viernes, 29 de agosto de 2014

EXPOSICIÓN SOBRE "30 AÑOS DE DEMOCRACIA - 30 AÑOS DE TRABAJO SOCIAL"
Desarrollada en el Congreso Nacional de Estudiantes de Trabajo Social. San Juan. Agosto 16 de 2014.

EXPOSICIÓN EN SAN JUAN – AGOSTO DE 2014
CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES DE TRABAJO SOCIAL
“30 AÑOS DE DEMOCRACIA – 30 AÑOS DE TRABAJO SOCIAL”

                                                                                                                   Prof. Norberto Alayón

En esta exposición nos proponemos resaltar lo que nosotros mismos hemos escrito en estos últimos 30 años sobre democracia y sobre Trabajo Social, mencionando las fechas respectivas. Las diversas reflexiones que consignamos a continuación están publicadas en distintos libros y revistas.


(En Junio de 1984). Congreso Nacional de Estudiantes de Trabajo Social - Tucumán

Recién salidos de la noche oligárquica, que devastó al país durante casi ocho años, ya están dispuestos los estudiantes de Trabajo Social, a testimoniar su vocación de intervenir en el destino de la profesión. Y en lo específico de su actuación en el proceso educativo, sin duda estarán prestos a contribuir a recuperar la perspectiva de una Universidad democrática, de rigor científico y de adecuada respuesta a las necesidades nacionales.


Sabemos que el Trabajo Social se reconoce a sí mismo como una disciplina científica tendiente a lograr o contribuir al bienestar social. Pero una interpretación ingenua de ese objetivo -legítimo y justo por cierto- nos puede hacer olvidar que la no existencia de bienestar social se explica por nuestra situación de país dependiente y expoliado.


También sería ingenuo y determinista creer que nada podemos hacer por el bienestar social y por el país, hasta tanto no logremos la emancipación. No se trata, entonces, de postergar acciones en favor de los sectores que soportan padecimientos concretos, cuya resolución no puede ni debe esperar, ante el futuro logro de una situación mejor.


La acción profesional, que intente críticamente abordar y dar respuestas a los problemas sociales, encarada simultáneamente con objetivos más totalizantes, constituye un aporte -sin duda- a la causa de la construcción de una sociedad más justa.


Recordemos, entonces, que los sectores desposeídos no necesitan integrarse a un orden social que los introdujo y los mantiene en la miseria; lo que necesitan es cambiar ese orden social para dejar de ser pobres y marginados.


La interrupción del funcionamiento constitucional del país (es decir la ausencia de democracia), no sólo paralizó el desarrollo de la profesión, sino que la retrotrajo a modalidades y concepciones nefastas, alejadas de los sectores necesitados. El tremendo retroceso sufrido fortaleció la reaparición y avance de las concepciones más reaccionarias de la profesión.


La práctica profesional se alejó abismalmente de los intereses de los sectores populares y el debilitamiento de la formación profesional supo acompañar armónicamente el cruel período de atraso general.


Lo acontecido nos permite visualizar, con absoluta claridad, que el Trabajo Social -como cualquier otra disciplina- no constituye una categoría abstracta, que funciona independientemente de las determinaciones histórico-sociales.


El emparentamiento del Trabajo Social con el funcionamiento y características de la sociedad en su conjunto, constituye una variable inexcusable para entender el por qué, el cómo y el para qué de la profesión.


Reflexión final. Cuando creímos que estábamos llegando al final de estas líneas, nos cuestionamos acerca de si no hubiera sido necesario hacer hincapié -después de tantos años de oscuridad- en otro tipo de reflexiones de carácter más totalizante.

Podríamos haber hablado, tal vez, del origen y del carácter oligárquico del golpe de 1976, atrozmente ejecutado por los militares, pero también apoyado y legitimado por un amplio espectro de la civilidad, que hoy quiere disimular y aparecer como desmemoriada.

