lunes, 29 de septiembre de 2014

VIDEO del Programa "La historia en debate", transmitido por el Canal CN23, el 26 de septiembre de 2014, en el cual se trata la temática de Desigualdad y Pobreza.

 

viernes, 19 de septiembre de 2014

IMÁGENES DE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "LA ARGENTINA POPULISTA".
Casa Nacional del Bicentenario. Buenos Aires. 18 de Septiembre de 2014.

https://www.flickr.com/photos/casanacionaldelbicentenario/sets/72157647349538829/ 

domingo, 14 de septiembre de 2014

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "LA ARGENTINA POPULISTA" - JUEVES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2014 - 19 HORAS -
CASA NACIONAL DEL BICENTENARIO - Riobamba 985 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

lunes, 1 de septiembre de 2014

SOBRE LA LEY NACIONAL Y LOS COLEGIOS PROFESIONALES DE TRABAJO SOCIAL

(Exposición realizada en el Salón Ramón Carrillo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, el 20 de agosto de 2014, en ocasión de la presentación del Anteproyecto de Ley Federal de Trabajo Social).

                                                                                                                 Prof. Norberto Alayón                                                                                                                       
En primer término quiero agradecer a la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS) y en particular a su Presidenta, la Dra. Silvana Martínez, por esta invitación que me formularon para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre esta temática tan importante para nuestra profesión, como es la referida a la sanción de una Ley Federal y a la vigencia y funcionamiento de los Colegios profesionales.

En ese sentido me propongo comentarles, para iniciar, lo que yo mismo escribí sobre el tema hace ya casi 46 años:

“Es de fundamental importancia y necesidad la creación de vigorosas y reales Asociaciones o Sindicatos a nivel provincial que agrupen a los profesionales de Servicio Social y les posibilite una activa participación en pro de la jerarquización de la profesión que los une. Esto daría lugar con posterioridad a la creación de una Federación Nacional de profesionales, la cual mostraría una imagen de cohesión y fuerza que depararía utilísimos resultados”.

“Dichas asociaciones protegerían y respaldarían integralmente el accionar profesional y las situaciones laborales de todos sus asociados”.

También proponía la sanción de una Ley nacional para la profesión y la unificación del nombre de la profesión y de sus profesionales.

Lo escribí en septiembre de 1968 y el artículo (“Servicio Social de hoy”) fue publicado en la revista “Hoy en el Servicio Social” Nº 16-17, de abril/mayo de 1969 (Buenos Aires - Editorial ECRO). Luego se volvió a publicar en 1971, integrando el libro “ABC del TS latinoamericano”, escrito con otros dos colegas de la Editorial ECRO.

Sobre la ley profesional quiero dar cuenta brevemente de algunos viejos antecedentes, recordando que las provincias de Misiones y Río Negro fueron pioneras en sancionar leyes referidas a nuestro ejercicio profesional:

1) El 20 de noviembre de 1961 se aprobó en la Cámara de Senadores el proyecto de ley que había sido presentado por los senadores Aníbal Dávila (de la UCRI) por Corrientes y Carlos Alberto Lebrero (de la UCRI) por Santa Cruz. El texto comenzaba con la afirmación de “Reconócese como profesión el ejercicio de la Asistencia Social…”. Y planteaba la siguiente definición: “A los efectos de su ejercicio defínese el Servicio Social como actividad destinada a promover el bienestar social mediante el diagnóstico, tratamiento y prevención de los desajustes socio-económico-culturales de los individuos, grupos y comunidades, como también la organización y administracion de servicios de Bienestar Social, la investigación social, la política social y la acción social”. El proyecto habilitaba el desempeño de quienes no hubieran cursado estudios, respetando el cumplimiento del siguiente articulado: “Las personas que al día de la publicación de esta ley se encontraren ejerciendo el Servicio Social en forma de empleo, cargo o comisión, con una antigüedad mayor de 10 años, sin poseer título habilitante (destacado mío), contarán con un plazo de cinco años para encuadrarse dentro de las exigencias de la ley”. Esta ley no entró en vigencia, al no haberse obtenido la otra media sanción de la Cámara de Diputados.
  
