lunes, 11 de marzo de 2013


EL DIARIO “LA NACIÓN”, EL “CUERVO” LARROQUE Y LOS ASISTENTES SOCIALES


Norberto Alayón (*)
(*) Profesor Titular Regular
     Facultad de Ciencias Sociales-UBA

Jorge Fernández Díaz, el Secretario de Redacción del diario “La Nación” de Buenos Aires, publicó en la edición del 1º de marzo un artículo titulado “El Cuervo Larroque, el kirchnerista absoluto”.

No voy a referirme puntualmente sobre “La Nación”, ni sobre el “cuervo” Andrés Larroque. Como trabajador social, voy a argumentar una defensa si se quiere “profesionalista” -aunque nunca ha sido éste mi sesgo preferido-, en esta época donde ciertas corporaciones operan en pro de sus intereses de manera casi obscena.

En su nota, de extensa crítica obsesionada sobre Larroque, el columnista Fernández Díaz expresa en uno de sus párrafos lo siguiente: “Larroque puede estar en el Parlamento llamando “narcosocialistas” a los aburridos socialdemócratas santafecinos o “atorranta” a una diputada de la centroderecha cool.  Pero también puede que se encuentre en las unidades básicas de las barriadas más humildes, predicando cristinismo o dando instrucciones a algún asistente social (subrayado mío) de Vatayón (Batallón) Militante.”

Los trabajadores sociales o asistentes sociales son los graduados de la carrera de Trabajo Social que se cursa predominantemente en universidades, públicas y privadas, de todo el país. El Trabajo Social es una profesión cuyos objetivos están dirigidos a contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la población (en particular de los sectores más desfavorecidos por las propias características del modelo de funcionamiento social) y a la defensa irrestricta de los derechos humanos, en su más abarcativa acepción.

Se trata de un vigoroso y dinámico colectivo profesional, con un importante nivel organizacional, plasmado en leyes nacionales y provinciales y en asociaciones y colegios de graduados y de unidades académicas que tienen pleno reconocimiento en el país, en Latinoamérica y en el mundo entero.

No tengo conocimiento de que trabajadores sociales se desempeñen profesionalmente dentro de la agrupación Batallón Militante. ¿El Secretario de Redacción de “La Nación” tiene información fidedigna acerca de la participación profesional de asistentes sociales (trabajadores sociales) en dicha organización? Si no fuera así, no debiera entonces referirse ligeramente sobre los profesionales asistentes sociales en un tono que raya con la desvalorización y el destrato. ¿Qué atributos responsables posee Fernández Díaz para referirse con desdén cuando habla de estos profesionales universitarios?

En el tenor de su nota, por cierto sobrecargada en distintos pasajes, la expresión “dando instrucciones a algún asistente social” suena a exigencias imperativas u órdenes de carácter vertical para que sean cumplidas sin reflexión alguna. Sólo en el período de la dictadura cívico-militar-eclesiástica del 76-83, que el diario “La Nación” conoció muy de cerca, los trabajadores sociales -como tantos otros profesionales y ciudadanos en general- nos vimos compelidos en muchos casos a aceptar aberrantes imposiciones autoritarias del poder de facto.

Los trabajadores sociales, mujeres y hombres, son (somos) profesionales universitarios que se referencian e identifican con posiciones diversas en lo ideológico, en lo religioso, en lo cultural, en lo político. Desde luego, también habrá colegas que lean y se sientan representados y contenidos por el tradicional perfil del diario “La Nación”, que se autoatribuye ser “una tribuna de doctrina”.

Probablemente estos colegas, cercanos a las posiciones viejas y nuevas de “La Nación”, sean los que se sientan más dolidos por el objetivo menoscabo hacia el conjunto de la profesión de Trabajo Social, proferido por el Secretario de Redacción del centenario matutino. Sería deseable que Fernández Díaz asumiera la rectificación pertinente.   

Buenos Aires, marzo de 2013.

jueves, 21 de febrero de 2013


EL PERIODISMO FALAZ

Publicado en dos partes, en ediciones sucesivas del 6 y el 13 de febrero de 2013, en el "Semanario Universidad" (Nros. 1978 y 1979), de la Universidad de Costa Rica.


