En
2018 publiqué un libro, por intermedio de la Editorial Espacio, con el título “NO al macrismo desde el Trabajo Social”.
En
la Introducción del texto me pregunté acerca del por qué escribir un libro con
ese título. Y en este diciembre de 2023, en que la Argentina desplegará un
proyecto extremadamente aciago, peor que el liderado por Mauricio Macri, me
permito compartir lo que expresaba en aquella Introducción.
Y respondía a ese interrogante sobre el título del libro, diciendo que “En principio, porque soy un trabajador social argentino sumamente preocupado por la grave situación por la que atraviesa el país desde diciembre de 2015. El proyecto conservador y neoliberal del Partido PRO y la Alianza Cambiemos ha significado, superando lo que muchos preveíamos, una verdadera catástrofe social, de alcance nacional, retrotrayendo a la Argentina a las épocas más oscuras y degradadas de su historia.
Para decirlo (como corresponde) muy claramente y sin eufemismo alguno, se trata de un gobierno conducido por los ricos en defensa de los intereses más obscenos de los propios ricos, evidenciando desprecio y hasta odio hacia los sectores más vulnerados de la sociedad.
Este proyecto, continuador objetivo de las políticas económicas y sociales impulsadas por la dictadura cívico-militar de 1976-1983 y luego por el menemismo de los años 90, encontró en Mauricio Macri al personaje ideal para representar y desplegar, con tenacidad cruel, las históricas aspiraciones de los sectores de mayor poder económico que no se resignan siquiera a ver limitados sus enormes privilegios.
Desde luego, la firme coherencia de esta vieja y nueva “derecha” no me causa asombro. Siempre defienden sus intereses a “sangre y fuego”.
El proyecto actual del macrismo y sus aliados, articulado e impulsado a nivel global por la lógica del más bárbaro capitalismo (el financiero), que atenta contra los derechos de las mayorías populares, colisiona indefectiblemente con los valores que sustenta una profesión como el Trabajo Social.
De ahí mi decisión (profesional y cívica), modesta pero perseverante, para posicionarme críticamente sobre distintos aspectos, comportamientos y políticas de este modelo de funcionamiento social que rechaza y hasta abomina de los principios de equidad que debieran regir en toda sociedad”.
Finalizaba dicha Introducción con un deseo, diciendo que “Ojalá el texto pueda aportar, en alguna medida, a la reflexión crítica que colabore en la recuperación de una Argentina plena para todas y todos sus habitantes y no sólo para algunos”.
Federico Schuster, el destacado y comprometido intelectual que inesperada y tristemente nos abandonó, tuvo la enorme generosidad de prologar el libro.
Más allá de sus excesivas ponderaciones sobre mi persona, el texto de Federico (y esto es lo fundamental) nos ilumina sobre las posibles acciones a emprender para enfrentar el nuevo proyecto de degradación social que encamina a la Argentina hacia el abismo. Por ello decidí compartir este Prólogo de Federico para contribuir a mantener las esperanzas ciertas de convivir en un país justo y digno.
“Quien algo tenga que
ver con el amplio campo de las ciencias sociales, no habrá de desconocer a
Norberto Alayón. Más de una docena de libros y una vasta colección de artículos
científicos han marcado a fuego los debates conceptuales y empíricos del
Trabajo Social, con un impacto que trasciende a esta disciplina. Alayón es un
destacado Profesor universitario, fue vicedecano en la Universidad de Buenos
Aires y ejerció muchos años la profesión de trabajador social. Conoce la teoría
y la práctica, el aula y la calle, ha recorrido el país y América Latina y ha
sido capaz de componer ese múltiple conocimiento en una capacidad de reflexión
crítica destacable.
Es así como sus
últimos libros, sin sacarlo de su lugar de trabajador social y profesor
universitario, lo muestran en una nueva y valiosa dimensión de intelectual
crítico popular, interviniendo sobre el presente con una voz y una lengua
específica, con fundamento científico y claridad notable.
