JULIÁN WEICH, CAROLINA PAPALEO Y EL
COVID-19
Por Norberto Alayón
Trabajador Social – Ex Vicedecano (Facultad de Ciencias Sociales-UBA)
SE AGRADECE COMPARTIR.
El conductor televisivo Julián Weich estuvo internado en terapia
intensiva al haberse contagiado de coronavirus. Su compañera en el programa,
Carolina Papaleo, mencionó que “Julián aún no se había dado la
vacuna contra el coronavirus”. “El sábado él sale por zoom y
contó que tenía el turno para vacunarse, pero todavía no lo había hecho”. “Contó que tenía un turno hace 15 días, pero no sé por qué no se vacunó; son temas personales, en mi caso soy pro vacuna”.
Nos parece conveniente reparar en la afirmación de Papaleo
acerca de que “son temas personales”. En rigor, el COVID-19 trasciende por
mucho las opciones consideradas por algunos como “personales” ante semejante
pandemia.
No vacunarse, no sólo inhibe la posibilidad de defenderse del
peligroso virus, sino que, a la vez, puede generar la irradiación de la
enfermedad hacia el conjunto de la sociedad.
Es por ello que, en la convivencia comunitaria, una opción
aparentemente “personal” se transforma en una opción “social”, de salud pública
colectiva, que involucra a todos los habitantes de un país, de una región y
hasta del mundo todo.
No se trata de optar individualmente por ser aficionado de uno u
otro club de fútbol; o si a alguien le gusta más el cine que el teatro; o si
alguna persona prefiere usar pollera o pantalones. Estas opciones individuales,
en tanto no afectan, ni comprometen en nada la vida de los demás,
ni la salud o la seguridad pública, son
absolutamente legítimas y cada cual puede optar por lo que más le guste o tenga
ganas.
Pero cuando el riesgo avanza sobre el derecho de otras personas
a cuidar su salud y su vida, no se puede aducir la preeminencia de la opción
personal, por sobre el fundamental derecho general que le asiste al
resto de la
población ante la vida o la muerte.
Si no existiera la alternativa de los contagios, sería aceptable
que cada cual pudiera decidir entre vivir o morir. Pero si el vivir o morir
involucra al conjunto social, no se deben aceptar las “opciones personales”
porque precisamente no son personales, sino sociales.
Las corrientes antivacunas, en el mundo entero, han abandonado
por distintas razones la responsabilidad social y los principios más
elementales de solidaridad que deben regir entre los seres humanos.
Avalar
la idea de que el rechazo a la vacunación constituye un “tema personal”, “una
opción o un derecho individual”, desconoce que la efectividad de las vacunas
depende de la masividad de la inmunización. Por eso, esas “decisiones
personales” de no vacunarse ponen en riesgo a la sociedad toda.
Frente
a ello, debe reivindicarse plenamente que el derecho a la salud y a la vida constituye un derecho social básico, que no se debiera
violentar por conductas y acciones irracionales e irresponsables que nos
afectan a todos.
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