CARLOS “Merlot” FORADORI, ex Vicecanciller de MACRI que firmó un miserable acuerdo con el embajador inglés en relación a nuestras Islas Malvinas, “sigue siendo embajador y está en su casa con un sueldo de 930.000 pesos”. (Periodista Raúl Kollman).
miércoles, 27 de abril de 2022
martes, 26 de abril de 2022
sábado, 23 de abril de 2022
POSTEO EN MI FACEBOOK - 23/4/2020
martes, 19 de abril de 2022
lunes, 18 de abril de 2022
sábado, 16 de abril de 2022
martes, 12 de abril de 2022
sábado, 9 de abril de 2022
Los ex presidentes Mauricio Macri y Donald
Trump se acaban de reunir en Miami. En 2016 (el 27 de octubre) publiqué una
nota en la Revista “La Tecl@ Eñe”, con el título “LOS AMIGOS MAURICIO TRUMP Y
DONALD MACRI”. En la misma reseño diversas informaciones de Gabriela Cerruti,
Rodrigo Lloret, Laura Cortés y Juan Cruz Sanz que dan cuenta inequívoca sobre los
estrechos vínculos entre estos oscuros personajes, empresarios millonarios,
norteamericano uno y argentino el otro, volcados a la política, asumiendo
proyectos marcadamente anti-populares.
Según el testimonio de Gabriela Cerruti (en
su libro “El Pibe” del 2010) “Mauricio Macri y el misionero Ramón Puerta (embajador
argentino en España en 2016) se conocieron en
Puerta fue bautizado por Carlos Menem como
“el alumno más aplicado del modelo” y tuvo el récord de haber privatizado el
Banco de
Ramón Puerta se dedicaba a disfrutar los
placeres de la vida en sus plantaciones cuando Mauricio Macri ya visitaba
Misiones con su padre para ver avanzar las obras de la represa Yacyretá. La
construcción de la represa fue decidida por el gobierno peronista en 1973, pero
su licitación se entregó en plena dictadura militar a un consorcio integrado,
entre otros, por IMPRESIT-SIDECO.
Yacyretá fue terminada recién en 1998 y
acumuló causas judiciales y comisiones investigadoras por los precios
exorbitantes que terminaron pagándose por sus obras; la utilización ilegal de
mecanismos de reembolso, como los de la promoción industrial, que fueron
adjudicados a los consorcios extranjeros mediante falsa documentación, y las
denuncias de ambientalistas y hasta el Banco Mundial por la afectación a la
zona, a los ríos, las Cataratas del Iguazú y el desplazamiento de más de cuatro
mil familias que vivían en la zona.
Los sobreprecios por Yacyretá y las maniobras
de dilación fueron tan exorbitantes, que tuvo la rara paradoja de ser nombrada
por el presidente Carlos Menem (que sí poseía buen conocimiento de estos temas)
como “el monumento a la corrupción”.
M.Macri llegó a cambiar su domicilio y
fijarlo en Misiones para poder acceder tanto a votar a su amigo, como a
participar de todas las contrataciones del Estado que exigían residencia en la
provincia.
En algunos años, las empresas de Mauricio
Macri se hicieron cargo de la construcción del puente Posadas-Encarnación; la
fábrica de Celulosa Puerto Piray (que quedó a medio construir y fue adquirida
así por el Citibank); el asfaltado de la ruta 12 que accede a Cataratas del
Iguazú; la pavimentación de la ruta 103; y el asfaltado de la pista del
Aeropuerto de Apóstoles.
El gran negocio para SIDECO fue la
construcción de la represa Urugua-í, que no sólo copió el modelo de generación
eléctrica de Yacyretá sino también el esquema de pagos y reembolsos. La obra
presupuestada en 80 millones de dólares costó finalmente 300 millones y terminó
en una causa por defraudación y estafa contra el gerente del emprendimiento, Néstor
Grindetti, quien iba a ser luego ministro de Hacienda de Mauricio Macri en la
ciudad de Buenos Aires. (Grindetti es actualmente el intendente de Lanús en la
provincia de Buenos Aires y titular de cuentas offshore no declaradas, en los
“paraísos fiscales” de Panamá).
