"EN CONTRA
DE LOS NIÑOS POLICÍAS" - Abril 19 de 2016
En la provincia de Catamarca se acaba de crear un cuerpo de
Policía Infantil, destinado a niños de entre 6 y 14 años. Hacia el año 2011 se
eliminaron en la mayoría de las provincias, con excepción de Salta, este tipo
de experiencias de adoctrinamiento y militarización de niños y niñas. En
noviembre de 2010 escribí una nota, titulada “Los niños y niñas policías”,
publicada en el Boletín del Colegio de Trabajadores Sociales de la provincia de
Córdoba y luego incorporada al libro “La Argentina populista” (Espacio Editorial). Me
permito reproducir dicha nota a continuación, reiterando mi oposición a este
tipo de prácticas, violatorias de la Convención
Internacional sobre los Derechos de Niños y Niñas, cuyo texto
es Ley Nacional desde 1990 y que fue incorporado, en 1994, a la Constitución
Nacional Argentina.
LOS NIÑOS Y NIÑAS POLICÍAS
Recientemente,
el cura Adrián Alberto Mari, de 35
años de edad y director de la Pastoral
Juvenil , fue pasado a disponibilidad como capellán de la
policía de la ciudad de Esquel, provincia de Chubut. La medida fue adoptada por
el ministro de Gobierno de la provincia, en virtud de que Mari “no contaba con
ningún aval de ningún organismo oficial para realizar adoctrinamiento policial
de menores de edad”.
El sacerdote había iniciado una experiencia precisamente de
adoctrinamiento policial, con un grupo de 45 niños y niñas, de entre 9 y 14
años. El experimento consistía en encuentros semanales en el Casino de
Oficiales de la Policía
de Esquel, donde los niños recibían entrenamiento practicando ejercicios de
“cuerpo a tierra”, “carrera march”, “salto de rana” y desfile, instrucción ésta
brindada por policías en actividad, además de practicar con chalecos antibalas.
Los niños iniciaban estas clases saludando a la bandera y entonando la canción
“Nuevo Sol”, cuya letra está basada en un discurso del Papa Juan Pablo II en
ocasión de su visita a la
Argentina en 1982, durante la época de la dictadura
cívico-militar.
Entre las argumentaciones de defensa de su proyecto con los
niños, el cura Mari destacó la importancia de que los chicos “saquen al policía
que hay en su interior”, que se “revalorice la vocación policial”, y que
“quiere que los niños saluden en la calle a los uniformados y les regalen un
alfajor, por el servicio que prestan”. Curiosa y original afirmación esta
última, que podría denotar candidez, cinismo o directamente extravío.
La difusión de la noticia actualizó el recuerdo de la
lamentable vigencia de otras experiencias de Policía Infantil y de Gendarmería
Infantil, que se vienen llevando a cabo en muchas provincias, en algunos casos
desde hace 20 años.
En la provincia de Salta el primer cuerpo infantil de estas
características fue creado en 1990 por el Comisario Principal Roberto Manuel Miranda y actualmente
existen 75 brigadas en las que están involucrados 5.000 niños y niñas
uniformados. Justificando la pertinencia de este entrenamiento militarizado, el
Comisario General Pascual Algañaraz afirma
que “los formamos como personas de bien, para que respeten los valores perdidos
de la familia y los símbolos patrios. El capellán asiste en la parte espiritual
y ayuda a los chicos que van a tomar sus comuniones”.
La relación entre las clásicas concepciones de familia
tradicional, valores, patria, nacionalismo, catolicismo, constituye un soporte
esencial para la vigencia de ideologías profundamente conservadoras. En nombre
de “Dios, Patria y Hogar” se cometieron y se cometen acciones que atentan
contra el funcionamiento democrático, plural, igualitario de la sociedad.
Sumamente clarificador resulta el contenido de la Resolución N º 546/90 que dio
vida a la Policía Infantil en Salta: “Su
misión es incorporar a la niñez como participante activa en la acción
preventiva policial, persuadiéndola al rechazo y apartamiento de conductas
antisociales y delictivas, creando un ambiente adecuado a fin de que el niño a
medida que avance en edad y conocimiento vaya descubriendo los auténticos
valores de la vida y comprendiendo la importancia de la función policial en el
mantenimiento de la paz social”.
El entrenamiento militarizado de los chicos y chicas
salteños, de entre 6 y 13 años, incluye también el aprendizaje de defensa
personal, el uso de uniforme y gorra policial, los desfiles, la venia como
saludo y la asistencia a misa. Vale recordar que la práctica religiosa en
Salta, como en otras provincias del noroeste, está absolutamente arraigada y
aceptada en las escuelas públicas, a las que concurren niños de todas las
religiones o bien de ninguna, a pesar de lo cual deben
rezar al comienzo y a la finalización de la jornada escolar diaria.
