Hace un año, el 15/5/2022,
subí el siguiente posteo en mi muro.
EL ODIO ANTIPOPULAR DE MACRI Y SUS
ALIADOS
Días pasados el “destacado intelectual” MAURICIO MACRI expresó: “Perón y
Evita crearon el populismo y hay que erradicarlo. Lamentablemente lo hemos
exportado al mundo y está siendo muy contagioso”.
Lo manifestó en ocasión de la cena anual de la Fundación Libertad, una
organización de la más rancia derecha, a la cual asistieron las y los
principales referentes del conservadurismo en Argentina y también el peruano
Mario Vargas Llosa y el uruguayo Julio Sanguinetti.
En relación a la temática, me permito
compartir la nota que publiqué en el diario “Página 12” de Buenos Aires, el 17
de febrero de 2014, con el título ¡POPULISTA,
SÍ: A MUCHA HONRA!
“En el lenguaje corriente, ciertos políticos y académicos descalifican,
abominan del término “populismo”. Los “izquierdistas” critican al populismo
porque éste no apunta a erradicar el sistema capitalista. Los conservadores lo
critican porque, aún incompletamente, defiende más los intereses de los
sectores populares.
Se lo usa, se lo invoca de manera peyorativa, como un insulto, como si
fuera una “mala” palabra. Por cierto, populismo se deriva de lo popular, de
pueblo. ¿Estará mal hablar de lo popular/pueblo o encarar políticas en defensa
de lo popular?
En contraposición, ¿estos sectores preferirían emplear el concepto de
elitismo o de grupos selectos (no populares) que serían diferentes y mejores
que la gente común? Intentan vilipendiar y construir una idea estigmatizante,
desvalorizada de lo popular, desde su propia posición de clase. Algunos por
odio de clases y otros por inveterada miopía intelectual, reflotan la vieja
antinomia de “popular versus antipopular”.
Juan Cruz Varela, hermano de Florencio, fue un escritor y político
argentino, instigador -junto a Salvador María del Carril- del fusilamiento de
Manuel Dorrego, perpetrado por Juan Lavalle. En 1828, después de la caída del
gobierno popular de Dorrego, desde Montevideo escribió los siguientes versos:
“La gente baja ya no domina y a la cocina se volverá”. Fantástica y desgraciada
oda antipopular, que refleja el pensamiento de muchos, de ayer y de hoy. Lo que
estaba y está por supuesto también en juego en la actualidad, es la disputa por
quién ejerce el poder: uno u otro sector social.
En el basamento ideológico del retrógrado sistema de segregación racial,
denominado “apartheid”, se mencionaba que “El más educado de los negros es, por
definición, inferior al menos educado de los blancos”. Si adecuáramos esta
afirmación a las categorías “rico/pobre”, podríamos leer, remedando a los
seguidores del “apartheid”: “El más educado de los pobres, es, por definición,
inferior al menos educado de los ricos”.
El desprecio que algunos vuelcan sobre el populismo parece asimilarse a las
críticas que se verifican, en el ámbito de la justicia, hacia las concepciones
“garantistas”, que tienden precisamente a garantizar los derechos de todos.
¿Qué otra cosa se debería ser? ¿Antigarantista? Por ejemplo, al dictador Jorge
Rafael Videla, a José Alfredo Martínez de Hoz, a la Sociedad Rural Argentina, a
los Macri de hoy, los seducían y los seducen las ideas y las políticas
antigarantistas. Quieren garantías (y especialmente privilegios) sólo para los
poderosos.
Las políticas progresistas de Inclusión Previsional, de la Asignación
Universal por Hijo, el Programa PROCREAR de viviendas, el Programa Conectar
Igualdad, el Programa PROGRESAR han sido recurrentemente tildadas de
populistas, de demagógicas.
¡Menos mal que existen estas políticas que propenden a una mayor justicia
social! Estas medidas, ¿son criticadas por impericia, por irresponsable liviandad,
por interés político de mera y burda oposición? Y ni qué hablar de aquellas
extraviadas (para decir lo menos) expresiones de ese dirigente político
nacional (Ernesto Sanz), que avergonzarían y enfurecerían a don Hipólito
Yrigoyen, cuando criticó la Asignación Universal por Hijo y dijo que la misma
“se iría por la canaleta del juego y de la droga”.
Resultan asombrosas, cuando no tristemente patéticas, las opiniones de
algunos cientistas sociales que aparentan pasar como objetivos y rigurosos,
arremetiendo sistemáticamente contra lo popular, contra el populismo,
obteniendo el beneplácito y la adulación de poderosos diarios, canales y radios
que representan los intereses más antipopulares y que, como es coherente con su
ideología, hasta apoyaron la dictadura cívico-militar-eclesiástica iniciada en
1976.
Muchos de estos cientistas sociales provienen del campo del “progresismo” o
del “izquierdismo”. Muchos hasta fueron funcionarios del menemismo y del
gobierno de la Alianza y poco o nada hicieron desde los ministerios y
reparticiones de Desarrollo Social. Convendría repasar y recordar sus nombres,
para ver si se trata de las mismas personas.
Critican al kirchnerismo por populista. Lo mismo hacen otros con Evo
Morales en Bolivia, con Rafael Correa en Ecuador, con Dilma Rousseff en Brasil.
Lo que es un mérito, en beneficio de las mayorías más desprotegidas, intentan
transformarlo en algo descalificable, en algo abyecto. Resulta evidente que no
critican para mejorar y avanzar; critican para debilitar y retroceder.
En 2014, en el marco concreto de la cruda realidad internacional y
nacional, resulta absolutamente pertinente apoyar las políticas de carácter
popular, en línea con la defensa de los sectores más postergados.
De merecer una crítica o un epíteto insultante, de parte de los diversos
sectores objetivamente antipopulares (“izquierdistas” o conservadores,
cientistas sociales o no) preferiría y hasta me halagaría que me dijeran
“populista”. La ceguera reaccionaria y provocativa de muchos, me induce a asumir
en la encrucijada actual, la afirmación de ¡Populista,
sí: a mucha honra!”