2) En 1965, el diputado Dante Oscar Tortonese de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), por la Provincia de Buenos Aires, presentó un nuevo proyecto de ley. El mismo hacía referencia al “ejercicio profesional del Servicio Social (Agente Polivalente del Servicio Social)”. Entendiendo “por profesional del Servicio Social a toda persona cuyos conocimientos y técnicas le permitan actuar como agente polivalente en la promoción de la salud pública y en la investigación de todas las causas, directas o indirectas que obran en la producción de un estado de necesidad comprobada, teniendo en cuenta los problemas o desajustes físicos, mentales, morales, jurídicos o económico-sociales que afectan al individuo, al grupo o a la comunidad”. Fundamentaba que “el servicio social cumpliría su verdadera finalidad, que es mejorar el bienestar, adaptar socialmente al individuo, la familia y la colectividad”. Proponía, a la vez, la creación de un “Consejo Profesional, el que ejercerá el control y registro de la matrícula”. El proyecto no fue aprobado.

3) Otro proyecto de ley, que tampoco fue aprobado, fue presentado en 1975 por el diputado Carlos Auyero del Partido Demócrata Cristiano. En el mismo se definía al Servicio Social “como la actividad profesional que realizan los egresados de las escuelas, institutos o facultades de servicio social o trabajo social, oficiales o privados, nacionales o provinciales legalmente reconocidos, siendo su objetivo la promoción humana y social de personas, grupos sociales y comunidades, mediante la intervención directa en las situaciones conflictivas y estados de necesidad producto de las condiciones socioeconómicas y culturales del medio. La prevención de dichas situaciones a través de la participación en equipos interdisciplinarios en tareas de investigación, planificación, coordinación, ejecución y evaluación de programas de promoción, asistencia social, educación, vivienda, salud pública y seguridad social; la formación, organización, conducción y administración de servicios de bienestar social públicos o privados y el asesoramiento en la determinación de políticas sociales”. Significativamente, se destacaba que “la formación de profesionales de servicio social es competencia exclusiva de las universidades nacionales, provinciales o privadas reconocidas. Las escuelas no universitarias existentes a la fecha de promulgación de la presente ley contarán con un plazo de cinco años para su incorporación o anexión a un establecimiento universitario”.

Retornando al tema de los Colegios profesionales, quiero mencionarles lo que manifesté en el año 2004, en el Seminario de cierre de la Maestría en Trabajo Social de la Escuela Superior de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata. En esa ocasión señalé que:

“Entendemos que los colegios y organizaciones profesionales, al constituirse en un eje de poder y presión pública que vehiculice legítimos derechos de la comunidad, pueden generar una importantísima contribución en el campo social y político. Para concluir, enfatizamos que las instituciones educativas y los colegios profesionales que, con rigor y compromiso, se expidan permanentemente sobre la problemática social que afecta a una enorme parte de la población, pueden producir un excelente aporte para la generación de un nuevo estilo de funcionamiento social.”

Esto está publicado en la Revista “Escenarios” Nº 8 - ESTS - Universidad Nacional de La Plata - Septiembre 2004. (Artículo “Dimensión política del Trabajo Social - Su aporte a un proyecto de país”).

Finalmente quiero compartir con ustedes lo que escribí en octubre de 2009:

“Como es sabido, aún persisten posicionamientos tradicionales que conciben a las Asociaciones y Colegios profesionales básicamente constreñidos o encapsulados solamente en el otorgamiento de la matrícula profesional habilitante para el desempeño laboral, en la fiscalización del ejercicio de los graduados, en la verificación del cumplimiento de los llamados Códigos de Ética.

Sin duda alguna, el fortalecimiento de la conciencia asociativa de las y los trabajadores sociales nos parece un aspecto clave para la profesión. Pero aspiramos a la existencia de una conciencia gremial sólida, plasmada en múltiples acciones, no exclusivamente volcada a las reivindicaciones de índole profesional (legítimas, por cierto), sino también ligada a la problemática social en su conjunto y a situaciones de orden general que se produzcan en su región o país.

Creemos que una asociación o colegio de trabajadores sociales no debería estar ajena y silenciosa ante las diversas y permanentes problemáticas sociales que se registran en su jurisdicción o región.

