sábado, 9 de abril de 2022

 

Los ex presidentes Mauricio Macri y Donald Trump se acaban de reunir en Miami. En 2016 (el 27 de octubre) publiqué una nota en la Revista “La Tecl@ Eñe”, con el título “LOS AMIGOS MAURICIO TRUMP Y DONALD MACRI”. En la misma reseño diversas informaciones de Gabriela Cerruti, Rodrigo Lloret, Laura Cortés y Juan Cruz Sanz que dan cuenta inequívoca sobre los estrechos vínculos entre estos oscuros personajes, empresarios millonarios, norteamericano uno y argentino el otro, volcados a la política, asumiendo proyectos marcadamente anti-populares.                                   

 

Según el testimonio de Gabriela Cerruti (en su libro “El Pibe” del 2010) “Mauricio Macri y el misionero Ramón Puerta (embajador argentino en España en 2016) se conocieron en la Universidad Católica de finales de los setenta, cuando buscaban su título de ingeniero. Tenían la misma edad y la misma pasión por las niñas jovencitas. Desde entonces se hicieron buenos amigos y solían compartir desde viajes por el mundo a negocios fabulosos en la provincia de la que Puerta fue tres veces gobernador.

Puerta fue bautizado por Carlos Menem como “el alumno más aplicado del modelo” y tuvo el récord de haber privatizado el Banco de la Provincia de Misiones, que su abuelo había fundado.

Ramón Puerta se dedicaba a disfrutar los placeres de la vida en sus plantaciones cuando Mauricio Macri ya visitaba Misiones con su padre para ver avanzar las obras de la represa Yacyretá. La construcción de la represa fue decidida por el gobierno peronista en 1973, pero su licitación se entregó en plena dictadura militar a un consorcio integrado, entre otros, por IMPRESIT-SIDECO.

Yacyretá fue terminada recién en 1998 y acumuló causas judiciales y comisiones investigadoras por los precios exorbitantes que terminaron pagándose por sus obras; la utilización ilegal de mecanismos de reembolso, como los de la promoción industrial, que fueron adjudicados a los consorcios extranjeros mediante falsa documentación, y las denuncias de ambientalistas y hasta el Banco Mundial por la afectación a la zona, a los ríos, las Cataratas del Iguazú y el desplazamiento de más de cuatro mil familias que vivían en la zona.

Los sobreprecios por Yacyretá y las maniobras de dilación fueron tan exorbitantes, que tuvo la rara paradoja de ser nombrada por el presidente Carlos Menem (que sí poseía buen conocimiento de estos temas) como “el monumento a la corrupción”.

M.Macri llegó a cambiar su domicilio y fijarlo en Misiones para poder acceder tanto a votar a su amigo, como a participar de todas las contrataciones del Estado que exigían residencia en la provincia.

En algunos años, las empresas de Mauricio Macri se hicieron cargo de la construcción del puente Posadas-Encarnación; la fábrica de Celulosa Puerto Piray (que quedó a medio construir y fue adquirida así por el Citibank); el asfaltado de la ruta 12 que accede a Cataratas del Iguazú; la pavimentación de la ruta 103; y el asfaltado de la pista del Aeropuerto de Apóstoles.

El gran negocio para SIDECO fue la construcción de la represa Urugua-í, que no sólo copió el modelo de generación eléctrica de Yacyretá sino también el esquema de pagos y reembolsos. La obra presupuestada en 80 millones de dólares costó finalmente 300 millones y terminó en una causa por defraudación y estafa contra el gerente del emprendimiento, Néstor Grindetti, quien iba a ser luego ministro de Hacienda de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires. (Grindetti es actualmente el intendente de Lanús en la provincia de Buenos Aires y titular de cuentas offshore no declaradas, en los “paraísos fiscales” de Panamá).

Mauricio logró hacerse acreedor del contrato para construir la costanera de Posadas, un paseo con vista al nuevo espejo de agua de la ciudad, que formaba parte del plan de obras post-Yacyretá. La costanera se convirtió en un lugar de paseo obligado de los misioneros y en un chiste ineludible: “Cada metro de la costanera cuesta más que un metro de subterráneo en París”.