Podríamos, asimismo, haber hablado de la importancia de la defensa del sistema democrático alcanzado. Y también de la necesidad de emparentar la democracia con la liberación nacional, como garantía imprescindible para el futuro de la Nación. 
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Años después (en 2004) recordamos lo que había acontecido con la recuperación de la democracia en 1983. Todos nosotros habremos reconocido en la calle, en los diarios, en la televisión, en la universidad, a “fogosos demócratas” que tiempo atrás habían sido indulgentes y aun colaboradores y partícipes de las diversas expresiones sociales que caracterizaron el accionar de la horrorosa dictadura cívico-militar iniciada en 1976.

Nadie quería bajarse del carro de la democracia y había miles de políticos y profesionales que fingían ser “demócratas de la primera hora” y críticos de primera línea de la dictadura. Muchos de los actores y acompañantes de la dictadura en sus distintos niveles, hombres y mujeres, políticos y técnicos, rápidamente se reciclaron después del fin de la dictadura y aparecieron, como con nuevos rostros y discursos, ocupando cargos relevantes -nacionales y provinciales- en diversos ámbitos del Estado.

Hay que recordar que no sólo los dictadores militares y luego Carlos Menem ya en democracia, ni tampoco sólo Martínez de Hoz y los hermanos Alemann, la familia Alsogaray y después Domingo Cavallo, fueron los únicos responsables de la destrucción del país. Fueron muchos los que colaboraron con el éxito del retroceso.

La memoria social es demasiado importante para la construcción de un proyecto de país distinto, como para que nos demos el lujo de no reivindicarla activa y permanentemente.  
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(En 1985). ¿Un trabajador social latinoamericano puede creer que nada tiene que ver con el ejercicio de nuestra profesión, la existencia de la hegemonía externa sobre nuestros Estados?  La dependencia, es decir la ausencia de actuación soberana: ¿incidirá en algo en el Trabajo Social, cuando -por ejemplo- dependemos del Fondo Monetario Internacional para establecer cuál va a ser el salario de nuestros trabajadores?  ¿Y al aumentar la problemática social, a causa de salarios insuficientes y de desempleados, no le compete al Trabajo Social entender estas causales, teniendo en cuenta que nosotros trabajamos sobre los problemas sociales de los sectores populares?


Señalamos que la presente crisis económica internacional que exporta a los países subdesarrollados la “novedad” de las abultadas deudas externas, que vienen a contribuir a paliar los déficits de las potencias imperiales, contrae la expansión económica de nuestros países, y dificulta el crecimiento de políticas sociales acordes a las necesidades, por otra parte crecientes, de los sectores populares.
Ya no resulta asombroso para nadie, reconocer que esta perversa situación compromete el presente y el futuro de la Nación, pero esencialmente afectará -en tanto se mantengan las bases de nuestro funcionamiento social- a los sectores menos privilegiados de la sociedad, que son precisamente aquellos con los cuales trabaja nuestra profesión.


Pensar en promoción y educación social, con contracción de políticas sociales, sin atender las urgentes demandas materiales, nos puede transformar a los trabajadores sociales en observadores estériles de la miseria ajena.


Entendemos que en esta particular época de crisis, nuestro objetivo debe ser -desde las instituciones de bienestar social o desde otras modalidades profesionales- acompañar activamente a los sectores populares en la resolución de sus necesidades y en la contribución al fortalecimiento de sus organizaciones.


A diferencia de algunos sectores de colegas que abominan de la práctica asistencial (que diferenciamos de la práctica asistencialista) en aras de un supuesto perfeccionamiento profesional, creemos que el Trabajo Social debe acrecentar la labor asistencial como eje articulador de un proceso de promoción, educación social y organización.
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(En 1989). Coincidimos en que “la pobreza en tanto realidad que expresa una profunda desigualdad social, una distribución injusta de las oportunidades de desarrollo y un bloqueo objetivo de las posibilidades de satisfacción de las necesidades humanas, desnaturaliza el sentido de la democracia y se convierte en su más radical negación. Desde esta perspectiva entonces un gobierno sólo puede probar su naturaleza o vocación democrática en tanto y en cuanto hace de la lucha contra la pobreza su más importante objetivo político y social”. Carlos Amat, Héctor León, Carlos Franco, Juan Basan. Necesidades básicas y calidad de vida. Informe UNICEF. Lima, Perú.