Ante la cruda magnitud con que suele verificarse en nuestros países, las diversas y complejas expresiones de la cuestión social, ¿resulta justificable que una asociación o colegio de trabajadores sociales se aboque sólo al planteamiento de requerimientos y aspiraciones profesionalistas de su categoría corporativa?

Seguramente las modalidades de expresarse, de reclamar, de llevar adelante acciones administrativas y también mediáticas para contribuir a la sensibilización de la opinión pública, podrán ser múltiples y variadas de acuerdo a cada realidad en particular, pero manteniendo el convencimiento de la necesidad (y ¿la obligación) de hacer oír nuestra voz en pos de causas justas.

Reafirmamos, entonces, que aspiramos que los Colegios o Asociaciones de trabajadores sociales se transformen en instrumentos que, además de levantar reivindicaciones profesionales específicas, contribuyan al esclarecimiento, a la caracterización y a la denuncia de los problemas que afectan a toda la comunidad y, en particular, lo atinente a los problemas sociales que padecen los sectores populares.

Entendemos que la propia ALAEITS (Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social) debería expedirse regularmente sobre cuestiones latinoamericanas de significativa importancia, más allá de lo específico de nuestra profesión. Por ejemplo (y esto estaba referido al año 2009), acerca de la grave situación de quiebre democrático que sufrió el hermano país de Honduras. O sobre la instalación de bases militares norteamericanas en la hermana República de Colombia, que afecta la soberanía continental. Ello permitiría, además del justo y explícito testimonio del colectivo profesional de las y los trabajadores sociales latinoamericanos, que ALAEITS incrementara su identidad, irradiara su presencia continental e instalara en actos concretos el ejemplo de un inclaudicable compromiso con las grandes causas de la humanidad”.

Estas últimas consideraciones están publicadas en el libro “Crónicas y textos de lo social”. Buenos Aires. Espacio Editorial. 2010 (“La Agenda para el Trabajo Social en América Latina y su articulación”).

Para concluir, quiero expresarles con todo énfasis mi alegría y también mi orgullo, como miembro de la categoría profesional, por los posicionamientos que viene adoptando nuestra Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social. No solamente concretaron el cambio de fecha del Día del Trabajador/a Social en Argentina, fijándolo en el 10 de diciembre, en consonancia con el Día Internacional de los Derechos Humanos, lo cual vino a plasmar una vieja y legítima aspiración de vastos sectores de la profesión. A ello se suman las importantes y contundentes declaraciones públicas, en contra de las acciones más obscenas del capitalismo financiero internacional, plasmados en un nuevo intento de verdaderos crímenes de lesa humanidad a cargo de los “fondos buitres”; como así también la certera crítica a las prácticas genocidas llevadas a cabo por el gobierno de Israel contra el pueblo de Gaza.


Estos posicionamientos nos dignifican y jerarquizan como profesión, por todo lo cual me permito agradecer y felicitar a la FAAPSS, en la persona de su Presidenta, la colega misionera Silvana Martínez.

viernes, 29 de agosto de 2014

EXPOSICIÓN SOBRE "30 AÑOS DE DEMOCRACIA - 30 AÑOS DE TRABAJO SOCIAL"
Desarrollada en el Congreso Nacional de Estudiantes de Trabajo Social. San Juan. Agosto 16 de 2014.

EXPOSICIÓN EN SAN JUAN – AGOSTO DE 2014
CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES DE TRABAJO SOCIAL
“30 AÑOS DE DEMOCRACIA – 30 AÑOS DE TRABAJO SOCIAL”

                                                                                                                   Prof. Norberto Alayón

En esta exposición nos proponemos resaltar lo que nosotros mismos hemos escrito en estos últimos 30 años sobre democracia y sobre Trabajo Social, mencionando las fechas respectivas. Las diversas reflexiones que consignamos a continuación están publicadas en distintos libros y revistas.


(En Junio de 1984). Congreso Nacional de Estudiantes de Trabajo Social - Tucumán

Recién salidos de la noche oligárquica, que devastó al país durante casi ocho años, ya están dispuestos los estudiantes de Trabajo Social, a testimoniar su vocación de intervenir en el destino de la profesión. Y en lo específico de su actuación en el proceso educativo, sin duda estarán prestos a contribuir a recuperar la perspectiva de una Universidad democrática, de rigor científico y de adecuada respuesta a las necesidades nacionales.