Hace ya algunos años
que recibo con entusiasmo los correos en los que Norberto envía a sus conocidos
los aguafuertes críticos con los que ilumina el tiempo que vivimos. En estos
tiempos tan difíciles, todos necesitamos análisis lúcidos que nos ayuden a
entender lo que sucede y los escritos de Alayón forman parte, para mi gusto
personal, del pequeño grupo de los imprescindibles.
Su prosa es diáfana,
contundente y, sin embargo, resulta a la vez fina y profunda, plena de rigor
intelectual. Alayón no recurre al subterfugio o al discurso velado; su decir es
directo, franco, sin perder un ápice de solidez argumental. Es precisamente esa
combinación (claridad y lógica argumental), según lo veo, la que hace de sus
escritos políticos una obra singular y propia. No falta al texto una fina
ironía, que siempre se agradece. Hay que situar la obra
de ensayo político de Alayón en la mejor tradición de intelectuales populares
argentinos y latinoamericanos (como Jauretche o Scalabrini Ortiz, para citar un
par de ejemplos), aunque con dos especificidades. Por un lado, su trayectoria
universitaria y científica le da a su lengua un fundamento particularmente
riguroso. Por el otro, su mirada de trabajador social lo vincula con las
dimensiones de intervención de su ejercicio profesional.
Este libro, en
particular, al que hay que ubicar en una serie que incluye al menos a sus
predecesores “La Argentina populista” y “NO a la Argentina conservadora”,
reconstruye mes a mes (y a veces semana a semana) la vida cotidiana, la
política y la sociedad en nuestro país desde la asunción de Mauricio Macri como
presidente, que inauguró un nuevo ciclo de neoliberalismo en la Argentina. Con
una mirada profundamente crítica, Alayón desmenuza en las pequeñas y en las
grandes historias de este libro (de este gobierno) su sesgo reaccionario y
antipopular y evita algunas caracterizaciones altisonantes con las que se
pretende muchas veces definirlo in toto, tales como nueva derecha, neoliberalismo
democrático o popular. Más bien, la naturaleza del macrismo se va construyendo
en el libro como un rompecabezas, en el que pieza a pieza, texto a texto, se va
mostrando en sus detalles y escorzos más propios. Al final del libro el lector
alcanza una imagen más viva y nítida de esta formación política que la que se
conquista en los intentos de caracterización global que, con mejor o peor
suerte, pululan por allí.
El macrismo es tanto
una novedad como algo ya remanido en la política argentina. Su mayor novedad
reside en que por primera vez desde la ley Sáenz Peña, la clase propietaria del
país asume el control del Estado sin asonadas militares ni intermediarios.
Tampoco son los terratenientes tradicionales de la Argentina pastoril (aunque
también éstos están incluidos en el gobierno). Se trata fundamentalmente de los
empresarios que hicieron su fortuna (o la heredaron) exprimiendo la teta del
Estado con la obra y los servicios públicos con más aquellos vinculados a la
expoliación transnacional de la economía. Eso es una novedad, la gran
burguesía, los que mueven a voluntad los mercados altamente concentrados del
país en vínculo con los intereses de las mayores economías del planeta,
gobiernan el país en forma directa. Y lo hacen, es cierto, con técnicas
modernas, pero propias del mundo empresario; son técnicas de la alta gerencia y
el marketing estratégico, tales como el socio análisis, los focus groups, los
big data. A ellos le suman una cultura new age, de pretensión espiritual, tal
como la presencia de gurúes orientales, cierta religiosidad posmoderna y un
discurso vacío de contenido, pero eficaz. No se puede desconocer que todo el
poder real de la Argentina apoya y acompaña a este gobierno: las grandes
empresas y cámaras productivas, los grandes productores agropecuarios,
industriales y de servicios, la derecha intelectual y, sobre todo, los grandes
medios de comunicación concentrados. Al mismo tiempo, el Poder Judicial
(conservador en buena parte de su conformación) se ha dispuesto a realizar las
tareas sucias que el gobierno necesita. Se trata de una entente económica,
social, política y cultural que viene conformándose de modo semejante en otros
lares de la América Latina, siendo Brasil el caso ejemplar al que hay que mirar
para entender el proceso general.
