SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO
A raíz de las renovadas propuestas de
reinstauración del Servicio Militar
Obligatorio reproduzco una nota de oposición a estas iniciativas, publicada
en el Diario "Página 12" de Buenos
Aires, el 4 de octubre de 2010
(página 19).
LOS POBRES, AL
CUARTEL
Norberto Alayón
(*)
(*) Trabajador Social - Profesor
Titular (Facultad de Ciencias Sociales-UBA)
El Senado dio media sanción a un
proyecto denominado Servicio Cívico Voluntario, con 33 votos a favor, 31 en
contra, 2 abstenciones y 5 ausencias. La propuesta, apoyada por la oposición y
el pleno respaldo del Vicepresidente de la Nación , Julio Cobos, está dirigida a jóvenes de
entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan, a quienes se les “proporcionará
cursos de formación teórico-práctica en temas de defensa civil y capacitación
técnica de oficios”. El entrenamiento “se desarrollará en instalaciones de las
Fuerzas Armadas”, recibiendo los alumnos “alimentación y vestimenta”, además de
“alojamiento en la unidad que se afecte al Servicio”. Se puntualiza expresamente
que los participantes “deberán respetar los reglamentos de las Fuerzas Armadas,
referidos a normas de convivencia”. El primer objetivo, que consta en el
artículo 2º del proyecto aprobado, es “otorgar espacios de contención a jóvenes
en situación de riesgo”.
¿Por qué a los mentores de esta
iniciativa, pensar en “espacios de contención” para adolescentes y jóvenes en
“situación de riesgo” (en condiciones de pobreza y desprotección, habría que
precisar) los lleva a pensar en los cuarteles? ¿Desde cuándo los cuarteles son
espacios de contención? O habría que preguntarse a qué contención se refiere la
norma o en qué pensaron sus autores. ¿Acaso aspiran a una suerte de intento de
revitalización directa o subliminal del
felizmente fenecido Servicio Militar Obligatorio? Hasta el propio Ejército
rechazó el proyecto, que ahora deberá ser tratado por la Cámara de
Diputados.
El mismo día que se aprobó este
proyecto de ley en el Senado, el Vicepresidente Cobos publicó un artículo de
enfático apoyo, titulado “Un desafío para la sociedad”, en un centenario
matutino de la ciudad de Buenos Aires. Y un agudo y prehistórico lector, de esos
que envían comentarios a los diarios, develó la verdadera y profunda esencia
punitiva de esta iniciativa. Le escribió un mensaje de marcado respaldo a Cobos
por su nota, finalizando con este ilustrativo párrafo: “Y no tenga miedo de
incluir a las Fuerzas Armadas en planes educativos: no sólo los vacunos
necesitan bretes”.
Rápidamente se entiende el
significado de brete, pero puede resultar útil repasar algunas de las acepciones
que figuran en los diccionarios: “en las estancias y mataderos, sitio cerrado
con fuertes maderos, para marcar en ellos las bestias o matarlas”; “cepo o
prisión estrecha de hierro”.
¿Cuánto de control, de
disciplinamiento, de vigilancia, de reforzamiento de la desigualdad, de
discriminación, de estigmatización hacia esos jóvenes
pobres contiene esta aparentemente beatífica
propuesta?
El funcionamiento social empuja y
condena a millones de jóvenes a la marginalidad y a la exclusión, y luego
aparecen algunos presuntos redentores (con mayor gravedad en este caso, por
tratarse de 33 Senadores de la
Nación ) que proponen “recuperarlos” y “reinsertarlos” a través
del confinamiento en los cuarteles militares.
La democracia debe garantizar -y está en condiciones de hacerlo- que las
políticas públicas dirigidas a los sectores vulnerados y vulnerables se
canalicen a través de las instituciones oficiales y comunitarias pertinentes del
campo de lo social, evitando el enmascaramiento de pretendidas “medidas de
seguridad“, como si se trataran de políticas sociales inclusivas. Y sobre todo,
debería garantizar que las instituciones en las que los jóvenes universalmente
se forman y educan (la escuela, en primer lugar) sean las que los incluya y
contenga.
Una vez más se intenta, por medio de
este proyecto de ley, cristalizar la existencia de sociedades duales, convalidar
la diferenciación social y vigilar y controlar a los pobres, en vez de apuntar a
trabajar sobre las causas más profundas de la pobreza.
En suma, para los jóvenes pobres el
disciplinamiento cuartelario y para los jóvenes pudientes los colegios y las universidades
privadas.
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