El cientista social norteamericano Alan Wolfe (1987) desarrolla agudamente la idea de que “quienes abogan por un menor gasto gubernamental en los programas sociales, saben lo que hacen, pues dada la función de acumulación del Estado, la única manera en la que puede reducirse la actividad gubernamental es por medio del ataque al punto más democrático, que es la política de bienestar social.  Lo que está en juego no es una abstracción llamada “gasto” o “política”, sino las necesidades reales de la gente real. Por consiguiente, la estrategia política más inmediata para la gente común tendría que dirigirse tanto hacia la preservación como hacia la expansión de los servicios del gobierno”.
Y agrega que “…la mayor parte del gasto estatal es popular, no en un sentido abstracto, sino en cuanto afecta a los individuos en particular (seguridad social, hospitales, compensaciones de desempleo, etc.). El silogismo es inmodificable: el gasto en bienestar social es democrático; algunos (la tendencia antiestatista) quieren eliminarlo o reducirlo sustancialmente; quienes proponen eso se vuelven antidemocráticos. En otras palabras, el ataque a la actividad gubernamental se ha convertido en un ataque, no demasiado bien disimulado, a la democracia misma”. 

(Silogismo: Argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos.)
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(En 1991). Desde hace tiempo, se viene registrando una intensa prédica tendiente al desligamiento de las responsabilidades del Estado, dejando en manos del mercado o de la “ayuda solidaria” la cobertura de las necesidades sociales de la población. Y resulta terrible observar cómo “el ‘libre mercado’ desgasta los vínculos sociales con la sociedad y socava la pertinencia de las instituciones del Estado para asuntos colectivos”. (James Petras – Marzo 1991 – Página 12).
Es así como observamos el re-envío de la asistencia (como derecho social) hacia la caridad privada (como gracia arbitraria). Si de la caridad y la beneficencia veníamos avanzando hacia las  políticas sociales, ahora estamos retrocediendo y resulta claro el retorno desde las políticas sociales (entendidas como derecho) hacia la caridad privada (como figura optativa, a asumir voluntariamente por los sectores pudientes).


Ya en el siglo XIX el francés Alexis Tocqueville definió con certeza que “la democracia supone una sociedad en la que impera el principio de la igualdad efectiva.”
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(En 2005). Consideramos que la contribución a la lucha general y particular, por la defensa y ampliación de los derechos sociales, en su más extensa y abarcativa acepción, debe constituir el eje medular de la práctica profesional.                                                                                                                                                                                                                 
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(En 2007). La lógica del capitalismo radica esencialmente en la búsqueda del lucro y la ganancia. La solidaridad, la cooperación, la equidad nada tienen que ver con la lógica del capital, que pone en peligro la reproducción de las instituciones en que se sostiene y la vida misma de quienes son la fuerza de trabajo, por lo cual es contradictoria con su propia existencia a largo plazo. Los Estados de Bienestar precisamente constituyen una limitación política a esa irracionalidad derivada de la naturaleza desigual del capitalismo.
Podemos reconocer al capitalismo como un sistema básicamente contradictorio con la vigencia de la democracia y con aquellas instituciones que limitan su propio poder. En ese sentido, la revalorización y profundización del sistema democrático, en las sociedades capitalistas, constituye un eje estratégico de lucha para la construcción de sociedades más humanas.
Con pobreza y exclusión, la democracia pierde inexorablemente legitimidad y se contribuye (aunque no se tenga conciencia de ello) al reflorecimiento de posiciones nihilistas y a posturas fundamentalistas, siempre dispuestas a reemplazar autoritariamente la voluntad y decisión de la ciudadanía.
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(En 2010). Pero el carácter esencialmente antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las políticas sociales.