El modelo en ciernes
es el de un (así llamado) desarrollo neoliberal, que propugna liberar las
fuerzas del mercado para que ellas lideren y determinen el proceso de
construcción de un entramado nacional. Este modelo se convierte en nuestros
países muy rápidamente en un modelo de desarrollo dependiente, por la inmediata
vinculación de los intereses de la gran burguesía local respecto de los de las
corporaciones transnacionales. Es que resulta mucho menos gravoso y más
sencillo atarse a tales intereses y apostar a un enriquecimiento rápido y
fácil, sin asumir compromisos de productividad compleja, como lo que exige un
desarrollo nacional sustentable y propicio para las mejores condiciones de vida
de la mayoría de la población. Baja del piso salarial, reducción de derechos
sociales y predominio de una economía que combina la exportación de productos
primarios con bajo o nulo valor agregado con un desarrollo creciente de la
renta financiera y especulativa, evasión de divisas y escaso compromiso con el
futuro del país. Se trata de un modelo que lleva inexorablemente al desastre a
los trabajadores y a la gran mayoría del pueblo y que requiere casi
inevitablemente de la represión (el macrismo está mostrando muy claramente que
no sólo no es una excepción de la regla, sino un arquetipo de la misma).
Resulta muy notable cómo ha logrado justificarse racionalmente hasta aquí con
la difusión de un sentido común profundamente conservador y reaccionario,
basado en un individualismo extremo. Es ese sentido común el que nos invita a desafiar
Alayón en este libro. Seguramente no alcanza para derrotarlo, pero es este sin
duda el camino a seguir. Hay que hablar, hay que escribir, hay que analizar,
hay que compartir, hay que salir de la naturalización del discurso dominante y
enfrentarlo con rigor crítico y claridad conceptual y empírica.
Pero el macrismo es
tan nuevo en sus formas y expresiones como viejo en su contenido. Es en
definitiva una parte de la Argentina que existe desde el comienzo de la patria.
Es que no hemos podido hasta aquí encauzar el país en un conjunto de principios
comunes que garanticen la felicidad de las mayorías. Cuando se logró avanzar en
ese sentido, con formaciones políticas que pretendieron sintetizar las
diferencias de clases que configuran un horizonte nacional y popular, éstas
mostraron en algún momento sus limitaciones, mientras las fuerzas sociales y
económicas del poder real se recomponían y volvían a tomar las riendas
políticas de la nación. Volvemos a vivir una etapa semejante. La política
popular, con sus contradicciones y debilidades, sostuvo un desafío inédito en
la expresión de un proyecto de mayorías, pero no pudo tomar el control social
de la economía en forma plena y las grandes corporaciones lograron ellas sí
hacerse de la política y alcanzar el gobierno, sintetizando todas las
dimensiones del poder, una vez más con nuevos odres. Hará falta tiempo para que
la política popular se recomponga, dando lugar también necesariamente a alguna
formación novedosa, aunque lleve en su vientre la herencia de las grandes
tradiciones y luchas del pueblo argentino.
No podemos, mientras
tanto, imaginar milagros ni soluciones mágicas. Es necesario pensar, trabajar,
militar, construir formas de acción común de los diversos y hoy fragmentados
sectores de las mayorías sociales para dar lugar, cuando fuere posible, a una
nueva oportunidad de construir una Argentina popular. Deberá ser por fin amplia
e inclusiva y entender que su suerte dependerá de la capacidad de integrarse a
una gran nación latinoamericana. Demasiado, sin duda, pero para ello tenemos la
memoria de los intentos pasados que, con sus éxitos y derrotas, habrán de
guiarnos en el camino, si tenemos la lucidez suficiente.
Mientras tanto,
libros como este de Norberto Alayón resultan mojones imprescindibles para
resistir el presente y construir el futuro, porque sólo con la comprensión y el
análisis riguroso, tendremos herramientas apropiadas para pensar y actuar en lo
que sigue, con tanta decisión como humildad.
Emprenda el camino
que sigue, lector/a, no se arrepentirá”.
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