Distintos intendentes legitiman la existencia de estos
cuerpos infantiles, solicitando su participación en actos, para que desfilen
con sus uniformes, insignias y banderas. El comisario y también licenciado en
Trabajo Social Marcelo Juan Lami menciona
que “habíamos prohibido que desfilaran, pero a los padres les encanta, así que
siguen desfilando”.
Tan extendido e institucionalizado está en Salta la
existencia de los niños y niñas policías, que hasta tienen un día propio: el 13
de octubre se celebra el Día de los Cuerpos de Policía Infantil.
En la provincia de Misiones también se registra una
importante y antigua presencia de este tipo de brigadas de Policía Infantil,
contando con más de 20 Cuerpos en todo su territorio. En la ciudad de Eldorado
se creó en 1990; en Oberá en 1994; en Posadas y en Campo Viera en 2001; en
Leandro N. Alem en 2004. Algunos de estos Cuerpos ostentan lemas, como por
ejemplo “Los guardianes del orden” que identifica a la Policía Infantil de San
Ignacio.
Un activo impulsor de estas experiencias de entrenamiento
policial en Misiones es el Comisario Mayor retirado Ricardo Esteban Zarza, de 49 años de edad, fundador de tres
Policías Infantiles en la provincia y organizador del VI Encuentro Provincial
de estas policías, a llevarse a cabo próximamente en la localidad de
Candelaria.
Esta policía de niños en Misiones asume el lema de “Mita
Jory”, que en guaraní significa “niños alegres” y posee un peculiar logo que
grafica la silueta de un hombre agachado, con gorra, con un brazo extendido y
al lado un niño parado, conjunto que visualmente podría asemejar a alguien
apuntando con un rifle o fusil.
¿A qué obedecerá la proliferación de estos programas de
involucramiento policial de los niños y niñas, existentes en más de una decena
de las provincias argentinas, lo cual implica una suerte de militarización de
nuestra infancia?
Indudablemente se tiende a fortalecer y reproducir en la
sociedad -desde la propia infancia- un estilo de comportamiento cultural que
privilegia una férrea disciplina militarizada, basada en el orden, las órdenes
y la rigurosa obediencia.
Para ello se cuenta con la aceptación activa de algunos
pocos y también con la aceptación pasiva de la mayoría de la población, que por
diversas razones no llega a advertir los riesgos que estas prácticas contienen
y dejan de levantar una voz siquiera de alerta y rechazo ante este avance,
crecientemente extendido, que pretende imponer una concepción militarista de la
vida y la familiarización con las armas, aunque no las porten ellos, desde la más temprana edad.
La excusa para impulsar e irradiar estas experiencias
policiales procura centrarse en el eventual servicio que prestarían para la
“contención de los niños marginalizados”. El lugar de los niños -pobres o no-
está en la casa y en la escuela (que en virtud de la Ley 1420 del siglo XIX
establece la educación obligatoria, laica y gratuita), y no en las brigadas o
cuerpos policiales, bajo la estricta lógica de los entrenamientos y
adoctrinamientos militares.
También en Misiones y en otras provincias argentinas existe la Gendarmería Infantil ,
antecesora de los proyectos policiales. En la Revista del Círculo de
Gendarmería Nacional se incluye un ilustrativo reportaje sobre las
características de la organización infantil, que es denominada -según el número
de niños y niñas de entre 8 y 14 años que lo integran- como Secciones,
Escuadras y Agrupaciones. Los niños son “aspirantes”, “patrulleros” o “baqueanos”,
de acuerdo a la edad, y la finalidad es “orientar e inculcar a esos niños
valores netamente argentinos”.
Un comentario revelador de la ideología que suele orientar a
estas iniciativas, fue realizado por un Comandante retirado, en estos términos:
“Recuerdo que en mis años mozos patrullando a caballo lugares muy aislados de
la frontera, muchas veces me encontré con niños muy pobres y analfabetos cuyo
futuro cierto era el cuatrerismo o el contrabando. Hoy gracias a la Gendarmería Infantil
ya pueden aspirar a una vida digna y ser ciudadanos respetables”.
Como en tantas otras ocasiones, surge, con nitidez, la
clásica y perversa asociación de pobreza con delincuencia. El estigma, la duda,
el miedo, siempre recaen sobre los pobres y los humildes. Y, entonces, a los
niños pobres habrá que encauzarlos, reeducarlos, readaptarlos, disciplinarlos,
inculcarles “valores netamente argentinos” (por intermedio de la Gendarmería y la Policía Infantil ),
porque si no serán el “peligro” del mañana.
Conviene recordar que los cuatreros importantes, los
ladrones importantes, los contrabandistas importantes, los narcotraficantes
importantes, los empresarios evasores importantes, pertenecen a otras clases
sociales, y para estas clases sociales no existen los proyectos de Gendarmería
Infantil o de Policía Infantil.
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