En definitiva, la democracia política con sólidos y extendidos derechos sociales podrá limitar la intrínseca injusticia del sistema capitalista.


Sin embargo, y para ratificar que la historia no registra un camino de mano única, ni tránsito lineal, sino de marchas y contramarchas, de avances y retrocesos, pero también de recuperación de sus momentos más oscuros y retardatarios, cabe destacar que estamos viviendo en la actualidad, en varios de nuestros países, verdaderos procesos de oxigenación (aunque no sencillos, ni absolutamente plenos), de confrontación con las lógicas imperiales de dominación y sojuzgamiento, de impulso a la estratégica unidad latinoamericana, de alejamiento de los dictados disciplinadores de los organismos internacionales ligados o directamente dependientes de los poderes hegemónicos, de rescate del interés nacional, de lucha por la consolidación de la soberanía política, de la independencia económica y de la justicia social, de la revalorización y defensa de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales para el conjunto de la población, todo lo cual confluye en el fortalecimiento de la democracia y de la ciudadanía, en la perspectiva de contribuir a la conformación de sociedades más igualitarias.


El pleno funcionamiento de Estados democráticos, con ampliación de derechos para todos los habitantes, permitirá -por lo menos- limitar la inhumana irracionalidad del sistema capitalista.
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Un tiempo atrás (en 2009) señalamos que posicionarse en la línea de la defensa activa de los derechos constituye un campo estratégico por varias razones:

-          Porque fortalece y refuerza la democracia, como sistema político y social.
-          Porque contribuye a la enseñanza de que otra sociedad mejor es posible.
-          Porque facilita la construcción a futuro.
-          Porque ayuda a combatir la desesperanza y el escepticismo, que favorecen a las posiciones más reaccionarias, opuestas a la justicia y a la equidad social.


La historia del Trabajo Social latinoamericano nos recuerda los grandes momentos en que quisimos (y pudimos) trascender los objetivos meramente asistenciales, por las propuestas de promoción y “desarrollo”. Luego, los nuevos desafíos nos encaminaron hacia la organización y la concientización. En muchos países, las condiciones que imponían los procesos de dictaduras cívico-militares nos hicieron retroceder. Pero en otras latitudes del continente, las mayores posibilidades de expresión y luego los diversos procesos de recuperación democrática que se fueron irradiando, nos colocaron en los umbrales de volver a repensar y revalorizar los insuficientes esfuerzos de los llamados “Estados de bienestar”. Más tarde, la posterior irrupción y exitoso despliegue de la barbarie del neoliberalismo arrasó y pulverizó la vigencia de los derechos sociales. Cierto agotamiento de la perspectiva neoliberal nos coloca nuevamente en la revalorización del sistema político democrático y en la reivindicación de los derechos humanos y sociales en su más plena y abarcativa acepción.
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El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos (“Página 12”6/1/2014) nos recuerda que “Tras un siglo de luchas populares que hicieron entrar el ideal democrático en el imaginario de la emancipación social, sería un grave error político desperdiciar esa experiencia y asumir que la lucha anticapitalista debe ser también una lucha antidemocrática. Por el contrario, es preciso convertir al ideal democrático en una realidad radical que no se rinda ante el capitalismo. Y como el capitalismo no ejerce su dominio sino sirviéndose de otras formas de opresión, principalmente del colonialismo y el patriarcado, esta democracia radical, además de anticapitalista, debe ser también anticolonialista y antipatriarcal.”

Y el sociólogo brasileño Emir Sader (“Página 12”12/11/2013) enfatiza que “Democratizar nuestras sociedades es desmercantilizarlas, es transferir de la esfera mercantil hacia la esfera pública, la educación, la salud, la cultura, el transporte, la habitación, es rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancía.”


