jueves, 28 de septiembre de 2017



“LA UBA Y LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA”
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Como es sabido, por medio de un correo electrónico anónimo se presentó una denuncia contra la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, aduciéndose que en una cátedra se había hablado sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado acaecida hace casi 60 días. La comunicación anónima fue enviada al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires que la remitió a la Secretaría de Políticas Universitarias y esta Secretaría, a su vez, la reenvió al Rectorado de la Universidad de Buenos Aires.

El Rectorado de la UBA no desestimó el burdo anonimato - como elementalmente hubiera correspondido, en defensa de la autonomía universitaria consagrada en la Constitución Nacional-  y lo remitió a la Facultad de Filosofía y Letras.

El proceder de la Secretaría de Políticas Universitarias, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación, aparecería como coherente con las orientaciones predominantes del gobierno conservador de la Alianza PRO-UCR. ¿Pero el proceder de nuestro Rectorado, que debería haber rechazado de plano no sólo el componente inconstitucional (y por ende antidemocrático) sino además la “metodología” del anonimato, cómo debe ser calificado?

Aunque a destiempo, sería  edificante y reparador en parte que el Rectorado de la UBA produjera una comunicación pública de rechazo frontal a esa indignante (por su contenido especialmente y por su estilo) denuncia anónima.

También el resto de las Facultades y sus respectivos Consejos Directivos deberían expresar su inmediato rechazo acerca de lo acontecido.

Norberto Alayón
Profesor Consulto de la UBA
Septiembre 28 de 2017

lunes, 25 de septiembre de 2017



“LA ESPIRITUALIDAD DEL GOBIERNO DE MAURICIO MACRI”
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Ken O’Donnell, un australiano que preside la Fundación Brahma Kumaris, fue el encargado de dictar un taller para varias dependencias del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que preside la abogada Carolina Stanley. El título del taller fue “Cómo transformar el miedo y la ira en calma interior”. La directora de la filial argentina de esta Fundación, Moira Lowe, definió a esta institución como “una universidad espiritual no partidaria”.
El Grupo Banco Nación llevó a cabo varios encuentros con Estanislao Bachrach, doctor en biología molecular y autor de libros de autoayuda, con el título “Aprendé a modificar tu cerebro para cambiar tu vida”.
Por su parte, el Instituto Superior de la Carrera (ISC), organismo que capacita a los trabajadores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, presidido por Paula Uhalde (Secretaria de Cultura Ciudadana), organiza cursos y talleres obligatorios como exigencia para avanzar dentro de la administración pública, con las siguientes temáticas: inteligencia emocional, programación neurolingüística, relajación, meditación, respiración consciente (felicidad, bienestar y armonía), yoga, canto de mantras, entre otros.
FUENTE: Diario “Tiempo Argentino” – Septiembre 24 de 2017.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Nota "EL SACRIFICIO (de los que menos tienen)". Publicada en la Revista "La Tecl@ Eñe". Buenos Aires. Septiembre 2017.
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http://www.lateclaene.com/norberto-alayn-el-sacrificio 



EL SACRIFICIO (de los que menos tienen)
Norberto Alayón
Trabajador Social. Profesor Consulto de la UBA.
Septiembre de 2017

El gobierno acaba de apelar y frenar el fallo que lo obligaba a restablecer las pensiones a personas con invalidez. La ministra de Desarrollo Social, la abogada Carolina Stanley, había prometido que iba a restituir este derecho a quienes habían padecido la suspensión o eliminación de esta prestación en 2016. En una manifestación de reclamo por este retroceso aparece la fotografía de un niño en silla de ruedas con un cartel que expresa “Macri me robaste mi derecho”. En otras épocas se enfatizaba que “los únicos privilegiados son los niños”. ¿Quiénes son los privilegiados en Argentina en este 2017?

En noviembre de 2015, el presidente Mauricio Macri prometió que se iban a construir tres mil jardines de infantes y hasta la fecha no se construyó ninguno.

