Una organización paramilitar denominada Águilas Negras se encuentra actuando en
la provincia de Catamarca, instruyendo a niñas y
niños, con guardapolvo blanco, en ejercicios y saludos militares.
En un video difundido por el propio grupo se observa a
dos adolescentes que son saludados por hombres mayores, vestidos con ropas que
simulan grupos comandos.
La organización, en sus redes sociales, se presenta
como Compañía o Comando indistintamente y sus integrantes se exhiben con
vestimenta militar y portando armas largas.
El fundador y líder del grupo es Carlos Omar Chrystiuk Kondratiuk, un bonaerense oriundo de Lanús, ex
militar de 53 años, propulsor de graves mensajes violentos, quien involucra a
niñ@s y adolescentes en sus prácticas de adoctrinamiento militarizado.
Con características similares, aunque no idénticas al
accionar extremo de este nuevo grupo, en la provincia de Catamarca, en el año
2016, se creó un cuerpo de Policía
Infantil, destinado a niños de entre 6 y 14 años. Hacia el año 2011 se
eliminaron en la mayoría de las provincias, con excepción de Salta, este tipo
de experiencias de adoctrinamiento y militarización de niños y niñas. En
noviembre de 2010 escribí una nota, titulada “Los niños y niñas policías”, que
me permito reproducir a continuación, reiterando mi oposición a este tipo de
prácticas, violatorias de la Convención Internacional sobre los Derechos de
Niños y Niñas, cuyo texto es Ley Nacional desde 1990 y que fue incorporado, en
1994, a la Constitución Nacional Argentina.
LOS
NIÑOS Y NIÑAS POLICÍAS (2010)
Recientemente, el cura Adrián Alberto Mari, de 35 años
de edad y director de la Pastoral Juvenil, fue pasado a disponibilidad como
capellán de la policía de la ciudad de Esquel, provincia de Chubut. La medida
fue adoptada por el ministro de Gobierno de la provincia, en virtud de que Mari
“no contaba con ningún aval de ningún organismo oficial para realizar
adoctrinamiento policial de menores de edad”.
El sacerdote había iniciado una experiencia
precisamente de adoctrinamiento policial, con un grupo de 45 niños y niñas, de
entre 9 y 14 años. El experimento consistía en encuentros semanales en el
Casino de Oficiales de la Policía de Esquel, donde los niños recibían
entrenamiento practicando ejercicios de “cuerpo a tierra”, “carrera march”,
“salto de rana” y desfile, instrucción ésta brindada por policías en actividad,
además de practicar con chalecos antibalas. Los niños iniciaban estas clases
saludando a la bandera y entonando la canción “Nuevo Sol”, cuya letra está
basada en un discurso del Papa Juan Pablo II en ocasión de su visita a la
Argentina en 1982, durante la época de la dictadura cívico-militar.
Entre las argumentaciones de defensa de su proyecto
con los niños, el cura Mari destacó la importancia de que los chicos “saquen al
policía que hay en su interior”, que se “revalorice la vocación policial”, y
que “quiere que los niños saluden en la calle a los uniformados y les regalen
un alfajor, por el servicio que prestan”. Curiosa y original afirmación esta
última, que podría denotar candidez, cinismo o directamente extravío.
La difusión de la noticia actualizó el recuerdo de la
lamentable vigencia de otras experiencias de Policía Infantil y de Gendarmería
Infantil, que se vienen llevando a cabo en muchas provincias, en algunos casos
desde hace 20 años.
En la provincia de Salta el primer cuerpo infantil de
estas características fue creado en 1990 por el Comisario Principal Roberto
Manuel Miranda y actualmente existen 75 brigadas en las que están involucrados
5.000 niños y niñas uniformados. Justificando la pertinencia de este
entrenamiento militarizado, el Comisario General Pascual Algañaraz afirma que
“los formamos como personas de bien, para que respeten los valores perdidos de
la familia y los símbolos patrios. El capellán asiste en la parte espiritual y
ayuda a los chicos que van a tomar sus comuniones”.
La relación entre las clásicas concepciones de familia
tradicional, valores, patria, nacionalismo, catolicismo, constituye un soporte
esencial para la vigencia de ideologías profundamente conservadoras. En nombre
de “Dios, Patria y Hogar” se cometieron y se cometen acciones que atentan
contra el funcionamiento democrático, plural, igualitario de la sociedad.
Sumamente clarificador resulta el contenido de la
Resolución Nº 546/90 que dio vida a la Policía Infantil en Salta: “Su misión es
incorporar a la niñez como participante activa en la acción preventiva
policial, persuadiéndola al rechazo y apartamiento de conductas antisociales y
delictivas, creando un ambiente adecuado a fin de que el niño a medida que
avance en edad y conocimiento vaya descubriendo los auténticos valores de la
vida y comprendiendo la importancia de la función policial en el mantenimiento
de la paz social”.