                                                                                                             Prof. Norberto Alayón
                                                                                                                          
Soy un trabajador social argentino y me desempeño como profesor en la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. A comienzos de diciembre viajé a Costa Rica, invitado por una institución oficial, para compartir una exposición académica sobre temáticas de mi profesión. En esa ocasión, llegó a mis manos un ejemplar del diario “La Nación” de Costa Rica, del 25 de noviembre, en el cual pude leer un editorial titulado “Kirchner en la cuerda floja”.

Lo tomé como un editorial más de los tantos que pululan en nuestros países, que expresan ciertas maneras de ejercer el periodismo ajenas a la responsabilidad y a la verdad. Luego me entero que dicho diario sería el más “importante” de Costa Rica y que se trataba de la edición número 22.954, ya que la publicación fue fundada en 1946 como “diario independiente”. Pensé en ese momento, con cierto humor negro, que 22.954 periódicos con el perfil y tenor de ese editorial pulverizarían el hígado de la persona más robusta y sana. Y es lo mismo que nos pasa a los argentinos con algunos diarios, hasta centenarios, que se autorreputan como serios.

Al regresar a mi país decidí enviar una respuesta breve a semejante insolencia y falsedad del “importante” diario. Envié unas pocas líneas, que me permito reproducir textualmente a continuación, ya que las mismas fueron publicadas en la sección Cartas, el 20 de diciembre, pero con algunos retoques y omisiones:

Sra. Yanancy Noguera, Directora del Diario La Nación de Costa Rica: Con todo respeto me dirijo a usted en relación al Editorial publicado en "La Nación" del domingo 25 de noviembre de 2012, bajo el título "Kirchner en la cuerda floja". Dicho texto, plagado de inexactitudes, exento de información fehaciente y atravesado por una suerte de malicia ideológica, constituye la expresión de un diario ajeno a la seriedad y al buen periodismo.
Tal vez no sea su deseo, pero sepa usted que ni la Presidenta Cristina Kirchner, ni la Argentina están "en la cuerda floja". Todo lo contrario: flojos de seso, pero plagados de veneno, se evidencian ciertos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, a los cuales se suma este extravío editorial del diario bajo su dirección. Le agradeceré tenga a bien publicar estas breves consideraciones, como derecho a réplica.

Veamos algunos de los dislates y la forma de “construir” las noticias, de la que hace gala el mencionado editorial, en su irracional afán de descalificar. Empieza con el título de “Kirchner en la cuerda floja”. Pareciera inducir a hacer creer a los lectores que el gobierno argentino está “por caer”. La presidenta Cristina Kirchner fue reelegida, en octubre de 2011, con más del 54 % de los votos, y tiene mandato constitucional hasta diciembre de 2015. El título y el contenido del editorial no implica una caracterización seriamente fundamentada; lo que implica y expresa es un deseo. ¿Querrá “La Nación” que el gobierno constitucional argentino caiga y volvamos a una dictadura cívico-militar? Tal vez sea el mismo deseo del que están embebidos ciertos sectores sociales de Argentina, que ven recortados sus enormes e históricos beneficios, articulados a los intereses económicos mundiales más concentrados e inequitativos. Estos sectores, en Argentina, intentan permanentemente por todos los medios (económicos, judiciales, mediáticos) difamar, desgastar al máximo posible a un gobierno de carácter “nacional y popular” como el actual, precisamente porque ven cuestionados sus privilegios y temen perderlos o siquiera verlos reducidos. Los sectores que impulsaron la genocida dictadura cívico-militar-eclesiástica que destrozó al país entre 1976 y 1983, la Sociedad Rural Argentina que expresa históricamente a la clase más oligárquica y parasitaria, el diario “La Nación” de la Argentina (¡oh, el mismo nombre que el de Costa Rica!), cierta jerarquía de la Iglesia Católica, en suma los sectores reconocidos como el conservadurismo, la derecha, todos portan el deseo de que este gobierno caiga. ¿”La Nación” de Costa Rica se sentirá identificada con estos sectores profundamente retardatarios y antidemocráticos y se suma a este deseo?  ¿Por eso publican semejante editorial?