Mauricio logró hacerse acreedor del contrato
para construir la costanera de Posadas, un paseo con vista al nuevo espejo de
agua de la ciudad, que formaba parte del plan de obras post-Yacyretá. La
costanera se convirtió en un lugar de paseo obligado de los misioneros y en un
chiste ineludible: “Cada metro de la costanera cuesta más que un metro de
subterráneo en París”.
Si Gregorio Chodos ofició de padrino y
protector en su vida privada y empresaria, y Nicolás Caputo de amigo todo
terreno en las buenas y en las malas, fue sin duda Ramón Puerta el gran jefe,
compinche, consejero, de Mauricio Macri en su carrera política. Tanto fue así
que Macri pensó seriamente en iniciar su carrera política como candidato a
diputado nacional por Misiones en el año 1999, acompañando la lista que llevaba
a Ramón Puerta de candidato a senador.
Si puerta le abrió a Mauricio Macri su
estancia, sus consejos políticos y la obra pública en Misiones, Mauricio le
llevó a la provincia un contacto inestimable: el magnate Donald Trump se hizo
cargo del Casino, el primero privatizado del país. Trump se asoció para esto a
Miguel Egea, ese oscuro personaje del menemismo relacionado con ex represores
de
Rodrigo Lloret, en el Diario Perfil, menciona que “los empresarios Trump y Mauricio, devenidos en políticos, se conocieron cuando el argentino tenía 24 años y el norteamericano 40. “Es una larga historia, de hace mucho tiempo. Fue cuando tuve que cerrar un negocio familiar en Nueva York”, le dijo Macri a la cadena estadounidense CBS, cuando le preguntaron por sus vínculos comerciales con el republicano. En esa entrevista, transmitida para los Estados Unidos, Macri reconoció que las gestiones que tuvo que realizar con Trump representaron su debut en los emprendimientos internacionales.
La
historia fue revelada en Estados Unidos en la biografía del magnate neoyorkino,
titulada Trump: The Deals and
the Downfall (Trump:
los negocios y la caída), escrita por el periodista Wayne Barret, que realizó
investigaciones para Newsweek y también fue docente de periodismo en
Desde 1979 hasta 1984, el Grupo Macri quiso construir
conjuntamente con el Grupo Trump un edificio de 150 pisos en Nueva York,
sobre una propiedad que Franco Macri había comprado en el lado oeste de
Manhattan. El Proyecto Lincoln West no prosperó, pero generó una muy buena relación entre
los empresarios y, con el tiempo, Trump empezó a visitar a sus amigos
argentinos para alojarse en la quinta Los Abrojos -el refugio que Macri tiene
en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas-, o en la mansión que la
familia del ex presidente de Boca tiene en Punta del Este.
“Me encanta Buenos Aires, es una
hermosa ciudad. Conozco grandes hombres de negocios en la región, como Macri.
Es un buen tipo”, confesó Trump en 2012 al diario
El 31/7/15 , Laura Cortés escribió en InfoBaires 24 “el periodista norteamericano Joe
Goldman, quien vive hace varios años en el país y se desempeña como
corresponsal y productor de ABC News, se refirió a la biografía no autorizada
del magnate ultraderechista Donald Trump, escrita por su amigo personal, Wayne
Barrett. Allí, Barrett revela los estrechos vínculos de Trump con la familia
Macri; tanto con Franco como con el ahora candidato presidencial por el PRO,
Mauricio.
“El grupo Macri intentó hacer negocios contruyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que Franco había comprado en el lado oeste de Manhattan”, contó Goldman.
Efectivamente, a principio de los ’80,
la familia Macri, enriquecida durante la dictadura cívico-militar que se
encargó de estatizar su deuda, decidió globalizar su negocio comprando
propiedades en la ciudad de Nueva York. “Macri Group” adquirió el 65% de Lincoln
West, el predio más importante y caro de toda la isla de Manhattan.
