JULIO FERNÁNDEZ BARAIBAR Y
LA “AUTONOMÍA” DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (21/5/2021)
Ayer a la
noche, como en una representación teatral, quedó evidenciado el grave
desequilibrio de poder nacional que implica la llamada "autonomía" de
la Ciudad de Buenos Aires.
El
presidente de la República, con evidentes signos de preocupación y cansancio,
describió la situación y enumeró las medidas de emergencia que se tomarían para
enfrentar la crisis sanitaria generada por la segunda ola del Coronavirus.
Explicó, además, que habían sido consultadas cada una de las provincias y la
ciudad-estado y que había habido una total unanimidad.
El
presidente de la República había hablado al conjunto del país y el conjunto del
país conocía cuáles eran las medidas que se habían adoptado, tanto en lo
sanitario como en lo social, con diversas ayudas a los sectores afectados.
Cuarenta
minutos después, en esos mismos canales, que se ven en todo el país y tal como
si fuera una cadena nacional apareció el alcalde de la ciudad-estado, anfitrión
del presidente de la República Argentina gracias a la desgraciada reforma
constitucional de 1994, para informar al conjunto del país que coincidía con su
huésped, el presidente de la República, y que él también aplicaría, a su
manera, las medidas planteadas por Alberto Fernández.
El
anfitrión, el dueño de casa que gentilmente aloja al presidente argentino y al
conjunto de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial Nacionales, informaba
a los "catorce ranchos", como llamó Sarmiento a las provincias, que
ahora sí, con este visto bueno, las medidas presidenciales adquirían fuerza de
ley.
Cuando se
debatió está desgraciada "autonomía" fuimos, en general, los de la
"Izquierda Nacional" quienes hicimos campaña contra ella, advirtiendo
que ocurrirían cosas como estas que ayer vimos en todo su despliegue.
Hizo muy
bien el gobernador de la provincia de Buenos Aires en no hablar sobre el tema
después del presidente. Esperó hasta hoy para dar a conocer las medidas que su
gobierno tomaría en la emergencia. La autonomía de la ciudad-estado ha hecho
renacer las peores tendencias que caracterizaron a la entonces provincia-puerto
de Buenos Aires, que constituyeron el núcleo de las guerras civiles del siglo
XIX y que culminó con la federalización de la Ciudad de Buenos y su puerto.
Ayer se vio
con claridad, el presidente es un invitado, un huésped de la ciudad y su
anfitrión, en última instancia, da el visto bueno a las sanciones
presidenciales y, si no le gustan, acude a su otro huésped, la Corte Suprema de
Justicia -un huésped más atento a los reclamos de su anfitrión- para que lo
defienda de ese huésped rebelde que representa al conjunto de la Nación
Argentina.
En defensa
de la unidad de esta nación debe cesar la autonomía porteña.
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