Comparto la PRESENTACIÓN que realicé de la conferencia que el Dr. MARIO BUNGE brindó, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, el 3 de mayo del 2000.
“Nuestra
Facultad de Ciencias Sociales se honra hoy al poder tener entre nosotros al
Prof. Mario Bunge, quien nos brindará una conferencia acerca del interrogante
"¿Es posible la unificación de las ciencias sociales?".
La
distinguida trayectoria -nacional e internacional- del disertante, nos
predispone ávidamente para recibir sus aportaciones acerca de la fragmentación
de las ciencias sociales y la necesidad de la unificación de las mismas.
La ciencia
social, con frecuencia, concita posiciones encontradas y hasta contradictorias.
Es valorada y subestimada. Se la pondera y se la desprecia. Se la considera
necesaria y, paralelamente, se cuestiona su utilidad.
Muchos
científicos de otros campos, a menudo, son muy duros e hipercríticos acerca de
las aportaciones de las ciencias sociales o bien, casi socarronamente, las
consideran como una suerte de mal ineludible con el cual hay que convivir.
Que la
propia Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (la
nuestra) sea la décimo tercera (más allá del número fatídico) y última en
haberse creado -recién en 1988- algo indica acerca del reconocimiento formal
que la sociedad depara a nuestras disciplinas. Previo a la creación de esta
nueva Facultad se discutió mucho acerca de la pertinencia de aglutinar, en un
mismo ámbito académico, a las carreras de la Facultad de Filosofía y Letras y
aún a la propia Facultad de Ciencias Económicas. La decisión final dispuso la
conformación de esta Facultad sobre la base de cinco carreras, las mismas con
las que contamos en la actualidad.
El análisis
acerca de las características y del funcionamiento de nuestras sociedades
(función básica de las ciencias sociales) provoca sentimientos y reacciones
duales. Por eso también las ciencias sociales son reconocidas o temidas. Porque
tienden a cuestionar o a convalidar los diferentes modelos de funcionamiento
social.
Las enormes
potencialidades del pensamiento crítico, libre, diferente, genera zozobra en
los sectores conservadores, renuentes a los cambios y fundamentalmente
resistentes al cuestionamiento y/o pérdida de sus privilegios.
La sola
vigencia de la democracia los altera y los pone sobreaviso. Por eso, en los
períodos antidemocráticos son tan fuertemente combatidas las ciencias sociales
y cercenada la posibilidad de su expansión y la existencia misma de los centros
de formación.
No hace demasiado
tiempo, un militar golpista que dio sustento a la dictadura instaurada en 1976,
que fue Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y que ahora
nuevamente es intendente de un Partido del Gran Buenos Aires, expresó que
"la duda es la jactancia de los intelectuales". Es cierto, que no
sólo a los cientistas sociales nos involucra ese sesudo pensamiento, pero tiene
especial incumbencia para nuestro campo profesional.
La
interrogación permanente, como hábito de los científicos, es un instrumento
poderoso de progreso y un antídoto también contra los fundamentalismos
políticos o religiosos que tanto daño han causado y causan a la humanidad.
El ex Presidente
de la Nación Carlos Saúl Menem llegó a
manifestar, con gran unción: "nadie nos sacará de este camino [...]
estamos obedeciendo un mandato de Dios".
Las ciencias
sociales, y en particular la ciencia política (aunque también se cruza con la
psicología en este caso) puede encontrar en este relevante episodio un ámbito
de especial interés para contribuir, con su reflexión, al análisis de: a) las
eventuales consecuencias inmediatas o mediatas de tal invocación; b) el
debilitamiento de la racionalidad política que propicia este tipo de
declaraciones; c) la depositación de la voluntad popular y del destino de las
naciones, en individualidades que proponen alternativas místicas y demagógicas
que tienden a reemplazar el debate político.
Hoy, como
siempre o tal vez más que nunca, la sociedad espera de sus cientistas sociales
aportes lúcidos para develar la compleja realidad actual y para sugerir,
también, cursos de acción que ayuden a concretar aquellos viejos y nuevos
anhelos de construir sociedades más justas, más libres, más solidarias; en
suma, más humanas.
La presencia
del Prof. Bunge entre nosotros, coincide con el proceso de discusión que hemos
impulsado en nuestra Facultad tendiente
a la transformación académica, debiendo analizarse la posibilidad de
conformación de áreas de conocimiento y
años en común para las cinco carreras de la Facultad, cambios curriculares,
materias optativas, relación grado-posgrado e investigación, prácticas de
acción social o extensión para todos los alumnos, presencia de la Facultad en
la sociedad, etc.
Creemos que
sería muy importante poder plasmar sólidos criterios de organización por áreas
de conocimientos comunes de enseñanza, investigación y extensión para toda la
Facultad.
Seguramente,
muchos de estos temas podrán ser filosamente abordados por el vigoroso pensamiento
de nuestro invitado de hoy.
Le damos,
entonces, al Dr. Mario Bunge la bienvenida a nuestra Facultad y le anticipamos
nuestro agradecimiento por su colaboración académica”.
NORBERTO
ALAYÓN (3/5/2000)
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