Sabemos que el Trabajo Social se reconoce a sí mismo como una disciplina científica tendiente a lograr o contribuir al bienestar social. Pero una interpretación ingenua de ese objetivo -legítimo y justo por cierto- nos puede hacer olvidar que la no existencia de bienestar social se explica por nuestra situación de país dependiente y expoliado.


También sería ingenuo y determinista creer que nada podemos hacer por el bienestar social y por el país, hasta tanto no logremos la emancipación. No se trata, entonces, de postergar acciones en favor de los sectores que soportan padecimientos concretos, cuya resolución no puede ni debe esperar, ante el futuro logro de una situación mejor.


La acción profesional, que intente críticamente abordar y dar respuestas a los problemas sociales, encarada simultáneamente con objetivos más totalizantes, constituye un aporte -sin duda- a la causa de la construcción de una sociedad más justa.


Recordemos, entonces, que los sectores desposeídos no necesitan integrarse a un orden social que los introdujo y los mantiene en la miseria; lo que necesitan es cambiar ese orden social para dejar de ser pobres y marginados.


La interrupción del funcionamiento constitucional del país (es decir la ausencia de democracia), no sólo paralizó el desarrollo de la profesión, sino que la retrotrajo a modalidades y concepciones nefastas, alejadas de los sectores necesitados. El tremendo retroceso sufrido fortaleció la reaparición y avance de las concepciones más reaccionarias de la profesión.


La práctica profesional se alejó abismalmente de los intereses de los sectores populares y el debilitamiento de la formación profesional supo acompañar armónicamente el cruel período de atraso general.


Lo acontecido nos permite visualizar, con absoluta claridad, que el Trabajo Social -como cualquier otra disciplina- no constituye una categoría abstracta, que funciona independientemente de las determinaciones histórico-sociales.


El emparentamiento del Trabajo Social con el funcionamiento y características de la sociedad en su conjunto, constituye una variable inexcusable para entender el por qué, el cómo y el para qué de la profesión.


Reflexión final. Cuando creímos que estábamos llegando al final de estas líneas, nos cuestionamos acerca de si no hubiera sido necesario hacer hincapié -después de tantos años de oscuridad- en otro tipo de reflexiones de carácter más totalizante.

Podríamos haber hablado, tal vez, del origen y del carácter oligárquico del golpe de 1976, atrozmente ejecutado por los militares, pero también apoyado y legitimado por un amplio espectro de la civilidad, que hoy quiere disimular y aparecer como desmemoriada.

Podríamos, asimismo, haber hablado de la importancia de la defensa del sistema democrático alcanzado. Y también de la necesidad de emparentar la democracia con la liberación nacional, como garantía imprescindible para el futuro de la Nación. 
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Años después (en 2004) recordamos lo que había acontecido con la recuperación de la democracia en 1983. Todos nosotros habremos reconocido en la calle, en los diarios, en la televisión, en la universidad, a “fogosos demócratas” que tiempo atrás habían sido indulgentes y aun colaboradores y partícipes de las diversas expresiones sociales que caracterizaron el accionar de la horrorosa dictadura cívico-militar iniciada en 1976.

Nadie quería bajarse del carro de la democracia y había miles de políticos y profesionales que fingían ser “demócratas de la primera hora” y críticos de primera línea de la dictadura. Muchos de los actores y acompañantes de la dictadura en sus distintos niveles, hombres y mujeres, políticos y técnicos, rápidamente se reciclaron después del fin de la dictadura y aparecieron, como con nuevos rostros y discursos, ocupando cargos relevantes -nacionales y provinciales- en diversos ámbitos del Estado.

Hay que recordar que no sólo los dictadores militares y luego Carlos Menem ya en democracia, ni tampoco sólo Martínez de Hoz y los hermanos Alemann, la familia Alsogaray y después Domingo Cavallo, fueron los únicos responsables de la destrucción del país. Fueron muchos los que colaboraron con el éxito del retroceso.

