“Neoliberalismo
y delitos de lesa humanidad”
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En julio de
2009, haciendo referencia a las transformaciones producidas por el
neoliberalismo a lo largo de las últimas décadas del siglo XX, escribí: “el
afianzamiento en América Latina de la perversa ola de darwinismo social que
significaron las políticas neoliberales, cuyas dramáticas consecuencias para
nuestros pueblos condenaron a millones de seres humanos al hambre, a la
pobreza, a la enfermedad, a la muerte y bien podrían definirse como CRÍMENES DE
LESA HUMANIDAD”.(mayúsculas actuales).
En el
Suplemento CASH de Economía del diario “Página 12”, del domingo 12 de
noviembre, se publica un artículo de Javier Tolcachier, investigador del Centro
Mundial de Estudios Humanistas, con el título “Giro a la derecha”. El autor manifiesta
que “la pobreza en América Latina tiene cara de mujer, rasgos indígenas o piel
negra, vive en el campo o en los suburbios y además, si es niño o joven, la
desigualdad lo perseguirá durante toda la vida”.
Sugestivamente
afirma que “para superar la desigualdad es preciso criminalizar la riqueza,
incluso como DELITO DE LESA HUMANIDAD (mayúsculas mías), ya que conlleva el
genocidio de cientos de miles de existencias”.
Asimismo
señala que “Hablar con propiedad es hablar de la propiedad. Y hablar de la
propiedad es hablar de violencia económica. Es hablar, en general, de actividad
delictiva. Calificar a la concentración de riqueza como delito no es tan sólo
una alusión a su inmoralidad, aunque dicha actitud antisocial deba ser
repudiada sin ambages en el campo valórico. Puede constatarse sin mayor
dificultad cómo en la génesis misma y en el transcurso del proceso de
acumulación de riqueza, se verifican numerosos delitos…” Y agrega que “la
corrupción, que tanto irrita a la prensa dependiente, tiene su origen en las
empresas, no ‘en la política’. Corromper mediante dádiva, coima, prestaciones o
apoyo electoral es para las empresas una práctica ordinaria que facilita ‘los
buenos negocios’”.
Mencionando
a la CEPAL, en relación a la necesidad de contar con fondos suficientes para
que el Estado pueda llevar a cabo políticas activas de inclusión social,
destaca que “basta constatar la actividad ilegal que desarrollan los sectores
opulentos para impedir todo avance de los sectores más oprimidos de la
sociedad. Una de las principales herramientas es la subversión fiscal. O sea la
evasión. Unos 700.000 millones de dólares que están en paraísos fiscales
pertenecen a personas de América Latina”.
En
el caso de Argentina, los titulares de cuentas en guaridas fiscales reveladas
en los Panamá Papers y en los Paradise Papers, bajo la modalidad de empresas
offshore, que involucran al acaudalado empresario y presidente Mauricio Macri, a familiares,
amigos, ministros y funcionarios varios, contribuyen a convalidar la argumentación
del articulista.
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