi
(sic) en nuestros países, sino en la que se desarrolla en cualquiera de los
países de la tierra, hacer oir una única voz y prevalecer un único lema: el que
sustentándose en las palabras de Maritain: “Todo hombre y todo pueblo tiene
derecho a alcanzar su destino en la tierra, y a que nada ni nadie pueda
amputarle los recursos para llegar a realizarlo”.
En la esperanza de que
las deliberaciones de Brighton contribuyan a una mayor aproximación al logro de
esa meta reiteramos general saludo.
Por cierto, se produjeron también otro tipo de
posicionamientos, de colegas argentinos, que desistieron -ya en el mes de mayo de
1982- de concurrir a dicho Congreso, requiriendo el retiro y la devolución de
las ponencias previamente evaluadas y aceptadas por los organizadores,
argumentando firmemente sobre las razones políticas y académicas que avalaban
tal determinación de no participar en el evento que se iba a realizar en
Inglaterra.
La actual conducción de la FAAPSS viene asumiendo firmes e indubitables
posiciones sobre la profesión y también sobre temáticas generales que hacen al
bienestar general. No solamente concretaron el cambio de fecha del
Día del Trabajador/a Social en Argentina, fijándolo en el 10 de diciembre, en
consonancia con el Día Internacional de los Derechos Humanos, lo cual vino a
plasmar una vieja y legítima aspiración de vastos sectores de la profesión. A
ello se suman las significativas declaraciones públicas, en contra de las
acciones más agresivas del capitalismo financiero internacional, plasmadas en
un nuevo intento de verdaderos crímenes de lesa humanidad a cargo de los
“fondos buitre”. Como así también la certera crítica a las prácticas genocidas
llevadas a cabo por el gobierno de Israel en contra del pueblo de Gaza. A la vez, la intensa y eficiente labor
desplegada para lograr la sanción de una Ley Federal de Trabajo Social, encuadrada
en el contexto de los derechos humanos y en la reivindicación
y defensa de los sectores más vulnerados de la sociedad.
No resulta necesariamente útil hacer adivinanzas o futurología
para atrás. No obstante lo cual, nos permitimos inferir que las autoridades
actuales de la FAAPSS
habrían impulsado en 1982 una declaración de otro tenor, probablemente más
contundente, ante la Guerra
de Malvinas y ante la reiteración de las descaradas prácticas imperiales sobre
el territorio nacional. Porque la causa de Malvinas no es solo una causa
argentina y latinoamericana, sino que constituye una estratégica causa universal
por la defensa y la reivindicación de la dignidad y la soberanía de todos los
pueblos del mundo.
Buenos Aires, marzo 31 de 2015.
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