La memoria social es demasiado importante para la construcción de un proyecto de país distinto, como para que nos demos el lujo de no reivindicarla activa y permanentemente.  
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(En 1985). ¿Un trabajador social latinoamericano puede creer que nada tiene que ver con el ejercicio de nuestra profesión, la existencia de la hegemonía externa sobre nuestros Estados?  La dependencia, es decir la ausencia de actuación soberana: ¿incidirá en algo en el Trabajo Social, cuando -por ejemplo- dependemos del Fondo Monetario Internacional para establecer cuál va a ser el salario de nuestros trabajadores?  ¿Y al aumentar la problemática social, a causa de salarios insuficientes y de desempleados, no le compete al Trabajo Social entender estas causales, teniendo en cuenta que nosotros trabajamos sobre los problemas sociales de los sectores populares?


Señalamos que la presente crisis económica internacional que exporta a los países subdesarrollados la “novedad” de las abultadas deudas externas, que vienen a contribuir a paliar los déficits de las potencias imperiales, contrae la expansión económica de nuestros países, y dificulta el crecimiento de políticas sociales acordes a las necesidades, por otra parte crecientes, de los sectores populares.
Ya no resulta asombroso para nadie, reconocer que esta perversa situación compromete el presente y el futuro de la Nación, pero esencialmente afectará -en tanto se mantengan las bases de nuestro funcionamiento social- a los sectores menos privilegiados de la sociedad, que son precisamente aquellos con los cuales trabaja nuestra profesión.


Pensar en promoción y educación social, con contracción de políticas sociales, sin atender las urgentes demandas materiales, nos puede transformar a los trabajadores sociales en observadores estériles de la miseria ajena.


Entendemos que en esta particular época de crisis, nuestro objetivo debe ser -desde las instituciones de bienestar social o desde otras modalidades profesionales- acompañar activamente a los sectores populares en la resolución de sus necesidades y en la contribución al fortalecimiento de sus organizaciones.


A diferencia de algunos sectores de colegas que abominan de la práctica asistencial (que diferenciamos de la práctica asistencialista) en aras de un supuesto perfeccionamiento profesional, creemos que el Trabajo Social debe acrecentar la labor asistencial como eje articulador de un proceso de promoción, educación social y organización.
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(En 1989). Coincidimos en que “la pobreza en tanto realidad que expresa una profunda desigualdad social, una distribución injusta de las oportunidades de desarrollo y un bloqueo objetivo de las posibilidades de satisfacción de las necesidades humanas, desnaturaliza el sentido de la democracia y se convierte en su más radical negación. Desde esta perspectiva entonces un gobierno sólo puede probar su naturaleza o vocación democrática en tanto y en cuanto hace de la lucha contra la pobreza su más importante objetivo político y social”. Carlos Amat, Héctor León, Carlos Franco, Juan Basan. Necesidades básicas y calidad de vida. Informe UNICEF. Lima, Perú.


El cientista social norteamericano Alan Wolfe (1987) desarrolla agudamente la idea de que “quienes abogan por un menor gasto gubernamental en los programas sociales, saben lo que hacen, pues dada la función de acumulación del Estado, la única manera en la que puede reducirse la actividad gubernamental es por medio del ataque al punto más democrático, que es la política de bienestar social.  Lo que está en juego no es una abstracción llamada “gasto” o “política”, sino las necesidades reales de la gente real. Por consiguiente, la estrategia política más inmediata para la gente común tendría que dirigirse tanto hacia la preservación como hacia la expansión de los servicios del gobierno”.
Y agrega que “…la mayor parte del gasto estatal es popular, no en un sentido abstracto, sino en cuanto afecta a los individuos en particular (seguridad social, hospitales, compensaciones de desempleo, etc.). El silogismo es inmodificable: el gasto en bienestar social es democrático; algunos (la tendencia antiestatista) quieren eliminarlo o reducirlo sustancialmente; quienes proponen eso se vuelven antidemocráticos. En otras palabras, el ataque a la actividad gubernamental se ha convertido en un ataque, no demasiado bien disimulado, a la democracia misma”. 