Y agrega “La Nación”: “El cuadro tiene como fondo una camarilla asesora liderada por el hijo de la mandataria, con los sigilosos consejos de una amalgama de jóvenes de ideas radicales.” ¡Qué lenguaje irrespetuoso que suena a descalificante de la investidura presidencial! La presidenta argentina ha demostrado de sobra que posee la suficiente autoridad para no dejarse influenciar por ninguna camarilla. Simétricamente, aún dejando de lado la densidad abismal entre una presidenta elegida democráticamente dos veces por el pueblo y un diario como “La Nación”, se podría preguntar si detrás de la directora Noguera existe una camarilla ligada o descendiente de la familia Montealegre, relacionando a la vez a esta familia con el fusilamiento de Juanito Mora.

¿De dónde saca tan osados y falsos datos “La Nación”? ¿Se los proporciona la Sociedad Interamericana de Prensa, es decir la asociación de propietarios de diarios; los obtiene de la Cadena de la desinformación y distorsión sistemática, conocida como CNN; se los pide a la embajada norteamericana? Al alemán Paul Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, se le atribuye la frase: “una mentira mil veces repetida… se transforma en verdad.”

El editorial pretende desconocer el crecimiento económico sostenido de Argentina desde el 2003; las reservas record del Banco Central; la recuperación del empleo; el rechazo a las presiones e imposiciones del FMI; la firme decisión de fortalecer el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC; la recuperación estatal de Aerolíneas Argentinas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Aguas Argentinas, Correos; el rechazo al proyecto imperial del ALCA; la Asignación Universal por Hijo y a mujeres embarazadas; la moratoria y actualización previsional que benefició a millones de jubilados; el sostenido impulso a la industria, a la ciencia y a la tecnología; los programas de inclusión social; la profundización de las políticas de defensa de los derechos humanos; los planes de vivienda y de diversas obras públicas; la jubilación para las Amas de Casa; la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (precisamente suspendida desde hace 4 años por los medios hegemónicos y cierto sector del Poder Judicial); el aumento al 6 % del PBI del presupuesto en Educación; el Programa de distribución gratuita de computadoras a estudiantes y docentes; la puesta en marcha de la TV Pública Digital gratuita; la Ley de matrimonio igualitario; etc.

Es necesario reparar en dos cuestiones centrales. En primer lugar, la importancia de develar la utilización de argumentos aparentes para defender lo que es evidentemente falso. Y un segundo aspecto remite a la necesidad de identificar cierta unidad de acción, a escala continental, asumida por diversos sectores que pertenecen o representan al conservadurismo, para oponerse tenazmente a los distintos proyectos que felizmente se están desplegando en muchos de nuestros países, en sintonía con los legítimos ideales de independencia y justicia social.

El poder económico mundial (dicho de otro modo, el sistema capitalista) tiende a avanzar para controlar y hasta apropiarse del poder político para ponerlo a su servicio. Pero además, para completar este circuito perverso que perjudica a las grandes mayorías, requiere controlar también el poder ideológico, representado básicamente en la educación y en la comunicación mediática, es decir en el periodismo.

Resulta obvio reconocer el alto componente político que tiene siempre el periodismo. Y es absolutamente legítimo que cualquier sector social exprese sus posiciones y la defensa de sus intereses por medio del periodismo, pero sin distorsionar la realidad o directamente con falsedades, muchas de ellas muy descaradas y ostensibles. De no ser así, convierten al periodismo en una actividad ruin y en una suerte de charca cloacal.

Un ejemplo de este tipo de periodismo lo constituye el diario inglés The Sun, cuyo propietario es el magnate Rupert Murdoch. Este diario fue condenado en el propio Reino Unido por escuchas ilegales y publicaciones de noticias falsas relacionadas con personalidades y políticos de ese país. Dicho accionar, concientemente programado, benefició abiertamente la campaña electoral del primer ministro conservador David Cameron, a punto tal que funcionarios de su gabinete debieron renunciar frente al escándalo y complicidad con el multimillonario Murdoch.

Estoy seguro que los costarricenses y todos los latinoamericanos bien nacidos, que soñamos con sociedades más justas e igualitarias, no desean que “La Nación” de la querida Costa Rica imite al diario The Sun.

domingo, 23 de diciembre de 2012

REPORTAJE TELEVISIVO SOBRE ASISTENCIA Y ASISTENCIALISMO 
Emitido el 20 de diciembre de 2012.

Programa "Asuntos Públicos" - Canal Metro de Buenos Aires.

http://www.youtube.com/watch?v=xylUSr763u4&feature=youtu.be

miércoles, 19 de diciembre de 2012


CONFERENCIA EN COSTA RICA  -  Diciembre de 2012.


A inicios de diciembre el profesor argentino Norberto Alayón estuvo en Costa Rica como invitado del Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial (CNREE), e impartió la conferencia "La asistencia social como un Derecho Humano".
Por su significativa contribución al debate sobre la asistencia social compartimos por este medio dicha conferencia en formato audio. Para escucharlo apriete click en:


CARTA AL DIARIO "LA NACIÓN" DE COSTA RICA
Diciembre 15 de 2012.


Señora Directora del Diario La Nación de Costa Rica:
YANANCY NOGUERA
 
Con todo respeto me dirijo a usted en relación al Editorial publicado en "La Nación" del domingo 25 de noviembre de 2012, bajo el título "Kirchner en la cuerda floja".
Dicho texto, plagado de inexactitudes, exento de información fehaciente y atravesado por una suerte de malicia ideológica, constituye la expresión de un diario ajeno a la seriedad y al buen periodismo.
Tal vez no sea su deseo, pero sepa usted que ni la Presidenta Cristina Kirchner, ni la Argentina están "en la cuerda floja". Todo lo contrario: flojos de seso, pero plagados de veneno, se evidencian ciertos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, a los cuales se suma este extravío editorial del diario bajo su dirección.
Le agradeceré tenga a bien publicar estas breves consideraciones, como derecho a réplica.
 
 
Prof. Norberto Alayón Fernández
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Documento Nacional de Identidad 4.517.827
Teléfono (54-11) 4831-2292

domingo, 28 de octubre de 2012


LA PRIMERA ESCUELA DE SERVICIO SOCIAL (que no fue…)



                                                                                       Norberto Alayón (*)


(*) Profesor Titular Regular. Carrera de Trabajo Social de la
     Universidad de Buenos Aires. Autor del libro “Historia del Trabajo Social en Argentina”.


El 2 de agosto de 1924, por Resolución del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, fue creado el curso de Visitadoras de Higiene Social, dependiente del Instituto de Higiene de dicha Facultad. El director de dicho Instituto era el médico Manuel V. Carbonell, pero en rigor el curso dependía de la Cátedra de Higiene, perteneciente al Instituto, cuyo titular era el médico Alberto Zwanck.

Casi 6 años más tarde, el 23 de junio de 1930, se inauguró la primera Escuela de Servicio Social, dependiente del Museo Social Argentino, dirigida por el propio Zwanck. En esa fecha, el Museo Social estaba incorporado a la Universidad de Buenos Aires, como un Instituto de Información, Estudios y Acción Sociales.

Sin embargo, dos años antes, existió un proyecto previo para la creación de la primera Escuela Nacional de Servicio Social, presentado por el Poder Ejecutivo Nacional con fecha 16 de mayo de 1928. En efecto, con la firma del presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear (cercano al radicalismo “antipersonalista”, opositor de Hipólito Irigoyen) y de su ministro de Justicia e Instrucción Pública, Antonio Sagarna, se envió al Honorable Congreso de la Nación un proyecto de ley, en cuyo artículo primero se establecía: “Créase en la ciudad de Buenos Aires la Escuela de Servicio Social, con los fines que a continuación se expresan: Proporcionar enseñanza técnica y administrativa a los jóvenes que aspiren a ocupar puestos en obras de asistencia y previsión sociales. Dar a las enfermeras, visitadoras, empleadas en obras sociales una educación que complemente la ya recibida. Completar la educación social de los jóvenes que siguen otros estudios. Ofrecer a todos un centro de Estudios Prácticos de la realidad argentina en materia de asistencia y solidaridad sociales”.