En abril de 2016, Gabriela Michetti formuló una cautivante propuesta de resignación: “sepan aguantar hasta que dentro de dos, tres o cinco años podamos salir adelante”. Lo manifestó en la provincia de Tucumán, en la misma ocasión en que describió que “la droga mata a los pobres como a la gente normal”, poniendo en evidencia la densidad intelectual y política de esta destacada dirigente del PRO, que hoy es la vicepresidenta de la Nación Argentina.

Los pobres, que en la sesuda reflexión de la vicepresidenta de la Nación, no serían “gente normal”, tendrán que seguir esperando y, mientras tanto, soportar estoicamente las promesas incumplidas del gobierno actual.

Germán Fermo es un profesional argentino que tiene un doctorado en economía, obtenido en la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles, EE.UU.).  Actualmente se desempeña como Director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella y como Director de MacroFinance.  Menciona poseer  “una extensa carrera profesional en mercados financieros”. El pasado 28 de agosto escribió una columna en “El Cronista Comercial” donde manifiesta su adhesión al proceso de la Alianza PRO-UCR y  expresa que “La historia nos está poniendo en la situación de ser nada más y nada menos que la generación del “sacrificio intertemporal” que podría entregar un país mejor a la que sigue, una que se atreva a bancarse los costos del cambio, sin gozar de la mayoría de sus efectos”. Semejante propuesta, si no fuera trágica, podría ser tan hilarante e insana como la imagen del conservador farmacéutico y rabino Sergio Bergman, ministro de Medio Ambiente de Mauricio Macri, cuando se mostró recientemente disfrazado de “planta”.

En su página de MacroFinance, el 26 de agosto Germán Fermo, contestando a la crítica de un lector, escribió: “Tu problema es la miopía, aspecto muy característico en la sociedad argentina. Permitimos 70 años de exceso; solucionarlos requiere dolor y sacrificio. Paciencia; 70 años de peronismo requerirán 40 años de sacrificio para su solución”. Al parecer, la obsesión antiperonista del experto financista Fermo no le genera miopía; directamente lo enceguece y le emponzoña el pensamiento.

La propuesta del ingenioso y eufemístico “sacrificio intertemporal”, oculta maliciosamente el interrogante central que habilita esa sugerencia: ¿a cuáles sectores sociales les plantea Fermo la necesidad del “sacrificio intertemporal”? ¿El sacrificio lo va a padecer el multimillonario presidente de la Nación y sus familiares? ¿O los CEOs que conducen ministerios e importantes organismos del Estado? ¿O los miembros de la Sociedad Rural Argentina? ¿O los propietarios de los grandes medios de comunicación? Obviamente que la sugerencia del “sacrificio” no está destinada a los sectores de concentración de riqueza, sino que la despiadada y clasista propuesta está planteada para que la soporten las mayorías no privilegiadas de la población. Que el sacrificio, entonces, lo asuman y lo padezcan los sectores populares.

Esta propuesta del “sacrificio” se emparenta con lo afirmado por Carlos Melconián, economista del PRO y ex presidente del Banco Nación entre diciembre de 2015 y enero de 2017, en su célebre aforismo “el ajuste es como los ejercicios abdominales; si no duele no sirve”. La cuestión siempre es, a quién le duele.

Sobre las falsas promesas de la Alianza PRO-UCR y el negativo (aunque eficaz) impacto que producen, resulta útil recordar a Mark Twain, aquel escritor norteamericano que decía que “Es más fácil engañar a la gente, que convencerla de que ha sido engañada”. Pero acerca del sacrificio que proponen y aplican severamente a los sectores populares, hay que reconocer que son crueles, pero sinceros.