De modo que, para finalizar, aquí están ustedes -con este Congreso y con sus prácticas- para convocarnos e instarnos a todos a profundizar la democracia y a profundizar el accionar crítico del Trabajo Social para contribuir a la consolidación de una sociedad más libre y más justa.

lunes, 25 de agosto de 2014

REPORTAJE SOBRE LIBRO "LA ARGENTINA POPULISTA"

Adjunto reportaje sobre el libro "La Argentina populista", realizado el 24/8/14 en el Programa "Minga" de la Radio Universidad (Universidad Nacional de Cuyo) - FM 96.5 - Tiene una duración de casi 20 minutos y se escucha entre los 35 minutos y 22 segundos y los 53 minutos y 43 segundos.

http://www.ivoox.com/17-minga-24-08-2014-audios-mp3_rf_3426563_1.html

sábado, 2 de agosto de 2014


NUEVO LIBRO

La Editorial Espacio de Buenos Aires (www.espacioeditorial.com.ar) acaba de publicar un nuevo libro de Norberto Alayón, titulado La Argentina populista”. Los contenidos del libro, referidos a cuestiones sociales y políticas, mantienen un hilo conductor común, perfilado hacia la crítica del orden capitalista y de las propuestas políticas conservadoras, como aquellas impulsadas por el “macrismo”, corriente centrada en la figura del empresario Mauricio Macri, procesado Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los diferentes textos fueron agrupados cronológicamente en cinco rubros: a) Capitalismo; b) Política social y Trabajo Social; c) Niños y jóvenes; d) Macrismo y conservadurismo; y e) Derechos humanos y política. La orientación conceptual y las propuestas que emanan de los distintos textos tienden a contribuir al análisis del funcionamiento social, a la par de reivindicar y proponer alternativas que confluyan en el mejoramiento de la sociedad y de manera puntual aquellas dirigidas a los sectores populares, cuyo derecho a condiciones de vida dignas, a través del acceso a bienes y servicios comunes, ha sido históricamente vulnerado. El libro apunta a propiciar la reflexión crítica sobre diversas problemáticas sociales en diferentes ámbitos de la militancia social y profesional, con la modesta pero firme intención de contribuir a la consolidación de una sociedad más justa.

miércoles, 2 de julio de 2014

REPORTAJE SOBRE LOS FONDOS BUITRES
  1. Adjunto link del reportaje sobre los "Fondos buitres" que me hicieron en el Programa "Consignas" de la Radio Estación Sur FM 91.7 de la ciudad de La Plata, el 30/6/2014.

viernes, 20 de junio de 2014

SOBRE LOS FONDOS BUITRES

Me permito adjuntar la Declaración emitida por la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS) en repudio del fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos de Norteamérica, que favorece abiertamente a los llamados "fondos buitres" que intentan detener el proceso de desarrollo económico y social en Argentina.
 
En el trasfondo de esa decisión, que fortalece las posiciones más obscenas del capitalismo financiero, seguramente estará presente la fecha de noviembre de 2005 en Mar del Plata. Fue en esa fecha y en esa ciudad de Argentina que se llevó a cabo la Cuarta Cumbre de las Américas, y ahí con el liderazgo de Kirchner, Chávez y Lula se enterró la iniciativa del imperio norteamericano que pretendía imponer el proyecto del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) que hubiera perjudicado notoriamente a todos los países latinoamericanos.
 
Norteamérica tiene memoria de largo alcance, pero también los latinoamericanos tenemos firme memoria para identificar a los enemigos de nuestra Patria Grande, como la soñaron San Martín, Bolívar, Artigas y Morazán.
 
Las y los trabajadores sociales sabemos de sobra a qué sectores sociales se perjudicará más, de progresar estas medidas de estrangulamiento económico y  de sometimiento que -ayer y hoy- impulsan los imperios y sus personeros que asumen las más extremas lógicas de expoliación de nuestros pueblos.
  