El empresario estadounidense había sido
su dueño hasta 1979, cuando se desencadenaron una serie de protestas vecinales
y quejas de urbanistas por la insólita idea de erigir un edificio de semejante
tamaño. Por eso, Trump utilizó a los Macri como fachada, mientras él tramitaba
los cambios de ordenanzas, leyes de vivienda, medio ambiente y demás, que
estaban frenando su millonario negocio.
El pequeño hijo del empresario Macri,
de por entonces 21 años de edad, se involucró personalmente en el proyecto
faraónico que desarrollaron las empresas de manera conjunta. Por esa razón,
cuando Trump vino a
En definitiva, ese fue el debut de
Macri hijo en los negocios familiares. El periodista norteamericano agregó,
además, que Trump “no es muy bien visto en los Estados Unidos por sus vínculos
con gángsters y con la mafia de Nueva York y Atlantic City”. Pero si hay algo
que tienen en común los dos candidatos a presidente, es su claro tinte
xenófobo, su impronta conservadora y neoliberal y su larga lista de turbias
amistades.”
Juan Cruz Sanz, en Infobae del 27/9/16,
hace referencia al libro de Franco Macri del 2013 (“Charlas con mis nietos”),
en donde se puede leer: “Estábamos con Mauricio en Nueva York en medio de
difíciles negociaciones con Donald Trump por Lincoln West, un proyecto
inmobiliario que pretendimos realizar y que terminamos vendiendo a Trump por 95
millones de dólares en diciembre de
El 25/9/16, en la publicación “Nuestras
Voces”, Gabriela Cerruti escribe una nota titulada “Buenos Muchachos”, donde
expresa que “Mauricio Macri y Donald Trump prefieren no recordar sus años
juveniles en Nueva York, cuando compartieron negocios, relaciones con
El secreto mejor guardado entre Donald Trump,
Mauricio y Franco Macri es
qué sucedió en aquella suite del Sherry Netherlands
Hotel en la que sellaron un acuerdo de
negocios y silencio. Mauricio se quedó con un cheque de 150 millones de dólares
y la amistad perpetua del magnate de la televisión norteamericana. Trump, con
un negocio inmobiliario en West Manhattan y
la promesa de inversiones en la Argentina.
“Me acuerdo lo que me impactó ese
cheque”, recuerda el ahora Presidente argentino. “Me acuerdo que
cuando vi esa cantidad de ceros pensé: nunca más voy a ver un cheque así en mi
vida”. Fue el primer gran negocio de
Fue Koch, precisamente, uno de los nexos entre Macri y
Trump. Alentado por los millonarios negocios
que hacía en
Waste Managament Inc y SIDECO también
incursionaron como sociedad en el negocio en Brasil, quedándose con ENTERPA AMBIENTIAL
SA de Brasil durante el mismo período en
que FLEG TRADING ponía
los 9,3 millones de dólares para adquirir la parte de SOCMA AMERICANA en OWNERS.
Waste Managment Inc. fue investigada por sus vínculos con las cinco familias de
El encargado de abrir las puertas a los
Macri en ese mundo ítalo neoyorkino fue Giorgio Nocella,
un amigo que llegó de la mano del Avvocato Giovanni Agnelli,
uno de los hombres más poderosos de Italia en los años ochenta. Agnelli, Capo
de
Nocella llevó a Sideco y los Macri a
Venezuela, para incursionar en el negocio del petróleo y las autopistas, y allí
conocieron a Diego Arría, intendente
entonces de Caracas y hoy ferviente opositor al gobierno de Hugo Chávez, y a Abraham Hirschfeld,
un sofisticado personaje centro de relaciones políticas, empresariales y
mafiosas en los Estados Unidos. Ese grupo de negocios es el que desembarcó en
Nueva York para intentar el sueño americano aliados con Donald Trump.