Si Gregorio Chodos ofició de padrino y protector en su vida privada y empresaria, y Nicolás Caputo de amigo todo terreno en las buenas y en las malas, fue sin duda Ramón Puerta el gran jefe, compinche, consejero, de Mauricio Macri en su carrera política. Tanto fue así que Macri pensó seriamente en iniciar su carrera política como candidato a diputado nacional por Misiones en el año 1999, acompañando la lista que llevaba a Ramón Puerta de candidato a senador.

Si puerta le abrió a Mauricio Macri su estancia, sus consejos políticos y la obra pública en Misiones, Mauricio le llevó a la provincia un contacto inestimable: el magnate Donald Trump se hizo cargo del Casino, el primero privatizado del país. Trump se asoció para esto a Miguel Egea, ese oscuro personaje del menemismo relacionado con ex represores de la Escuela de Mecánica de la Armada.”  

Rodrigo Lloret, en el Diario Perfil, menciona que “los empresarios Trump y Mauricio, devenidos en políticos, se conocieron cuando el argentino tenía 24 años y el norteamericano 40. “Es una larga historia, de hace mucho tiempo. Fue cuando tuve que cerrar un negocio familiar en Nueva York”, le dijo Macri a la cadena estadounidense CBS, cuando le preguntaron por sus vínculos comerciales con el republicano. En esa entrevista, transmitida para los Estados Unidos, Macri reconoció que las gestiones que tuvo que realizar con Trump representaron su debut en los emprendimientos internacionales.

La historia fue revelada en Estados Unidos en la biografía del magnate neoyorkino, titulada Trump: The Deals and the Downfall (Trump: los negocios y la caída), escrita por el periodista Wayne Barret, que realizó investigaciones para Newsweek y también fue docente de periodismo en la Universidad de Columbia.

Desde 1979 hasta 1984, el Grupo Macri quiso construir conjuntamente con el Grupo Trump un edificio de 150 pisos en Nueva York, sobre una propiedad que Franco Macri había comprado en el lado oeste de Manhattan. El Proyecto Lincoln West no prosperó, pero generó una muy buena relación entre los empresarios y, con el tiempo, Trump empezó a visitar a sus amigos argentinos para alojarse en la quinta Los Abrojos -el refugio que Macri tiene en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas-, o en la mansión que la familia del ex presidente de Boca tiene en Punta del Este.

“Me encanta Buenos Aires, es una hermosa ciudad. Conozco grandes hombres de negocios en la región, como Macri. Es un buen tipo”, confesó Trump en 2012 al diario La Nación, cuando anunció una inversión de 100 de millones de dólares en la Trump Tower, construida, precisamente, en Punta del Este. “Conozco a los dos (Macri), al padre y al hijo, que ahora es jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Me caen bien y creo que son una gran familia.”

El 31/7/15 , Laura Cortés escribió en InfoBaires 24  “el periodista norteamericano Joe Goldman, quien vive hace varios años en el país y se desempeña como corresponsal y productor de ABC News, se refirió a la biografía no autorizada del magnate ultraderechista Donald Trump, escrita por su amigo personal, Wayne Barrett. Allí, Barrett revela los estrechos vínculos de Trump con la familia Macri; tanto con Franco como con el ahora candidato presidencial por el PRO, Mauricio.

“El grupo Macri intentó hacer negocios contruyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que Franco había comprado en el lado oeste de Manhattan”, contó Goldman.

Efectivamente, a principio de los ’80, la familia Macri, enriquecida durante la dictadura cívico-militar que se encargó de estatizar su deuda, decidió globalizar su negocio comprando propiedades en la ciudad de Nueva York. “Macri Group” adquirió el 65% de Lincoln West, el predio más importante y caro de toda la isla de Manhattan.

El empresario estadounidense había sido su dueño hasta 1979, cuando se desencadenaron una serie de protestas vecinales y quejas de urbanistas por la insólita idea de erigir un edificio de semejante tamaño. Por eso, Trump utilizó a los Macri como fachada, mientras él tramitaba los cambios de ordenanzas, leyes de vivienda, medio ambiente y demás, que estaban frenando su millonario negocio.

El pequeño hijo del empresario Macri, de por entonces 21 años de edad, se involucró personalmente en el proyecto faraónico que desarrollaron las empresas de manera conjunta. Por esa razón, cuando Trump vino a la Argentina, en 1984, “Mauricio Macri fue el encargado de hacer el tour para él, incluyendo un asado en el campo y golf con Donald Trump y su esposa Ivanna”, precisó Goldman.