Se preveía que los estudios, para alumnos mayores de 17 años, de ambos sexos, “duraran dos años, de los cuales el primero estará consagrado especialmente a dar una información general sobre los grandes problemas sociales, y el segundo a la especialización en el trabajo social, de acuerdo con las necesidades del alumno”.

El plan de estudios contemplaba el dictado de “una introducción al estudio del servicio social; nociones de sociología; de psicología; de derecho y administración pública; de biología general; bases científicas de la educación; el problema de la penología; el de la población de la Argentina; higiene; puericultura; administración de las instituciones del servicio social; economía doméstica; juegos; deportes; primeros auxilios; orientación profesional; asistencia sanitaria y social; y organización del trabajo”.

Para ingresar a la Escuela se exigía a los y las estudiantes “haber cursado los tres primeros años de una escuela normal, de un colegio nacional o de un establecimiento de enseñanza especial”. No obstante, de no cumplirse este requisito de estudios previos, igualmente podrían ingresar quienes “formaran parte del personal de alguna institución de acción social pública o privada”.

En la fundamentación del proyecto se mencionaba que “La asistencia sanitaria y social -el servicio social, como con justo y amplio sentido comprensivo se dice- realízase en nuestro país en forma generosa, insumiendo recursos y energías de tal magnitud, que implican un timbre de honor para el sentimiento de filantropía y de solidaridad del pueblo argentino”. Reafirmando “ese concepto de la asistencia del Estado a los menores abandonados o a los indigentes, como un deber esencial de toda sociedad bien organizada que, al recoger, amparar y elevar esos niños o jóvenes, defiende y ennoblece su propia integridad”.

Con anterioridad al mes de mayo de 1927 el ministerio de Justicia e Instrucción Pública había “encomendado a funcionarios de su dependencia y a comisionados especiales el estudio de las organizaciones docentes y administrativas del servicio social en Europa y el resultado de tal misión es un informe muy interesante y muy documentado que permite apreciar nuestra situación de retardo e inferioridad en tal sentido, al propio tiempo que nos ofrece los varios tipos de organización bien experimentados en otros países, para que adoptemos el más conveniente, adaptándolo a nuestras propias condiciones sociales”.

El proyecto incluía el interrogante acerca de “con qué bagaje teórico y práctico entra un argentino a la dirección de una casa-cuna; de un instituto tutelar de menores; de una casa de trabajo para alcoholistas, vagos, viciosos; de una prisión o casa correccional; de un internado docente; de una caja de previsión social; de una cooperativa; etc.” Y agregaba su propia respuesta: “Casi siempre, a una base de buenas informaciones unilaterales se une un poco de ensayismo en otros aspectos de los varios e interesantes que presenta el problema de la dirección y administración eficaces, y la experiencia resulta, así, larga y dispendiosa, cuando no determina el malogro de las mejores intenciones y empeños”.

Para abordar tales carencias, la propuesta de estudios consignaba que “El primer año será de carácter teórico relativamente (sic) pues siempre se tendrá en cuenta, en lo posible, la observación y la experiencia, y el segundo será acentuadamente práctico y especializado, trabajando los alumnos en las instituciones que en esta Capital prestan asistencia sanitaria y social, como ser hospitales, asilos, colonias, hogares, cajas de previsión, salas cunas, sociedades de beneficencia, cooperativas, cárceles, cantinas maternales y escolares, etc., con la cooperación que se descuenta de sus directores, personal técnico y administrativo”.

Simultáneamente existió también otro proyecto de ley para la creación de una Escuela de enfermeras visitadoras, presentado en 1928 en el Congreso Nacional por Leopoldo Bard. Este médico, vinculado ideológicamente con Hipólito Yrigoyen y también con la masonería, era el presidente del bloque radical de la Cámara de Diputados. Años más tarde, en 1947, fue designado por Juan Domingo Perón como Director General de Higiene y Seguridad del Trabajo.

El proyecto del diputado Bard establecía, en su artículo segundo, que “Las escuelas de enfermeras visitadoras dependerán de cada una de las cátedras de higiene médica de las respectivas facultades de Medicina de Buenos Aires, Rosario y Córdoba”. En rigor, tal como se consignó al comienzo de este texto, en Buenos Aires ya estaba en pleno funcionamiento, desde hacía cuatro años, el Curso de Visitadoras de Higiene Social en la Facultad de Ciencias Médicas. En julio del mismo año, este proyecto pasó a la Comisión de Instrucción Pública, sin que se lograra la sanción de la ley respectiva.

Al mismo tiempo, existían inquietudes similares en el seno del Museo Social Argentino para abocarse a la formación de estos agentes sociales. Se organizó la Sección de Higiene Social, en mayo de 1928, cuyas autoridades fueron los médicos Julio Iribarne, Manuel V. Carbonell y Germinal Rodríguez[1], integrada también por otros siete médicos: Saúl Bettinotti, Pílades O. Dezeo, Ciro Durante Avellanal, Ubaldo Fernández, Evaristo Lutara, Nerio Rojas y Manuel Ruiz Moreno. Conformaron una comisión para elaborar una propuesta de creación de una Escuela de Servicio Social y, entre diversas consideraciones, formularon una muy llamativa argumentación: “Comprendemos que esta labor de organizar la nueva Escuela, sus planes de enseñanza y orientación, es una tarea larga y difícil y que exigirá una tranquila meditación. Pero en cualquier forma podría este año aceptarse en principio la creación de dicha Escuela para evitar así que la idea, tomada por alguna otra institución afín, pudiera malograrse o confundirse y una comisión del seno del Museo Social podría planear la organización en el transcurso del corriente año”. (subrayado nuestro).

Al respecto surgen algunos significativos interrogantes. ¿Por qué el Museo Social Argentino presumía que alguna otra institución estatal “podría malograr o confundirse” en relación a la idea de crear una Escuela de Servicio Social?  Visto el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional, el 16 de mayo de 1928, para crear la primera Escuela Nacional de Servicio Social, ¿el Museo Social se apresuró para presentar su propia propuesta para lograr ser los primeros en crear dicha Escuela? El gobierno nacional había financiado, previo a mayo de 1927, el viaje a Europa de “funcionarios” y de “comisionados especiales”: ¿alguno de los médicos integrantes del Museo Social formaron parte de la misión que viajó a Europa en 1927?  El artículo que el Dr. Germinal Rodríguez publicó en el diario “La Nación”, el 2 de diciembre de 1927: ¿fue el producto de los datos y experiencias recogidas en el periplo europeo, financiado por el gobierno nacional?  

En definitiva, el proyecto del Poder Ejecutivo, de mayo de 1928, nunca llegó a aprobarse. Era obvio que el gobierno de Alvear estaba finalizando su mandato. Al poco tiempo se realizaron las elecciones nacionales, siendo ungido como nuevo Presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen, el cual asumió el 12 de octubre del mismo año. Quedó trunca, de este modo, la alternativa de creación de una Escuela de Servicio Social dependiente del gobierno nacional, lo cual recién se concretó -31 años después- en 1959 (durante el mandato de Arturo Frondizi) con la inauguración del Instituto de Servicio Social, dependiente del ministerio de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación, cuyo titular era el médico Héctor V. Noblía, siendo director de dicho Instituto el médico psiquiatra Ricardo Tarsitano.
   


Buenos Aires, Octubre de 2012.



[1]  El doctor Germinal Rodríguez fue concejal del Partido Socialista Independiente, sector expulsado del Partido Socialista en 1927 y que luego brindó un apoyo activo al golpe de estado del 6 de septiembre de 1930, encabezado por el general José Félix Uriburu, que derrocó al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen. 

jueves, 9 de agosto de 2012


CAPITALISMO Y ASISTENCIALISMO

Nota publicada en el Diario "Página 12" de Buenos Aires. Agosto 1º de 2012.

                                                                                                   Norberto Alayón (*)

(*) Profesor Titular Regular. Facultad de Ciencias Sociales (Univ. de Buenos Aires). Autor del libro “Asistencia y Asistencialismo”.


El capitalismo es el modelo político-económico que predomina en el funcionamiento de nuestros países. Su lógica y “racionalidad” se centra irreductiblemente en la búsqueda denodada del lucro y la acumulación, sobre la base de la expoliación de la productividad del trabajo de otros. Un modelo bien distinto tendríamos si los objetivos de la producción no fueran la mera ganancia, sino la satisfacción de las necesidades sociales.

Como dijera Adam Smith, aquel economista y filósofo escocés del siglo XVIII, “el mercado es incompatible con la ética, porque cualquier acción moral voluntaria contradice las propias reglas del mercado y simplemente termina por desplazar al empresario moralizante”.

Cabría igualmente un par de reconocimientos: a) el capitalismo ha contribuido al desarrollo de la sociedad, aunque simultáneamente condujo a reproducir desigualdades estructurales; y b) nuestros países han venido padeciendo un doble sufrimiento, por la presencia del capitalismo y también por la falta de desarrollo capitalista.

Por ejemplo, el carácter parasitario y ocioso de nuestra tradicional oligarquía, que se constituyó como una suerte de “clase capitalista no burguesa”, obstaculizó el desarrollo industrial del país, manteniendo en muchos casos relaciones de tipo cuasi feudal. La enorme riqueza, obtenida por las grandes extensiones de campos y por la renta diferencial de la tierra, condujo a estos sectores a evidenciar un comportamiento exento de “dinamismo burgués” y anti industrialista. Con semejantes ganancias, los terratenientes no estaban interesados en reinvertir sus beneficios.

Tal vez, de este origen “naturalmente perezoso”, nuestras “burguesías nacionales” hayan encontrado una suerte de modelo productivo a imitar, ligado a la búsqueda de ganancias desmedidas, con un mínimo de riesgo e inversión o bien aprovechando protecciones, prebendas, abusos y saqueos sobre el Estado para que respaldara sus intereses privados, por sobre el bienestar del conjunto de la sociedad. Con frecuencia, esta violación de la esencia misma del funcionamiento capitalista, ligada a la inversión y al riesgo, constituye una conducta obstinada: quieren ganar fortunas -y además en el menor tiempo posible- sin correr prácticamente ningún tipo de riesgos.

De todos modos este capitalismo, aún escuálido y atrasado, genera cierto desarrollo aunque -a la par, por supuesto- habilita el mantenimiento de la pobreza y la desigualdad. Si la acumulación por parte de un sector social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza y en una distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores ricos y pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias características del modelo de funcionamiento social. De ello deriva la existencia de sociedades duales, con polos opuestos de altísima concentración de riqueza por un lado y de enorme concentración de exclusión y pobreza por el otro.  

Cuando aumenta la pobreza y la indigencia y se acrecienta la conflictividad social poniendo en riesgo la estabilidad y continuidad del sistema social, se tiende a recurrir a determinadas formas de repartijas escasas para paliar mínimamente las situaciones extremas, en la perspectiva del control social, del disciplinamiento y de la construcción de sujetos subordinados y dependientes.  El asistencialismo emerge, entonces, como una particular excrecencia del propio sistema capitalista imperante.

El no reconocimiento de los problemas sociales como derechos humanos suprimidos o restringidos y la distribución mínima para sólo atenuar y controlar los conflictos sociales generados por las carencias extremas, constituyen la base de las propuestas asistencialistas. Se trata, en concreto, de repartija y control ideológico-político hacia la reproducción del orden social vigente.

Surge, entonces, el interrogante de cómo interferir en la perversa lógica de las prácticas asistencialistas. Consideramos que se puede y se debe concretar por medio de la acción del Estado, a través de vigorosas políticas públicas de redistribución de riqueza que garanticen derechos, en la perspectiva de contribuir a la autonomización de los sujetos, lo cual -a su vez- fortalece el funcionamiento democrático y el tránsito hacia la construcción de una sociedad más justa.

Se requiere de un Estado que, aún capitalista, opere decididamente como regulador y garante pleno del interés general de la sociedad, y en particular de los sectores más vulnerados, por sobre el interés privado de los sectores del capital.

En suma, un Estado que, aún sin trastocar de raíz la lógica central del capitalismo, pueda sentar las bases para ir construyendo una democracia sólida con derechos sociales extendidos, lo cual configurará estratégicamente otro tipo de sociedad, otro tipo de sistema social, que no tenga que apelar al infame e inmoral asistencialismo.

Buenos Aires, Agosto de 2012.