Nota “ANTE EL AVANCE DE LA DERECHA
ANTIDEMOCRÁTICA”
Publicada en la Revista "La Tecl@ Eñe" - Buenos Aires - Octubre de 2017
Norberto Alayón
Profesor Consulto de la UBA
Empiezo por el final: el próximo
22 de octubre hay que votar contundentemente por la opción de Unión Ciudadana y
de otras alternativas de carácter nacional y popular en todo el país, para
tratar de evitar que avance aún más el proyecto conservador y neoliberal de la
Alianza PRO-UCR, liderada por Mauricio Macri.
Se tratará, una vez más, de una
ocasión crucial que impactará significativamente -para bien o para mal- en el
futuro del país. Por ello, es necesario reforzar al máximo la vocación de
compromiso para defender los derechos adquiridos y el bienestar general del
conjunto de la población. Será menester, también, preservar la suficiente
lucidez para comprender las contradicciones principales que representan los
proyectos en juego y sus respectivos candidatos. Y asimismo, evitar -aún
resignando ciertas aspiraciones personales- los intentos de fragmentación del
campo popular que impulsan los sectores más retardatarios de la sociedad,
apañados y sostenidos por el enorme poder que deviene de la concentración económica
y mediática y del apoyo judicial.
No resulta necesario abundar en
lo que todo el mundo sabe o debe saber al momento de direccionar su voto el 22
de octubre: si triunfa el macrismo, el retroceso nacional será mucho peor aún.
Intentar ponerle ciertos límites al proyecto conservador vigente y a sus
políticas devastadoras, exigirá optar decididamente por aquellas propuestas
electorales que encarnen con mayor posibilidad de éxito la oposición a la
barbarie del modelo actual.
Los proyectos de la derecha, como
el macrismo actual, son intrínsecamente antidemocráticos, en tanto su
centralidad conceptual radica en la exclusión, en la subordinación y en la no
existencia de derechos igualitarios para todos los habitantes. La democracia
real va mucho más allá de los necesarios momentos electorales. Por otra parte,
las formas operativas que suelen asumir los sectores de derecha mientras
ejercen el poder, se caracterizan por su importante nivel de arbitrariedad.
Hace más de un año, en octubre de
2016 en el Congreso Nacional de Trabajo Social llevado a cabo en San Juan, hice
referencia a la vigencia en Argentina, ya en ese momento, de un creciente sesgo
autoritario que podría caracterizarse como una suerte de “dictadura
democrática” o de “democracia dictatorial”. Hoy, diversas medidas del gobierno
macrista van convalidando lo preanunciado hace más de un año atrás.
Martín Granovsky, en “Página 12”
del 18 de agosto pasado, escribió una nota donde analiza y pone en cuestión el
escrito del día anterior del politólogo José Natanson, que definió al macrismo
como “una derecha democrática y renovada”. Granovsky brinda trece ejemplos que
evidencian la lejanía del funcionamiento democrático. Habría que agregar en ese
listado otros nuevos ejemplos que se verificaron en estos últimos dos meses.
Una derecha “renovada”, sí, ¿pero democrática?
Como ocurrió con otras
elecciones, no hay que volver a caer en el error de subestimar a esta nueva
derecha. Decía, con certeza, un líder de la política mundial que “el principio
fundamental de la táctica es no subestimar la capacidad del adversario”. Y esto
sucedió en los últimos años, al suponerse indebidamente que el macrismo se
trataba solamente de mera frivolidad y agitación de globos amarillos y, a la
par, dejar de visualizar a quién había que votar prioritariamente para que la
derecha más dura no triunfara.
En 2007 escribí una “Carta para
mis amigos no macristas” tratando modestamente de influir ante la inexplicable
posición de algunos sectores “progresistas” que, entre la opción de Daniel
Filmus y Mauricio Macri, preferían votar en blanco o a cualquier otro
candidato. Ganó Macri y ahí no sólo lo empezamos a sufrir, sino que ese cargo
le permitió ir consolidando su posición en la aspiración presidencial futura,
que finalmente concretó en 2015.
En 2015, muchos no comprendieron
que era preferible votar a Martín Lousteau (a pesar de su perfil también
conservador), para evitar que ganara Horacio Rodríguez Larreta. Había que
privilegiar un voto decisivo en contra de Larreta, para debilitar el ascenso de
Macri. Ganó Larreta, lo sufriremos hasta 2019 y fortaleció la futura elección
de Macri para la presidencia.
En el mismo 2015, la elección
presidencial nos colocó ante la disyuntiva central entre Daniel Scioli y
Mauricio Macri. Una vez más surgieron las dudas de muchos confundidos o
engañados, de muchos “progresistas”, de muchos “izquierdistas”, que no supieron
identificar al adversario principal. Ganó Macri y aunque ahora muchos se
expresan arrepentidos, el país -especialmente los sectores populares- lo sufre
y lo sufrirá hasta 2019.
Cierro estas opiniones reiterando
el párrafo inicial de esta nota: el próximo 22 de octubre hay que votar
contundentemente por la opción de Unión Ciudadana y de otras alternativas de
carácter nacional y popular en todo el país, para tratar de evitar que avance
aún más el proyecto conservador y neoliberal de la Alianza PRO-UCR, liderada
por Mauricio Macri.
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