En definitiva, ese fue el debut de Macri hijo en los negocios familiares. El periodista norteamericano agregó, además, que Trump “no es muy bien visto en los Estados Unidos por sus vínculos con gángsters y con la mafia de Nueva York y Atlantic City”. Pero si hay algo que tienen en común los dos candidatos a presidente, es su claro tinte xenófobo, su impronta conservadora y neoliberal y su larga lista de turbias amistades.”

Juan Cruz Sanz, en Infobae del 27/9/16, hace referencia al libro de Franco Macri del 2013 (“Charlas con mis nietos”), en donde se puede leer: “Estábamos con Mauricio en Nueva York en medio de difíciles negociaciones con Donald Trump por Lincoln West, un proyecto inmobiliario que pretendimos realizar y que terminamos vendiendo a Trump por 95 millones de dólares en diciembre de 1984.”

El 25/9/16, en la publicación “Nuestras Voces”, Gabriela Cerruti escribe una nota titulada “Buenos Muchachos”, donde expresa que “Mauricio Macri y Donald Trump prefieren no recordar sus años juveniles en Nueva York, cuando compartieron negocios, relaciones con la Cosa Nostra y megaproyectos inmobiliarios. Los vínculos de Trump con la mafia se colaron en la campaña electoral, y Macri conoce bien el tema. Alguna vez recibió de manos del hoy candidato republicano un cheque por ciento cincuenta millones de dólares.

El secreto mejor guardado entre Donald Trump, Mauricio y Franco Macri es qué sucedió en aquella suite del Sherry Netherlands Hotel en la que sellaron un acuerdo de negocios y silencio. Mauricio se quedó con un cheque de 150 millones de dólares y la amistad perpetua del magnate de la televisión norteamericana. Trump, con un negocio inmobiliario en West Manhattan y la promesa de inversiones en la Argentina.

“Me acuerdo lo que me impactó ese cheque”, recuerda el ahora Presidente argentino. “Me acuerdo que cuando vi esa cantidad de ceros pensé: nunca más voy a ver un cheque así en mi vida”. Fue el primer gran negocio de la Familia que quedó en manos de Mauricio y el intento de los Macri por hacer pie en la intrincada Manhattan de los años ochenta. Pero Nueva York, y en particular el negocio inmobiliario, el de la recolección de residuos y el de los juegos de azar, estaba dominado en ese momento por las cinco familias de La Cosa Nostra. De la mano del alcalde Edward “Ed” Koch, Trump llevaba adelante en ese momento proyectos inmobiliarios y se quedaba con los principales casinos de la ciudad.

Fue Koch, precisamente, uno de los nexos entre Macri y Trump. Alentado por los millonarios negocios que hacía en la Argentina durante la dictadura militar y con muchos dólares para sacar del país, los Macri llegaron a Nueva York para asociarse con Waste Managment Inc y formar Manliba, la empresa de recolección de residuos con la que se privatizó por primera vez ese servicio en la ciudad de Buenos Aires durante la intendencia militar del brigadier Orlando Cacciatore.

Waste Managament Inc y SIDECO también incursionaron como sociedad en el negocio en Brasil, quedándose con ENTERPA AMBIENTIAL SA de Brasil durante el mismo período en que FLEG TRADING ponía los 9,3 millones de dólares para adquirir la parte de SOCMA AMERICANA en OWNERS. Waste Managment Inc. fue investigada por sus vínculos con las cinco familias de La Cosa Nostra, principalmente los Genovese, y treinta y dos de sus principales directivos terminaron en prisión.

El encargado de abrir las puertas a los Macri en ese mundo ítalo neoyorkino fue Giorgio Nocella, un amigo que llegó de la mano del Avvocato Giovanni Agnelli, uno de los hombres más poderosos de Italia en los años ochenta. Agnelli, Capo de la Fiat, presentó a Nocella y Macri, y desde entonces pasaron a formar una Familia en la que compartían cumpleaños, negocios y sociedades offshore. Varias de esas sociedades son las que han aparecido recientemente en los Panamá Papers y los Bahamas Leaks que han publicado diarios de todo el mundo, como “Página 12” y “La Nación en la Argentina.

Nocella llevó a Sideco y los Macri a Venezuela, para incursionar en el negocio del petróleo y las autopistas, y allí conocieron a Diego Arría, intendente entonces de Caracas y hoy ferviente opositor al gobierno de Hugo Chávez, y a Abraham Hirschfeld, un sofisticado personaje centro de relaciones políticas, empresariales y mafiosas en los Estados Unidos. Ese grupo de negocios es el que desembarcó en Nueva York para intentar el sueño americano aliados con Donald Trump.