Alentados por haberse quedado con el
negocio de la basura, Franco envió a Mauricio Macri a instalarse en los Estados
Unidos para llevar adelante su proyecto inmobiliario. Se trataba de un complejo
de torres en Penn Station, una vieja playa de maniobras de ferrocarriles en la
zona Noroeste de Manhattan. Las tierras habían sido adquiridas por Trump y
Hirschfeld en un principio, pero era necesaria una ardua negociación con la
política local para conseguir la rezonificación del lugar y el crédito para
financiarlo.
Trump le vendió entonces su parte a los
Macri que se asociaron con Hirschfeld, conocido como “el señor garaje” porque
había adquirido todos los terrenos fiscales y baldíos de Nueva York para
convertirlos en playas de estacionamiento. En el final de la
década del 90, Hirschfeld terminó finalmente en prisión, condenado por haber
contratado un sicario para asesinar a un socio,
y desde allí mandó matar también a la jueza que seguía su causa. Un poco
después, fue el primero en proponer a Donald Trump como candidato a presidente.
Macri llevó como asesor para el emprendimiento a José
Alfredo Martínez de Hoz. Debían
armar una ingeniería financiera que permitiera obtener un préstamo del Chase Manhattan.
Al mismo tiempo, trataban de convencer a la opinión pública progresista de la
ciudad para que no se opusiera a la construcción de torres y para despegarse de
la imagen del grupo argentino cercano a los militares que se había instalado en
la prensa del lugar como el Village Voice,
que publicaba permanentemente artículos en contra de la incursión macrista.
Un personaje inesperado se sumó al
grupo: de la mano de José López Rega y
su vínculo con Licio Gelli,
el ex secretario de Vivienda de Isabel Perón, Juan Carlos Basile,
comenzó a oficiar de nexo con los sindicatos de la construcción y las Familias.
“Mauricio me llamó a Buenos Aires, nos encontramos en el edifico Catalinas y le
dije: ustedes creen que porque conocen las Familias italianas tienen todo
cerrado. Pero Nueva York es distinto, son cinco grupos y tienen repartidos los
negocios”.
Con la ayuda del alcalde Koch y muchos
millones distribuidos en prensa, propaganda, sindicatos y concejales, el
proyecto finalmente fue aprobado. Pero el Chase Manhattan, que tenía que
otorgar el crédito para la financiación, exigió que se sumara un “emprendedor
reconocido” y allí volvió Trump a escena. Fueron meses de
negociaciones en los que Mauricio terminó haciéndose íntimo amigo.
“Yo
creo que me ayudó en esa negociación la audacia de mis veintipico. Trump era loco,
caprichoso, y yo llegaba tarde a las reuniones, se las cambiaba de horario. No,
Donald, salgamos con chicas esta noche y mañana reunámonos a la tarde…”, cuenta
Mauricio. Trump vino varias veces a Buenos Aires, donde se alojaba en la quinta Los Abrojos de
los Macri en
Malvinas Argentinas y en Terrazas de
Manantiales. También recorrió Misiones, donde años
más tarde lograría de la mano del actual embajador en España, Ramón Puerta,
quedarse con la privatización del primer Casino privado de
En algún momento, la negociación
fracasó. Trump no se sumó al proyecto sino que volvió a comprar la parte de
Macri con ese cheque en esa reunión. Franco siempre
creyó que había un acuerdo entre Mauricio y Trump para que ellos llevaran
adelante todo el trabajo y
la inversión para conseguir la aprobación del proyecto y la rezonificación y
devolvérselo al ahora candidato republicano.
Junto a la publicación de The Washington Post también
un libro en Buenos Aires vuelve sobre la oscura relación de Trump con Mauricio
Macri. A veinte años de su secuestro, Natasha
Niebieskikwiat sostiene
que Franco Macri estaba convencido que era una venganza de Trump. Tanto que así
se lo dijo al entonces embajador de Estados Unidos en
miércoles, 6 de abril de 2022
Nota “LA ASISTENCIA SOCIAL EN EL CONTEXTO CAPITALISTA”
Norberto Alayón
Trabajador Social. Profesor Consulto Titular de la Facultad de Ciencias
Sociales (Universidad de Buenos Aires).