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Prof. Norberto Alayón
Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Blog: 
http://norbertoalayon.blogspot.com.ar
Twitter: https://twitter.com/NorbertoAlayon
FB: www.facebook.com/norberto.alayon

POSADAS, ARGENTINA 20 de Junio de 2014.
POSICIÓN DE LA FAAPSS ANTE EL FALLO DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
La FEDERACIÓN ARGENTINA DE ASOCIACIONES PROFESIONALES DE SERVICIO SOCIAL (FAAPSS), tomando posición en la situación generada por el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, en relación al juicio que vienen llevando contra nuestro país los denominados “fondos buitres”, MANIFIESTA:
1. SU MÁS ENÉRGICO REPUDIO contra este fallo que favorece abiertamente a un grupo absolutamente minoritario y altamente especulativo, de tenedores de bonos de la deuda externa argentina, y pone en riesgo lo acordado con el 92,4 % de acreedores a los cuales el Gobierno Argentino les viene abonando regularmente en tiempo y forma la deuda renegociada.
2. QUE ESTA DECISIÓN DE LA CORTE NORTEAMERICANA NO ES INOCENTE sino que, muy el contrario, se ajusta el más estricto espíritu capitalista, empeñado sólo y exclusivamente en incrementar las ganancias del capital financiero especulativo que pretende ahogar a los países latinoamericanos que, como Argentina, vienen apostando a un desarrollo independiente como países libres y soberanos, con pleno derecho a decidir su propio destino y cómo llevarlo a cabo.
3. QUE ESTE FALLO asimismo atenta contra el crecimiento económico del país, las políticas de redistribución del ingreso, la inversión pública en infraestructura social, el financiamiento de las provincias argentinas, la investigación y el desarrollo tecnológico, la educación pública, los programas de salud y de vivienda, las políticas de protección y de inclusión social, entre otros.
4. QUE EL COBRO COMPULSIVO que pretenden los fondos “buitres”, apañados por jueces norteamericanos que actúan como juez y parte, amenaza seriamente el Patrimonio Nacional y el destino del Pueblo Argentino y coloca la especulación financiera, la codicia  y la usura por encima de los derechos que nos asisten como ciudadanos de un país libre y soberano, amenaza nuestra libertad y el derecho a decidir nuestros propios recursos, hipoteca nuestro futuro y cercena nuestras posibilidades de realización como país.
5. QUE EN ESTA HORA DIFÍCIL PARA NUESTRO PAÍS ES NECESARIO dejar a un lado los intereses sectoriales, grupales y personales, por más legítimos que sean, y APOSTAR FUERTEMENTE A LA UNIDAD NACIONAL construyendo una muralla de voluntades que resistan y se opongan al atropello y al saqueo que una vez más intenta EL IMPERIALISMO FINANCIERO INTERNACIONAL. 

jueves, 1 de mayo de 2014

SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO

A raíz de las renovadas propuestas de reinstauración del Servicio Militar Obligatorio reproduzco una nota de oposición a estas iniciativas, publicada en el Diario "Página 12" de Buenos Aires, el 4 de octubre de 2010 (página 19).
 
LOS POBRES, AL CUARTEL

                                                                                                          Norberto Alayón (*)


(*) Trabajador Social - Profesor Titular (Facultad de Ciencias Sociales-UBA)


El Senado dio media sanción a un proyecto denominado Servicio Cívico Voluntario, con 33 votos a favor, 31 en contra, 2 abstenciones y 5 ausencias. La propuesta, apoyada por la oposición y el pleno respaldo del Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, está dirigida a jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan, a quienes se les “proporcionará cursos de formación teórico-práctica en temas de defensa civil y capacitación técnica de oficios”. El entrenamiento “se desarrollará en instalaciones de las Fuerzas Armadas”, recibiendo los alumnos “alimentación y vestimenta”, además de “alojamiento en la unidad que se afecte al Servicio”. Se puntualiza expresamente que los participantes “deberán respetar los reglamentos de las Fuerzas Armadas, referidos a normas de convivencia”. El primer objetivo, que consta en el artículo 2º del proyecto aprobado, es “otorgar espacios de contención a jóvenes en situación de riesgo”.