Alentados por haberse quedado con el negocio de la basura, Franco envió a Mauricio Macri a instalarse en los Estados Unidos para llevar adelante su proyecto inmobiliario. Se trataba de un complejo de torres en Penn Station, una vieja playa de maniobras de ferrocarriles en la zona Noroeste de Manhattan. Las tierras habían sido adquiridas por Trump y Hirschfeld en un principio, pero era necesaria una ardua negociación con la política local para conseguir la rezonificación del lugar y el crédito para financiarlo.

Trump le vendió entonces su parte a los Macri que se asociaron con Hirschfeld, conocido como “el señor garaje” porque había adquirido todos los terrenos fiscales y baldíos de Nueva York para convertirlos en playas de estacionamiento. En el final de la década del 90, Hirschfeld terminó finalmente en prisión, condenado por haber contratado un sicario para asesinar a un socio, y desde allí mandó matar también a la jueza que seguía su causa. Un poco después, fue el primero en proponer a Donald Trump como candidato a presidente.

Macri llevó como asesor para el emprendimiento a José Alfredo Martínez de Hoz. Debían armar una ingeniería financiera que permitiera obtener un préstamo del Chase Manhattan. Al mismo tiempo, trataban de convencer a la opinión pública progresista de la ciudad para que no se opusiera a la construcción de torres y para despegarse de la imagen del grupo argentino cercano a los militares que se había instalado en la prensa del lugar como el Village Voice, que publicaba permanentemente artículos en contra de la incursión macrista.

Un personaje inesperado se sumó al grupo: de la mano de José López Rega y su vínculo con Licio Gelli, el ex secretario de Vivienda de Isabel Perón, Juan Carlos Basile, comenzó a oficiar de nexo con los sindicatos de la construcción y las Familias. “Mauricio me llamó a Buenos Aires, nos encontramos en el edifico Catalinas y le dije: ustedes creen que porque conocen las Familias italianas tienen todo cerrado. Pero Nueva York es distinto, son cinco grupos y tienen repartidos los negocios”.

Con la ayuda del alcalde Koch y muchos millones distribuidos en prensa, propaganda, sindicatos y concejales, el proyecto finalmente fue aprobado. Pero el Chase Manhattan, que tenía que otorgar el crédito para la financiación, exigió que se sumara un “emprendedor reconocido” y allí volvió Trump a escena. Fueron meses de negociaciones en los que Mauricio terminó haciéndose íntimo amigo.

 “Yo creo que me ayudó en esa negociación la audacia de mis veintipico. Trump era loco, caprichoso, y yo llegaba tarde a las reuniones, se las cambiaba de horario. No, Donald, salgamos con chicas esta noche y mañana reunámonos a la tarde…”, cuenta Mauricio. Trump vino varias veces a Buenos Aires, donde se alojaba en la quinta Los Abrojos de los Macri en Malvinas Argentinas y en Terrazas de Manantiales. También recorrió Misiones, donde años más tarde lograría de la mano del actual embajador en España, Ramón Puerta, quedarse con la privatización del primer Casino privado de la Argentina.

En algún momento, la negociación fracasó. Trump no se sumó al proyecto sino que volvió a comprar la parte de Macri con ese cheque en esa reunión. Franco siempre creyó que había un acuerdo entre Mauricio y Trump para que ellos llevaran adelante todo el trabajo y la inversión para conseguir la aprobación del proyecto y la rezonificación y devolvérselo al ahora candidato republicano.

Junto a la publicación de The Washington Post también un libro en Buenos Aires vuelve sobre la oscura relación de Trump con Mauricio Macri. A veinte años de su secuestro, Natasha Niebieskikwiat sostiene que Franco Macri estaba convencido que era una venganza de Trump. Tanto que así se lo dijo al entonces embajador de Estados Unidos en la Argentina, Terence Todman, que le sugirió que contratara a un investigador ligado a la CIA, Mike Akerman. El ex “topo” de la Central de inteligencia americana es desde entonces el hombre encargado del espionaje y la seguridad de Socma, y estuvo implicado en la causa de las escuchas ilegales cuando Mauricio Macri era jefe de gobierno.”   

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

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