(Silogismo: Argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos.)
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(En 1991). Desde hace tiempo, se viene registrando una intensa prédica tendiente al desligamiento de las responsabilidades del Estado, dejando en manos del mercado o de la “ayuda solidaria” la cobertura de las necesidades sociales de la población. Y resulta terrible observar cómo “el ‘libre mercado’ desgasta los vínculos sociales con la sociedad y socava la pertinencia de las instituciones del Estado para asuntos colectivos”. (James Petras – Marzo 1991 – Página 12).
Es así como observamos el re-envío de la asistencia (como derecho social) hacia la caridad privada (como gracia arbitraria). Si de la caridad y la beneficencia veníamos avanzando hacia las  políticas sociales, ahora estamos retrocediendo y resulta claro el retorno desde las políticas sociales (entendidas como derecho) hacia la caridad privada (como figura optativa, a asumir voluntariamente por los sectores pudientes).


Ya en el siglo XIX el francés Alexis Tocqueville definió con certeza que “la democracia supone una sociedad en la que impera el principio de la igualdad efectiva.”
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(En 2005). Consideramos que la contribución a la lucha general y particular, por la defensa y ampliación de los derechos sociales, en su más extensa y abarcativa acepción, debe constituir el eje medular de la práctica profesional.                                                                                                                                                                                                                 
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(En 2007). La lógica del capitalismo radica esencialmente en la búsqueda del lucro y la ganancia. La solidaridad, la cooperación, la equidad nada tienen que ver con la lógica del capital, que pone en peligro la reproducción de las instituciones en que se sostiene y la vida misma de quienes son la fuerza de trabajo, por lo cual es contradictoria con su propia existencia a largo plazo. Los Estados de Bienestar precisamente constituyen una limitación política a esa irracionalidad derivada de la naturaleza desigual del capitalismo.
Podemos reconocer al capitalismo como un sistema básicamente contradictorio con la vigencia de la democracia y con aquellas instituciones que limitan su propio poder. En ese sentido, la revalorización y profundización del sistema democrático, en las sociedades capitalistas, constituye un eje estratégico de lucha para la construcción de sociedades más humanas.
Con pobreza y exclusión, la democracia pierde inexorablemente legitimidad y se contribuye (aunque no se tenga conciencia de ello) al reflorecimiento de posiciones nihilistas y a posturas fundamentalistas, siempre dispuestas a reemplazar autoritariamente la voluntad y decisión de la ciudadanía.
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(En 2010). Pero el carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.


En definitiva, la democracia política con sólidos y extendidos derechos sociales podrá limitar la intrínseca injusticia del sistema capitalista.


Sin embargo, y para ratificar que la historia no registra un camino de mano única, ni tránsito lineal, sino de marchas y contramarchas, de avances y retrocesos, pero también de recuperación de sus momentos más oscuros y retardatarios, cabe destacar que estamos viviendo en la actualidad, en varios de nuestros países, verdaderos procesos de oxigenación (aunque no sencillos, ni absolutamente plenos), de confrontación con las lógicas imperiales de dominación y sojuzgamiento, de impulso a la estratégica unidad latinoamericana, de alejamiento de los dictados disciplinadores de los organismos internacionales ligados o directamente dependientes de los poderes hegemónicos, de rescate del interés nacional, de lucha por la consolidación de la soberanía política, de la independencia económica y de la justicia social, de la revalorización y defensa de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales para el conjunto de la población, todo lo cual confluye en el fortalecimiento de la democracia y de la ciudadanía, en la perspectiva de contribuir a la conformación de sociedades más igualitarias.


El pleno funcionamiento de Estados democráticos, con ampliación de derechos para todos los habitantes, permitirá -por lo menos- limitar la inhumana irracionalidad del sistema capitalista.
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Un tiempo atrás (en 2009) señalamos que posicionarse en la línea de la defensa activa de los derechos constituye un campo estratégico por varias razones:

-          Porque fortalece y refuerza la democracia, como sistema político y social.
-          Porque contribuye a la enseñanza de que otra sociedad mejor es posible.
-          Porque facilita la construcción a futuro.
-          Porque ayuda a combatir la desesperanza y el escepticismo, que favorecen a las posiciones más reaccionarias, opuestas a la justicia y a la equidad social.