¿Por qué a los mentores de esta iniciativa, pensar en “espacios de contención” para adolescentes y jóvenes en “situación de riesgo” (en condiciones de pobreza y desprotección, habría que precisar) los lleva a pensar en los cuarteles? ¿Desde cuándo los cuarteles son espacios de contención? O habría que preguntarse a qué contención se refiere la norma o en qué pensaron sus autores. ¿Acaso aspiran a una suerte de intento de revitalización directa o subliminal del felizmente fenecido Servicio Militar Obligatorio? Hasta el propio Ejército rechazó el proyecto, que ahora deberá ser tratado por la Cámara de Diputados.

El mismo día que se aprobó este proyecto de ley en el Senado, el Vicepresidente Cobos publicó un artículo de enfático apoyo, titulado “Un desafío para la sociedad”, en un centenario matutino de la ciudad de Buenos Aires. Y un agudo y prehistórico lector, de esos que envían comentarios a los diarios, develó la verdadera y profunda esencia punitiva de esta iniciativa. Le escribió un mensaje de marcado respaldo a Cobos por su nota, finalizando con este ilustrativo párrafo: “Y no tenga miedo de incluir a las Fuerzas Armadas en planes educativos: no sólo los vacunos necesitan bretes”.

Rápidamente se entiende el significado de brete, pero puede resultar útil repasar algunas de las acepciones que figuran en los diccionarios: “en las estancias y mataderos, sitio cerrado con fuertes maderos, para marcar en ellos las bestias o matarlas”; “cepo o prisión estrecha de hierro”.

¿Cuánto de control, de disciplinamiento, de vigilancia, de reforzamiento de la desigualdad, de discriminación, de estigmatización hacia esos jóvenes pobres contiene esta aparentemente beatífica propuesta?

El funcionamiento social empuja y condena a millones de jóvenes a la marginalidad y a la exclusión, y luego aparecen algunos presuntos redentores (con mayor gravedad en este caso, por tratarse de 33 Senadores de la Nación) que proponen “recuperarlos” y “reinsertarlos” a través del confinamiento en los cuarteles militares.  La democracia debe garantizar -y está en condiciones de hacerlo- que las políticas públicas dirigidas a los sectores vulnerados y vulnerables se canalicen a través de las instituciones oficiales y comunitarias pertinentes del campo de lo social, evitando el enmascaramiento de pretendidas “medidas de seguridad“, como si se trataran de políticas sociales inclusivas. Y sobre todo, debería garantizar que las instituciones en las que los jóvenes universalmente se forman y educan (la escuela, en primer lugar) sean las que los incluya y contenga.

Una vez más se intenta, por medio de este proyecto de ley, cristalizar la existencia de sociedades duales, convalidar la diferenciación social y vigilar y controlar a los pobres, en vez de apuntar a trabajar sobre las causas más profundas de la pobreza.

En suma, para los jóvenes pobres el disciplinamiento cuartelario y para los jóvenes pudientes  los colegios y las universidades privadas.


martes, 18 de marzo de 2014

MENOS POLICÍAS Y MÁS ASISTENTES SOCIALES

Nota publicada en el Diario "Tiempo Argentino" de Buenos Aires, el 9 de marzo de 2014.

                                                                                                                         
Norberto Alayón (*)

(*) Trabajador Social. Profesor Titular (Facultad de Ciencias Sociales-UBA)

Para determinadas concepciones, las protestas sociales que reivindican derechos incumplidos constituyen un accionar desestabilizador que justifica la represión policial.

En el marco de un proyecto político, de perfil popular, que tienda a atenuar las inequidades generadas por el modelo de funcionamiento social, aparece un sugerente interrogante, de carácter conceptual y político: ¿sería necesario que haya más asistentes sociales y menos policías?

Bregar por la vigencia de sociedades más equitativas, más justas, constituye un objetivo loable y un imperativo que identifica a los proyectos políticos de carácter popular. En contraposición, las propuestas y modelos conservadores se reconocen en la existencia de sociedades profundamente desiguales, con acceso marcadamente diferenciado a los bienes y servicios producidos por el conjunto de la sociedad.