LA SUPUESTA
"PALOMA" HORACIO RODRÍGUEZ LARRETA QUIERE SACARLE LOS PLANES SOCIALES
A LA GENTE HUMILDE. ¡ES EL MISMO DISCURSO DE LA DICTADURA CÍVICO-MILITAR DE
1976, DE VIDELA Y MARTÍNEZ DE HOZ!
“La asistencia social ha estado
históricamente ligada a la problemática de la pobreza, de la desigualdad. Pero
la pobreza (tanto en su generación como en la eventual atenuación de la misma)
no pertenece al campo de la asistencia social, sino al campo de la economía. Y
la economía expresa el proyecto político que se despliega en un período
determinado. En consecuencia, resulta necesario hacer alguna referencia al
capitalismo.
Y es que el capitalismo es el modelo
político-económico que predomina en el funcionamiento de nuestros países. Su
lógica y “racionalidad” se centra irreductiblemente en la búsqueda denodada del
lucro y la acumulación, sobre la base de la expoliación de la productividad del
trabajo de otros. Un modelo bien distinto tendríamos si los objetivos de la
producción no fueran la mera ganancia, sino la satisfacción de las necesidades
sociales.
El funcionamiento capitalista genera y
construye, por su propia lógica, una permanente conflictiva social de muy
complejo abordaje. De todas maneras, las propias sociedades capitalistas
igualmente fueron desarrollando instituciones sociales de protección, que
contuvieron parcialmente los conflictos a partir de garantizar ciertas
seguridades a quienes vivían de su trabajo.
Sabemos que en las últimas décadas del
siglo XX el fundamentalismo neoliberal arrasó con muchas de esas protecciones y
destruyó buen parte de los derechos sociales, dando lugar a un fuerte proceso
de degradación social, que acarreó innumerables y graves secuelas que llevará
muchos años poder mitigar y reparar.
Cabría igualmente un par de
reconocimientos: a) el capitalismo ha contribuido al desarrollo de la sociedad,
aunque simultáneamente condujo a reproducir desigualdades estructurales; y b)
nuestros países han venido padeciendo un doble sufrimiento, por la presencia
del capitalismo y también por la falta de desarrollo capitalista.
Por ejemplo, el carácter parasitario y
ocioso de nuestra tradicional oligarquía, que se constituyó como una suerte de
“clase capitalista no burguesa”, obstaculizó el desarrollo industrial del país,
manteniendo en muchos casos relaciones de tipo cuasi feudal. La enorme riqueza,
obtenida por las grandes extensiones de campos y por la renta diferencial de la
tierra, condujo a estos sectores a evidenciar un comportamiento exento de
“dinamismo burgués” y anti industrialista. Con semejantes ganancias, los
terratenientes no estaban interesados en reinvertir sus beneficios.
Tal vez, de este origen “naturalmente
perezoso”, nuestras “burguesías nacionales” hayan encontrado una suerte de
modelo productivo a imitar, ligado a la búsqueda de ganancias desmedidas, con
un mínimo de riesgo e inversión o bien aprovechando protecciones, prebendas,
abusos y saqueos sobre el Estado para que respaldara sus intereses privados,
por sobre el bienestar del conjunto de la sociedad. Con frecuencia, esta violación
de la esencia misma del funcionamiento capitalista, ligada a la inversión y al
riesgo, constituye una conducta obstinada: quieren ganar fortunas -y además en
el menor tiempo posible- sin correr prácticamente ningún tipo de riesgos.
De todos modos este capitalismo, aún
escuálido y atrasado, genera cierto desarrollo aunque -a la par, por supuesto-
habilita el mantenimiento de la pobreza y la desigualdad. Si la acumulación por
parte de un sector social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza
y en una distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores
ricos y pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias
características del modelo de funcionamiento social. De ello deriva la
existencia de sociedades duales, con polos opuestos de altísima concentración
de riqueza por un lado y de enorme concentración de exclusión y pobreza por el
otro.