sábado, 9 de septiembre de 2017



LAS ISLAS MALVINAS FUERON, SON Y SERÁN ARGENTINAS.
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Nací en 1945, en mi casa paterna de Matheu 2133 del barrio de Parque Patricios, de la ciudad de Buenos Aires. Mis padres, obreros tabacaleros, me inscribieron en la escuela primaria (pública) “Miguel de Azcuénaga”, ubicada (hasta el día de hoy) en la calle Pichincha y Brasil.
Desde el primer grado, en las pizarras del colegio, las maestras escribían con tiza “Las Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas”.
Hoy, con enorme decepción e indignación, repudiamos profundamente que la Asociación Rural del Uruguay, que es el equivalente en el país hermano de la oligárquica Sociedad Rural Argentina (SRA), haya organizado una exposición en Montevideo habilitando un stand montado por la embajada británica, donde se difunde y propagandiza al gobierno de las “Falkland Islands”.
El gobierno argentino debería exigir inmediatamente que se corrija semejante afrenta al interés nacional.
Los usurpadores internacionales de ayer y de hoy cuentan, como siempre, con el respaldo y apoyo de los tradicionales sectores antinacionales. Pero más allá de la adversidad histórica coyuntural, les avisamos a los terratenientes uruguayos y argentinos, y a todos los anglófilos de ambas márgenes del Plata, que las ISLAS MALVINAS, como nos enseñaban nuestras maestras de delantal blanco, FUERON, SON Y SERÁN ARGENTINAS.

martes, 5 de septiembre de 2017


NOTA "LA 'GENTE BAJA' Y LAS CLASES SOCIALES" 
Publicada en el sitio del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE)
Norberto Alayón
Profesor Consulto de la UBA





Juan Cruz Varela, hermano de Florencio, fue un escritor y político argentino, instigador -junto a Salvador María del Carril- del fusilamiento de Manuel Dorrego, perpetrado por Juan Lavalle. En 1828, después de la caída del gobierno popular de Dorrego, desde Montevideo escribió los siguientes versos: “La gente baja ya no domina y a la cocina se volverá”. Fantástica y desgraciada oda antipopular, que refleja el pensamiento de muchos, de ayer y de hoy. Lo que estaba y está por supuesto también en juego en la actualidad, es la disputa por quién ejerce el poder: uno u otro sector social.

¿A quiénes se refería Juan Cruz Varela con la expresión “gente baja”?  Obvio que hacía referencia a los sectores más postergados de la sociedad. La “gente baja” no debía, no podía (según la clase social que representaba o a la que adhería Varela) abandonar la cocina y aspirar a otro tipo de reconocimientos y derechos. Fundamentalmente derechos. De eso se trata, en definitiva: derechos y bienestar sólo para algunos o derechos y bienestar para todos.

En ese sentido, Varela tuvo un atildado discípulo: Javier González Fraga, un empresario y político de la Unión Cívica Radical, actual presidente del Banco Nación del gobierno conservador de Mauricio Macri. En mayo de 2016, González Fraga cuestionó los estímulos al consumo general que había impulsado el gobierno anterior de Cristina Fernández de Kirchner con una expresión célebre, que le encantaría a Varela y que abominaría Hipólito Yrigoyen: “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”.

En síntesis, para el radical González Fraga: celulares, plasmas y viajes al exterior estaría bien para algunos sectores sociales, pero no para todos los habitantes. El duro interrogante que perdura es ¿cuánto admite y soporta de igualdad o cuánto prefiere de desigualdad la sociedad en la que vivimos?

“Gente baja” hoy día sería la población denominada o caracterizada como sectores populares o, en las expresiones más clasistas, discriminatorias y hasta racistas, los “negros”. Los “negros” de hoy son la “gente baja” del Varela de ayer. La “alta sociedad” construye, confronta, desvaloriza y reprime a la “baja sociedad”, es decir a los “negros”, a la “gente baja” de Varela.

Cuando los “negros” acceden a mejores condiciones de vida, a más derechos, a través de proyectos políticos de carácter nacional-popular o populistas se desata la ira de los Varela de ayer y de los Varela de hoy, que temen ver debilitada su posición social o bien limitados o cercenados sus privilegios. El odio que se despierta en las clases altas, en sus representantes y aún en muchos ingenuos (ilustrados o no) es de una contundencia tal que, con frecuencia, traspasa los límites del propio funcionamiento democrático y adopta modalidades autoritarias y hasta la instauración de dictaduras frontales, según los distintos momentos históricos y las particularidades de los diferentes países.

