“LA
ARGENTINA NO ESTÁ MUERTA”
Esta
semana estuve participando como Expositor en sendos eventos de Trabajo Social
llevados a cabo en las ciudades de Cusco y Lima, organizados por el Colegio de
Trabajadores Sociales del Perú.
Ello
me hizo rememorar mi residencia en Lima, entre 1979 y 1982, período en el cual
me desempeñé como Coordinador Académico del Centro Latinoamericano de Trabajo
Social (CELATS), organismo académico de la Asociación Latinoamericana de
Escuelas de Trabajo Social (ALAETS). Argentina, en ese momento, padecía la
dictadura cívico-militar instaurada a partir de marzo de 1976.
Además
de mi actividad profesional escribía algunas notas periodísticas y me acordé de
la que había publicado en “El Diario de Marka”, el 25 de marzo de 1981, bajo el
seudónimo de Andrés Rial, con el título “La Argentina no está muerta”.
Hoy,
en julio de 2017, la Argentina no está sometida a una dictadura cívico-militar
como la de aquella época, aunque atraviesa, desde diciembre de 2015, una
gravísima restauración conservadora, que despliega su proyecto neoliberal con claros indicios de autoritarismo, lo cual
permite asociar a la vigencia de una suerte de “democracia dictatorial” o de “dictadura
democrática”.
La
presidencia de Mauricio Macri es, sin duda, la continuidad ideológica-política de
la dictadura cívico-militar de José Alfredo Martínez de Hoz y de Jorge Rafael
Videla.
En
este marco, me permito compartir a continuación el texto de aquella nota
publicada en Lima en 1981, convencido de que -a pesar del brutal retroceso
actual- la Argentina sabrá recuperar la necesaria perspectiva nacional y
popular en pos del bienestar general.
“El
domingo 22 de marzo (de 1981) leímos el artículo del compañero Miguel Gómez. Lo
hacíamos con identificación, pero con relativa insatisfacción. Dolorosamente
cierto es su recordatorio de atrocidades, que podría completarse aún más.
Pero
nuestra insatisfacción proviene de que el artículo parece trasuntar, aunque
seguramente no ha sido ese su cometido, sólo tristeza y desesperanza ante la
derrota sufrida. La verdadera Argentina ha recibido heridas mortales en estos
últimos 5 años, pero no la han podido sepultar, no está muerta.
La
Argentina profunda, la Argentina americana y no europea, la Argentina de San
Martín, de las montoneras federales del siglo pasado, del yrigoyenismo, del
peronismo, del Che Guevara, NO ESTÁ VENCIDA.
El
pueblo trabajador, creador y genuino representante de esa Argentina está
lamiéndose sus heridas aún, pero a la vez va recuperando su palabra y su
capacidad de lucha.
Claro,
por cierto, que con modalidades de lucha cautelosas y graduales de acuerdo a
las condiciones objetivas y al propio estado de sus fuerzas.
Los
apocalípticos hijos del fascismo y del capitalismo que han usurpado el poder el
24 de marzo de 1976, quisieran quedarse “toda la vida”; pero no podrán por
mucho seguir dándole cuerda al reloj del atraso y de la dependencia.
Así
también lo quería en 1966, el oligofrénico -políticamente hablando- Juan Carlos
Onganía, que expresó sus deseos de “quedarse por 20 años”. La movilización
popular del “Cordobazo” de 1969 tiró abajo a ese pigmeo oligárquico.
Como
decía Martín Fierro “no hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte”;
y esto ya lo siente el régimen oligárquico de Martínez de Hoz, Videla y
Harguindeguy y ahora el “nuevo” Viola, que van abriendo compuertas intentando
relativizar la fuerza creciente de la oposición. Lentamente las fuerzas
sociales y políticas del país salen del letargo impuesto por el terror y el
asesinato y van reconstituyendo inexorablemente su capacidad de expresión y de
lucha.
El
grupo delirante que se apoderó del poder se propuso abolir medio siglo de
crecimiento interno y retrotraernos a las épocas de las vacas gordas y nos
peones flacos. La contrarrevolución avanzó muchísimo, pero no podrá continuar
haciéndolo por mucho más.
En
los próximos días el nefasto dictador Videla, jefe nominal del proyecto
oligárquico, cederá su puesto en la Casa Rosada y con él se alejarán Martínez
de Hoz y Harguindeguy. Es lo único bueno que puede esperarse de este trío
cipayo, que encabezó la delincuencia política y económica que padece la
Argentina.
Viola,
el sucesor elegido “democráticamente” por sólo tres personas (la Junta Militar)
en “representación” de 28 millones de argentinos, pretende la continuidad de un
régimen fundado en el desprecio a la voluntad popular, en el feroz
autoritarismo, en la destrucción de la cultura, en el arrasamiento de la
economía, en el hambre, y en el desempleo generalizado. La oligarquía nativa,
ociosa y parasitaria, servidora idónea del imperialismo, aspira un país donde
impere “la paz de los cementerios”, como garantía para preservar sus infames
privilegios.
Pero
la clase trabajadora argentina y el pueblo en su conjunto no están resignados,
sino que se están reponiendo de los golpes recibidos. Demostrativo de ello es
la creciente actividad de los partidos políticos, a pesar de estar prohibido su
funcionamiento. Grupos de sindicalistas, empresarios, sectores de la Iglesia,
intelectuales, agrupaciones feministas, etc. van desarrollando múltiples
expresiones de enfrentamiento y resistencia al proyecto antinacional.
Los
argentinos se están recobrando de las severas heridas y van aumentando las manifestaciones
de oposición, en concordancia -claro está- con las rígidas medidas de control
que aún imperan en el país. Recordemos que a pesar del decreto que la disolvió
y confiscó sus bienes y de la nueva ley de Asociaciones Profesionales, la
Confederación General del Trabajo (CGT) ha vuelto a constituirse. La represión
y las maniobras divisionistas del gobierno, no han podido neutralizar la
voluntad de lucha del movimiento obrero argentino.
Cuando
el pueblo logre recuperarse cabalmente de dichas heridas, toda la fuerza de
este gobierno, que pretende marchar a contrapelo de la historia, desaparecerá.
Cesará
también, por supuesto, la exportación de asesinos y mercenarios a países
hermanos. Y estarán prestos los contingentes de argentinos para continuar la
gesta sanmartiniana inconclusa, derrotar al enemigo en un segundo y definitivo
Ayacucho y abrir el camino para la constitución última de los Estados Unidos
Socialistas de América Latina.”
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