Pero el carácter esencialmente
antidemocrático del capitalismo se puede (y se debe) atenuar o neutralizar
políticamente por la acción del Estado, mediante el derecho laboral y las
políticas sociales.
Se requiere, entonces, de un Estado que,
aún capitalista, opere decididamente como regulador y garante pleno del interés
general de la sociedad, y en particular de los sectores más vulnerados, por
sobre el interés privado de los sectores del capital.
En suma, un Estado que, aún sin
trastocar de raíz la lógica central del capitalismo, pueda sentar las bases
para ir construyendo una democracia sólida con derechos sociales extendidos, lo
cual configurará estratégicamente otro tipo de sociedad, otro tipo de sistema
social, que no tenga que apelar al infame e inmoral asistencialismo.
La asistencia social opera como
instrumento mediador entre la economía y los efectos y resultados del modelo
económico en vigencia.
Para el Trabajo Social, repensar la
asistencia como derecho y recuperación de lo perdido o de lo que nunca se tuvo,
conduce a un cauce fructífero de potenciación de las distintas dimensiones de
la profesión. Lo asistencial, lo educativo, lo promocional, lo organizacional
deben fundirse en una práctica totalizante al servicio de los sectores
populares.
Las políticas de asistencia social
pueden cumplir básicamente dos funciones: de cobertura inmediata y también de
prevención.
Son asistenciales precisamente en
relación con la problemática que debe ser reparada inmediatamente: satisfacer
necesidades de alimentación, salud, alojamiento, abrigo; y son, a la vez,
preventivas del deterioro a que lleva el sufrimiento y la carencia y que
devienen en otras problemáticas sociales difíciles de reparar, tales -por
ejemplo- como el abandono de hogar por parte de los adultos responsables o de los
niños que pierden toda contención, la deserción escolar, la drogadicción, la
delincuencia. Para tomar cualquier ejemplo corriente: si un niño no tiene
zapatillas, no sólo carece de calzado, sino que puede dejar de asistir a la
escuela, lo cual agrava su problemática.
La asistencia es un derecho. Toda
sociedad que, por las características que adopta para su funcionamiento,
primero pauperiza y excluye a buena parte de sus miembros, debe asumir
maduramente su responsabilidad por el daño ocasionado y disponerse a adoptar
profundas medidas reparatorias. Y debería hacerlo por la vía del derecho pleno,
o bien -mientras tanto- mediante políticas sociales que tiendan a neutralizar
el deterioro de las condiciones de vida de la población, a la par de ir creando
las condiciones para contribuir a la consolidación de un orden social más justo
y equitativo.
El derecho a la asistencia, no cambia la
naturaleza de las relaciones sociales vigentes en la sociedad. Pero sí debilita
la lógica de quienes defienden la continuidad de sociedades inequitativas, y -a
la vez- ética y estratégicamente contribuye a la reparación de los problemas
sociales, en la perspectiva de ir construyendo alternativas más sólidas para un
funcionamiento social más digno y más humano.
Reconocer el derecho a la asistencia
implica la aceptación de que las personas a ser asistidas, básicamente carecen
-por las condiciones del funcionamiento social- de posibilidades para un
adecuado despliegue de sus potencialidades que, entre otras cosas, les permita
satisfacer autónomamente sus necesidades. Familias sin los medios suficientes
para la reproducción de su vida, con problemas de empleo, con ingresos
degradados, con problemas habitacionales, de salud, de escolaridad, no pueden
más que tender a repetir esas condiciones en las generaciones siguientes.
Interferir e interrumpir ese proceso
social negativo, constituye una responsabilidad ética impostergable, pero
-además- implica asumir una imprescindible opción de fortalecimiento de la
democracia, en tanto una verdadera democracia no puede reconocerse como tal con
graves niveles de pobreza y exclusión.