Como una obviedad, como una “verdad de Perogrullo”, hay que recordar que las clases sociales existen. Y que portan intereses diversos y hasta antagónicos. ¿Qué clases sociales estaban -además de los intereses centrales de los Imperios- detrás (y adelante) de las dictaduras de Batista en Cuba, de  Somoza en Nicaragua, de Pinochet en Chile, de Duvalier en Haití, de Stroessner en Paraguay, de Trujillo en Dominicana, de Ríos Montt en Guatemala, de Banzer en Bolivia, de Castelo Branco en Brasil, de Bordaberry  en Uruguay, de Videla en Argentina, de Fujimori en Perú, entre tantos otros casos? 

La lucha por el poder es, obviamente, consustancial del accionar de los políticos, y no sólo de los políticos sino de los seres humanos en general. De lo que se trata es de identificar básicamente la posesión y el ejercicio del poder para qué, para contener y representar qué intereses y de qué sectores sociales.

La política es una vocación y también una suerte de profesión que requiere identificar principalmente los grandes objetivos y proyectos que subyacen en los actores intervinientes. Cabrá, entonces, reconocer en primera instancia el carácter de clase de los diversos proyectos. Habrá que saber diferenciar y posicionarse, por ejemplo, entre el comportamiento presuntamente serio, impoluto y hasta “democrático” de la barbarie de las clases sociales privilegiadas y el accionar turbulento, sinuoso y hasta con importantes defecciones del campo popular y sojuzgado. Hay quienes representan o bien defienden (aún a veces sin pertenecer) a los sectores privilegiados de la sociedad, y hay quienes se inclinan hacia la defensa de las clases y sectores más desfavorecidos.

¿Los proyectos nacionales-populares de las últimas décadas en América Latina (Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay) fueron totalmente virtuosos como para que no le cupieran críticas? Desde luego que no; contuvieron contradicciones, límites, errores. Como todo proyecto requirieron y requieren, sin duda, críticas. Pero fueron y son lo significativamente virtuosos, en favor de los sectores populares, como para que aquellos que aspiren a una sociedad más igualitaria no deban dudar en posicionarse en su firme defensa.

Los errores e inconsistencias del campo popular (notorios muchas veces) deben impulsarnos por supuesto a su corrección, pero manteniendo la necesaria lucidez para evitar colaborar y fortalecer (directa o indirectamente) a las clases sociales adversas al interés de las mayorías.

Tomemos otro ejemplo, del campo de los medios de comunicación, como es el caso del diario “La Nación” en Argentina, de orientación similar a otros importantes periódicos conservadores de América Latina. “La Nación” representa notoriamente a las clases sociales más acomodadas, adversarias sistemáticas y consecuentes de los intereses de los sectores populares, y aparece como una expresión comunicacional “seria, rigurosa, independiente, fundamentada, de nivel, sin errores de redacción y de ortografía”, pero simultáneamente intenta disimular su oprobioso posicionamiento clasista y claramente antidemocrático, aunque sus pulcras formas hagan creer -a los suyos y hasta a muchos ingenuos bienpensantes “republicanos” y “progresistas”- que los guía el interés general del conjunto de la población.

Una pregunta contra fáctica, pero de muy probable fácil respuesta: en este 2017, Juan Cruz Varela, aquel “demócrata” instigador del fusilamiento de Manuel Dorrego, ¿qué proyecto apoyaría? ¿el actual del macrismo o el anterior del kirchnerismo? Y el diario “La Nación”, fundado por el general Bartolomé Mitre en 1870, que se autodenomina como “una tribuna de doctrina” ¿qué proyecto apoya en 2017?

Yo aspiro modestamente -con seguridad al igual que Juan Cruz Varela, pero en sentido opuesto- a que mi corazón y mi cerebro permanezcan impregnados de indignación y rebeldía, ante el accionar de las clases sociales contrarias a los intereses y necesidades de los sectores populares, de los sectores vulnerados en sus derechos, de los sectores humildes, de los “negros”.