Nota “GANAR O PERDER LAS ELECCIONES”
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Norberto Alayón
Profesor Titular Consulto (Facultad de
Ciencias Sociales - UBA)
No
es cuestión de ganar elecciones a cualquier costa. Pero, peor, es perder a
ninguna costa.
Según
el contexto puntual de cada país, según su historia, según su grado de
autonomía o de dependencia, según el comportamiento específico de sus clases
sociales, según los procesos internacionales, ganar o perder exige poseer una lúcida lectura global que habilite
la posible mejor defensa del campo nacional y popular.
Ganar
con límites no es lo mejor, pero levantar principistamente lo imposible en un
momento determinado puede terminar contribuyendo a fortalecer la derrota, a
agudizar el retroceso y a alejar la alternativa de los cambios más radicales
que se anhelan.
En
el campo de las ciencias sociales, el virtuoso pedagogo brasileño Paulo Freire afirmaba que “para poder
mañana lo que hoy es imposible, tenemos que ir haciendo lo que hoy es posible”.
Ello no significa claudicación, sino agudeza política para comprender y
enfrentar en concreto los desafíos coyunturales de la historia.
Proponer
lo “imposible” aleja lo “posible”. Concretar lo “posible”, sin perder de vista
lo “imposible”, es la opción que permite avanzar hacia los cambios más
profundos.
Rechazar
los avances porque puedan aparecer como insuficientes suele favorecer a los
sectores sociales que se resisten a ver limitados, siquiera, sus intereses y no
permite acumular fuerza para encarar otros cambios más significativos.
No
se trata de resignación, sino de análisis correctos sobre las propias fuerzas
para introducir cambios más fundamentales.
Es
cierto que analizar, en los contextos concretos, las opciones que conduzcan a
ganar o perder suele ser complejo y requiere desprenderse de posiciones
abstractas, testimoniales, que se alejen de la realidad por la que atraviesa
tal o cual país y la relación de fuerzas entre sus clases sociales.
Ganar
con límites hará más lenta la concreción de los cambios que requiere la
sociedad. Pero perder, a manos de los sectores conservadores (los
corrientemente denominados como la “derecha” o bien los directamente
fascistas), propiciará la reafirmación de las opciones más atrasadas y
negativas, alejando en el tiempo -a la vez- la alternativa de los cambios
progresistas que favorezcan al conjunto de la población y especialmente a los
sectores históricamente más vulnerados.
La
hipótesis de que “cuanto peor, mejor” nunca se verificó. Por el contrario,
aconteció que “cuanto peor, peor”. Y, principalmente, a los que siempre les va
peor son aquellos que ya vienen sufriendo lo peor. No surge ilusoriamente el
tránsito de lo “peor” hacia lo “mejor”. Sobre este aspecto casi se podría
relacionar también con la aguda y certera ironía de Arturo Jauretche en su expresión de “animémonos y vayan”.
En
consecuencia, entendemos que primero hay
que ganar y luego continuar luchando para concretar todo aquello que
contribuya a la existencia de un país más independiente, más soberano, más justo.
Si
se pierde, la catástrofe será fatal, tal como lo anuncia y promete -en esta
ocasión sin pudor alguno- la derecha del partido PRO y sus diversos aliados.
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