La historia del Trabajo Social latinoamericano nos recuerda los grandes momentos en que quisimos (y pudimos) trascender los objetivos meramente asistenciales, por las propuestas de promoción y “desarrollo”. Luego, los nuevos desafíos nos encaminaron hacia la organización y la concientización. En muchos países, las condiciones que imponían los procesos de dictaduras cívico-militares nos hicieron retroceder. Pero en otras latitudes del continente, las mayores posibilidades de expresión y luego los diversos procesos de recuperación democrática que se fueron irradiando, nos colocaron en los umbrales de volver a repensar y revalorizar los insuficientes esfuerzos de los llamados “Estados de bienestar”. Más tarde, la posterior irrupción y exitoso despliegue de la barbarie del neoliberalismo arrasó y pulverizó la vigencia de los derechos sociales. Cierto agotamiento de la perspectiva neoliberal nos coloca nuevamente en la revalorización del sistema político democrático y en la reivindicación de los derechos humanos y sociales en su más plena y abarcativa acepción.
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El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos (“Página 12”6/1/2014) nos recuerda que “Tras un siglo de luchas populares que hicieron entrar el ideal democrático en el imaginario de la emancipación social, sería un grave error político desperdiciar esa experiencia y asumir que la lucha anticapitalista debe ser también una lucha antidemocrática. Por el contrario, es preciso convertir al ideal democrático en una realidad radical que no se rinda ante el capitalismo. Y como el capitalismo no ejerce su dominio sino sirviéndose de otras formas de opresión, principalmente del colonialismo y el patriarcado, esta democracia radical, además de anticapitalista, debe ser también anticolonialista y antipatriarcal.”

Y el sociólogo brasileño Emir Sader (“Página 12”12/11/2013) enfatiza que “Democratizar nuestras sociedades es desmercantilizarlas, es transferir de la esfera mercantil hacia la esfera pública, la educación, la salud, la cultura, el transporte, la habitación, es rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancía.”


De modo que, para finalizar, aquí están ustedes -con este Congreso y con sus prácticas- para convocarnos e instarnos a todos a profundizar la democracia y a profundizar el accionar crítico del Trabajo Social para contribuir a la consolidación de una sociedad más libre y más justa.

lunes, 25 de agosto de 2014

REPORTAJE SOBRE LIBRO "LA ARGENTINA POPULISTA"

Adjunto reportaje sobre el libro "La Argentina populista", realizado el 24/8/14 en el Programa "Minga" de la Radio Universidad (Universidad Nacional de Cuyo) - FM 96.5 - Tiene una duración de casi 20 minutos y se escucha entre los 35 minutos y 22 segundos y los 53 minutos y 43 segundos.

http://www.ivoox.com/17-minga-24-08-2014-audios-mp3_rf_3426563_1.html

sábado, 2 de agosto de 2014


NUEVO LIBRO

La Editorial Espacio de Buenos Aires (www.espacioeditorial.com.ar) acaba de publicar un nuevo libro de Norberto Alayón, titulado La Argentina populista”. Los contenidos del libro, referidos a cuestiones sociales y políticas, mantienen un hilo conductor común, perfilado hacia la crítica del orden capitalista y de las propuestas políticas conservadoras, como aquellas impulsadas por el “macrismo”, corriente centrada en la figura del empresario Mauricio Macri, procesado Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los diferentes textos fueron agrupados cronológicamente en cinco rubros: a) Capitalismo; b) Política social y Trabajo Social; c) Niños y jóvenes; d) Macrismo y conservadurismo; y e) Derechos humanos y política. La orientación conceptual y las propuestas que emanan de los distintos textos tienden a contribuir al análisis del funcionamiento social, a la par de reivindicar y proponer alternativas que confluyan en el mejoramiento de la sociedad y de manera puntual aquellas dirigidas a los sectores populares, cuyo derecho a condiciones de vida dignas, a través del acceso a bienes y servicios comunes, ha sido históricamente vulnerado. El libro apunta a propiciar la reflexión crítica sobre diversas problemáticas sociales en diferentes ámbitos de la militancia social y profesional, con la modesta pero firme intención de contribuir a la consolidación de una sociedad más justa.