miércoles, 9 de agosto de 2023

 

Nota “GANAR O PERDER LAS ELECCIONES”

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 Norberto Alayón

Profesor Titular Consulto (Facultad de Ciencias Sociales - UBA)

 No es cuestión de ganar elecciones a cualquier costa. Pero, peor, es perder a ninguna costa.

 Según el contexto puntual de cada país, según su historia, según su grado de autonomía o de dependencia, según el comportamiento específico de sus clases sociales, según los procesos internacionales, ganar o perder exige poseer una lúcida lectura global que habilite la posible mejor defensa del campo nacional y popular.

 Ganar con límites no es lo mejor, pero levantar principistamente lo imposible en un momento determinado puede terminar contribuyendo a fortalecer la derrota, a agudizar el retroceso y a alejar la alternativa de los cambios más radicales que se anhelan.

 En el campo de las ciencias sociales, el virtuoso pedagogo brasileño Paulo Freire afirmaba que “para poder mañana lo que hoy es imposible, tenemos que ir haciendo lo que hoy es posible”. Ello no significa claudicación, sino agudeza política para comprender y enfrentar en concreto los desafíos coyunturales de la historia.

 Proponer lo “imposible” aleja lo “posible”. Concretar lo “posible”, sin perder de vista lo “imposible”, es la opción que permite avanzar hacia los cambios más profundos.

 Rechazar los avances porque puedan aparecer como insuficientes suele favorecer a los sectores sociales que se resisten a ver limitados, siquiera, sus intereses y no permite acumular fuerza para encarar otros cambios más significativos.

 No se trata de resignación, sino de análisis correctos sobre las propias fuerzas para introducir cambios más fundamentales.

 Es cierto que analizar, en los contextos concretos, las opciones que conduzcan a ganar o perder suele ser complejo y requiere desprenderse de posiciones abstractas, testimoniales, que se alejen de la realidad por la que atraviesa tal o cual país y la relación de fuerzas entre sus clases sociales.

 Ganar con límites hará más lenta la concreción de los cambios que requiere la sociedad. Pero perder, a manos de los sectores conservadores (los corrientemente denominados como la “derecha” o bien los directamente fascistas), propiciará la reafirmación de las opciones más atrasadas y negativas, alejando en el tiempo -a la vez- la alternativa de los cambios progresistas que favorezcan al conjunto de la población y especialmente a los sectores históricamente más vulnerados.

 La hipótesis de que “cuanto peor, mejor” nunca se verificó. Por el contrario, aconteció que “cuanto peor, peor”. Y, principalmente, a los que siempre les va peor son aquellos que ya vienen sufriendo lo peor. No surge ilusoriamente el tránsito de lo “peor” hacia lo “mejor”. Sobre este aspecto casi se podría relacionar también con la aguda y certera ironía de Arturo Jauretche en su expresión de “animémonos y vayan”.

 En consecuencia, entendemos que primero hay que ganar y luego continuar luchando para concretar todo aquello que contribuya a la existencia de un país más independiente, más soberano, más justo.

 Si se pierde, la catástrofe será fatal, tal como lo anuncia y promete -en esta ocasión sin pudor alguno- la derecha del partido PRO y sus diversos aliados.

 

  

 

 

 

 

 

 

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