Además, las propias contingencias de la
vida pueden conducir a cualquier persona a padecer accidentes que le generen
discapacidades puntuales, cuya atención y protección posterior es menester que
sea asumida por las instituciones específicas de todo Estado moderno.
Las políticas de asistencia son
insuficientes, pero hay algo mucho más insuficiente aún: la ausencia de
políticas de asistencia. Desconocer el derecho a la asistencia es precisamente
el posicionamiento que asumen los gobiernos conservadores, que tienden a
recortar los recursos destinados a la acción social, desertando de esta
responsabilidad estatal o bien transfiriéndola hacia modalidades de
beneficencia y de voluntariado, optativas y además escasas, a ser encaradas por
sectores privados (empresariales, religiosos, filantrópicos).
Sabemos que la asistencia social cumple
funciones diferentes según responda a la política general desplegada por
gobiernos populares o por gobiernos antipopulares. Representa, de este modo,
diferentes sentidos, según la naturaleza y los intereses de clase de los
distintos gobiernos.
En el caso de gobiernos populares que
propendan al desarrollo de las fuerzas productivas, a la defensa y ampliación
de las fuentes de trabajo, a la expansión del consumo, la asistencia opera en
la reparación de problemáticas y carencias puntuales que presenten los sectores
más vulnerados de la sociedad, representando -simultáneamente- una manera
indirecta de preservación salarial (o distribución secundaria de la riqueza)
por la vía de servicios y subsidios destinados a mejorar la calidad de vida de
la gente.
En ese sentido adquiere un carácter
complementario del rumbo general de la política económica, fortaleciendo la
perspectiva de derechos y de la necesaria vigencia de la justicia social.
Pero en el caso de gobiernos
antipopulares, como el del ex presidente Mauricio Macri, que reducen el empleo,
contraen los salarios, restringen los derechos laborales y generan marcada
pobreza y exclusión, las políticas asistenciales apenas implican un alivio
limitado y selectivo para las situaciones más críticas, mientras se mantienen
férreamente los objetivos de evidente concentración de riqueza a favor de
ciertos sectores sociales y en perjuicio de la búsqueda de la necesaria
igualdad social que transforme en digna la vida humana.
De ahí que la asistencia, en el marco y
perspectiva de los gobiernos antipopulares, confronta con el paradigma de
derechos, transitando hacia modalidades caritativas o filantrópicas que
robustecen la lógica asistencialista.
Sin atacar ni atenuar siquiera las
causales estructurales de la obscenidad del sistema capitalista, la labor
asistencial se transforma en puro asistencialismo en la línea del control
social y del disciplinamiento para contrarrestar el reclamo de la población por
los derechos. En definitiva, el asistencialismo es una excrecencia propia del
sistema capitalista.
En síntesis, sobre esta cuestión de la
asistencia, el aspecto clave a enfrentar será cómo seguir reivindicando el
conjunto de los derechos (es decir, trabajo formal, salarios dignos y políticas
sociales universales), sin dejar de lado -mientras tanto- la asistencia: porque
la asistencia, reafirmamos, también es un derecho de la gente.
Defender la idea de la asistencia como
derecho, exige también diferenciar esta concepción de aquellas alternativas
que, con lamentable frecuencia, transforman la asistencia en un recurso para la
construcción de relaciones clientelistas, generando dependencia y sumisión.
Toda persona o grupo que recibe algo (por la vía del no derecho), siempre queda
en deuda con el que se lo da. En ese caso, el que recibe debe a quien da. Por
el contrario, los derechos implican el reconocimiento de ciudadanía plena para
toda la población, fortaleciendo la autonomía y neutralizando la discriminación
y la diferenciación social.
Comprender esta ecuación, nos debe impulsar a revalorizar la concepción de
derechos, que es la que construye democracia en serio. Y nos podrá ayudar a
alejarnos de la desgraciada descripción que contiene aquel proverbio africano,
que afirma que “la mano que recibe está siempre debajo de la mano que da.”