La búsqueda de una mayor justicia social requiere, principalmente, de una propuesta de carácter estructural que ataque en su génesis las lógicas de inequidad que caracterizan al capitalismo.

Toda alternativa política que propicie y defienda una mayor inclusión y bienestar de los sectores sociales históricamente más relegados, necesariamente tendrá que afectar los intereses de aquellos otros sectores de impúdica concentración de riqueza que se resisten a una mayor distribución (en pro del bien común), de lo que han acumulado, generalmente en base a privilegios diversos y a la explotación del trabajo ajeno.

A la par, la puesta en marcha de políticas sociales inclusivas, de mayor igualación, de contención y promoción social de los sectores más vulnerados, debe acompañar y apuntalar todo proyecto general que se precie y reconozca como popular.

Pero no todo el mundo piensa igual acerca de qué hacer con los pobres que genera el sistema. ¿La propuesta debería ser meramente controlar a los pobres o bien tratar de combatir la pobreza y actuar sobre sus nocivos efectos?

De “vigilar y castigar” ya nos hablaba el filósofo francés Michel Foucault, hacia mediados de los 70 del siglo pasado. La disyuntiva podría plantearse, entonces, entre vigilar y castigar a los pobres o bien evitar la discriminación y apostar a la promoción y ampliación de derechos, por medio de vigorosas políticas de inclusión y de distribución de riqueza que mejore la calidad de vida de los mismos. ¿Más policías para la primera opción o más asistentes sociales (trabajadores sociales) para la segunda?

Los trabajadores sociales (o asistentes sociales) son los graduados de las carreras de Trabajo Social que se cursan predominantemente en universidades, públicas y privadas, de todo el país. El Trabajo Social es una profesión cuyos objetivos están dirigidos a contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la población (en particular de los sectores más desfavorecidos por las propias características del funcionamiento social) y a la defensa irrestricta de los derechos humanos, en su más abarcativa acepción.

No se trata de idealizar en abstracto (a los trabajadores sociales), ni tampoco de demonizar en abstracto (a los policías). Pero corresponde distinguir, que el trabajador social se suele caracterizar por poseer vocación y formación para la promoción humana y el desarrollo de procesos socio-educativos de las personas, familias y comunidades. Y el policía se suele caracterizar por su vocación y formación para el control y la represión. Ambas son profesiones legítimas, pero que cumplen funciones esencialmente dispares.

Usualmente se piensa más en reprimir que en prevenir. ¿A quiénes se reprime y se castiga más en nuestras sociedades? Por cierto, se castiga más a los más pobres, a los más desprotegidos, a los más estigmatizados. La criminalización de la pobreza no es una ficción; es una terrible constatación cotidiana.

Una sociedad cabalmente moderna no debe ser impropiamente permisiva, pero tampoco puede admitir -si se precia de democrática- la vigencia de criterios inequitativos para las acciones de punición y para la administración de la justicia.

De paso conviene recordar que ni más castigo, ni aumento de las penas, ni más cárceles, ni más cámaras de seguridad (¡ahora las instalaron hasta en el Obelisco!), podrán combatir eficazmente la violencia, si no se ataca a ésta en sus orígenes, en las causales de índole estructural que sobredeterminan su presencia.

Las tareas de reparación, de atención de las necesidades sociales, de apoyo a la reivindicación de derechos, de estímulo a la organización comunitaria, de promoción de actividades culturales diversas (musicales, teatrales, deportivas, educativas, cooperativas, etc.), que suelen impulsar los asistentes sociales en los barrios, constituyen un valioso y estratégico aporte para luchar contra la desigualdad social. En suma, para fortalecer la equidad y la propia democracia y apoyar la construcción de una sociedad más humana.

Para la consolidación de una sociedad con mayor justicia social cabe bregar a fondo por más empleo, por mejores salarios, por educación, salud, vivienda, seguridad social, recreación para todos los habitantes. Para contribuir al logro de estos objetivos, sería mejor que hubiera más asistentes sociales y menos policías.

Buenos Aires, marzo 9 de 2014.