El entrenamiento militarizado de los chicos y chicas
salteños, de entre 6 y 13 años, incluye también el aprendizaje de defensa
personal, el uso de uniforme y gorra policial, los desfiles, la venia como saludo
y la asistencia a misa. Vale recordar que la práctica religiosa en Salta, como
en otras provincias del noroeste, está absolutamente arraigada y aceptada en
las escuelas públicas, a las que concurren niños de todas las religiones o bien
de ninguna, a pesar de lo cual deben rezar al comienzo y a la finalización de
la jornada escolar diaria.
Distintos intendentes legitiman la existencia de estos
cuerpos infantiles, solicitando su participación en actos, para que desfilen
con sus uniformes, insignias y banderas. El comisario y también licenciado en
Trabajo Social Marcelo Juan Lami menciona que “habíamos prohibido que
desfilaran, pero a los padres les encanta, así que siguen desfilando”.
Tan extendido e institucionalizado está en Salta la
existencia de los niños y niñas policías, que hasta tienen un día propio: el 13
de octubre se celebra el Día de los Cuerpos de Policía Infantil.
En la provincia de Misiones también se registra una
importante y antigua presencia de este tipo de brigadas de Policía Infantil, contando
con más de 20 Cuerpos en todo su territorio. En la ciudad de Eldorado se creó
en 1990; en Oberá en 1994; en Posadas y en Campo Viera en 2001; en Leandro N.
Alem en 2004. Algunos de estos Cuerpos ostentan lemas, como por ejemplo “Los
guardianes del orden” que identifica a la Policía Infantil de San Ignacio.
Un activo impulsor de estas experiencias de
entrenamiento policial en Misiones es el Comisario Mayor retirado Ricardo
Esteban Zarza, de 49 años de edad, fundador de tres Policías Infantiles en la provincia
y organizador del VI Encuentro Provincial de estas policías, a llevarse a cabo
próximamente en la localidad de Candelaria.
Esta policía de niños en Misiones asume el lema de
“Mita Jory”, que en guaraní significa “niños alegres” y posee un peculiar logo
que grafica la silueta de un hombre agachado, con gorra, con un brazo extendido
y al lado un niño parado, conjunto que visualmente podría asemejar a alguien
apuntando con un rifle o fusil.
¿A qué obedecerá la proliferación de estos programas
de involucramiento policial de los niños y niñas, existentes en más de una
decena de las provincias argentinas, lo cual implica una suerte de
militarización de nuestra infancia?
Indudablemente se tiende a fortalecer y reproducir en
la sociedad -desde la propia infancia- un estilo de comportamiento cultural que
privilegia una férrea disciplina militarizada, basada en el orden, las órdenes
y la rigurosa obediencia.
Para ello se cuenta con la aceptación activa de
algunos pocos y también con la aceptación pasiva de la mayoría de la población,
que por diversas razones no llega a advertir los riesgos que estas prácticas
contienen y dejan de levantar una voz siquiera de alerta y rechazo ante este
avance, crecientemente extendido, que pretende imponer una concepción militarista
de la vida y la familiarización con las armas, aunque no las porten ellos,
desde la más temprana edad.
La excusa para impulsar e irradiar estas experiencias
policiales procura centrarse en el eventual servicio que prestarían para la
“contención de los niños marginalizados”. El lugar de los niños -pobres o no-
está en la casa y en la escuela (que en virtud de la Ley 1420 del siglo XIX
establece la educación obligatoria, laica y gratuita), y no en las brigadas o
cuerpos policiales, bajo la estricta lógica de los entrenamientos y
adoctrinamientos militares.
También en Misiones y en otras provincias argentinas
existe la Gendarmería Infantil, antecesora de los proyectos policiales. En la
Revista del Círculo de Gendarmería Nacional se incluye un ilustrativo reportaje
sobre las características de la organización infantil, que es denominada -según
el número de niños y niñas de entre 8 y 14 años que lo integran- como
Secciones, Escuadras y Agrupaciones. Los niños son “aspirantes”, “patrulleros”
o “baqueanos”, de acuerdo a la edad, y la finalidad es “orientar e inculcar a
esos niños valores netamente argentinos”.
Un comentario revelador de la ideología que suele
orientar a estas iniciativas, fue realizado por un Comandante retirado, en
estos términos: “Recuerdo que en mis años mozos patrullando a caballo lugares
muy aislados de la frontera, muchas veces me encontré con niños muy pobres y
analfabetos cuyo futuro cierto era el cuatrerismo o el contrabando. Hoy gracias
a la Gendarmería Infantil ya pueden aspirar a una vida digna y ser ciudadanos
respetables”.
Como en tantas otras ocasiones, surge, con nitidez, la
clásica y perversa asociación de pobreza con delincuencia. El estigma, la duda,
el miedo, siempre recaen sobre los pobres y los humildes. Y, entonces, a los niños
pobres habrá que encauzarlos, reeducarlos, readaptarlos, disciplinarlos,
inculcarles “valores netamente argentinos” (por intermedio de la Gendarmería y
la Policía Infantil), porque si no serán el “peligro” del mañana.
Conviene recordar que los cuatreros importantes, los
ladrones importantes, los contrabandistas importantes, los narcotraficantes
importantes, los empresarios evasores importantes, pertenecen a otras clases
sociales, y para estas clases sociales no existen los proyectos de Gendarmería
Infantil o de Policía Infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario