NOTA DE RESPUESTA AL PROFESOR EMILIO DE ÍPOLA, publicada el 26/8/2013 en la Revista "La Tecl@ Eñe" de Buenos Aires, bajo el título "De 'progresistas', sapos y dinosaurios". Prof. Norberto Alayón
DE “PROGRESISTAS”, SAPOS Y DINOSAURIOS
Estimado Emilio:
Por intermedio de la Revista “La Tecla
Eñe ” y de la respuesta de Horacio González, he tomado
contacto con tu nota “Triste Argentina” publicada en el diario “Perfil”. Debo comentarte que no leo asiduamente
“Perfil”; mi sabio médico personal Nelson Castro me prohíbe hacerlo. Y acepto la
prohibición del Castro “argentino”, porque leer “Perfil” requiere de un muy
buen estómago, excepto que uno se sienta contenido y/o coincidente con los
propósitos de ese medio.
Aunque no somos puntualmente amigos, pero sí compañeros de
trabajo en la Facultad ,
me sentí en alguna medida interpelado por tu interrogación final y, en
consecuencia, fraternalmente me permito hacer algún comentario.
En principio, quiero referirme al título de tu nota, aunque
no sé si lo pusiste vos o es responsabilidad del diario. ¿Por qué decís “Triste
Argentina”? Este no es un período
“triste” de la Argentina. Este
es un período de auge a pesar de las limitaciones (nacionales e internacionales)
y, en ese sentido, es más esperanzador y precisamente por eso requiere ser
apoyado, para afirmar lo logrado y tratar de avanzar en todo lo que falta. Este
es un período complejo, contradictorio, de confrontación directa de propuestas,
como no puede ser de otra manera en los procesos políticos y sociales.
¿Qué tiene de triste este momento de Argentina y del proceso
iniciado en 2003? ¿Que podría ser mejor,
mucho mejor?, ¡chocolate por la noticia! Triste fue la dictadura cívico-militar
del 76 apoyada activamente por muchos de los opositores de hoy y por varios de los
medios de comunicación que hoy siguen operando tan activamente en contra del
gobierno, en representación objetiva de los intereses más conservadores y
reaccionarios. Si “La Nación ”,
y “Clarín”, y la
Sociedad Rural Argentina, y los Grondona de diversa índole e
intensidad están posicionados férreamente en contra del gobierno actual,
seguramente es por los aciertos del gobierno y no por sus debilidades. Y ello
debería facilitarnos a los “progresistas” el saber identificar con elemental
lucidez en qué vereda tenemos que situarnos. No es nuevo que la derecha y
cierta izquierda, tanto en Argentina como en Latinoamérica, hayan actuado y
actúen en contra de los gobiernos nacional-populares.
Triste fue el menemismo con la enajenación brutal de la
soberanía y el patrimonio nacional y la terrible pérdida de los derechos
sociales más elementales. Triste fue el “aburrido” De la Rúa , por su esterilidad y
complicidad continuista. Pero ninguna de esas tristezas pueden ser leídas e
interpretadas a partir de las eventuales características personales o
psicológicas de los actores. Lo que vale es el impacto concreto de cada
proyecto, independientemente de las particularidades y caracterología de sus
gestores. Un Videla menos adusto, un Menem menos frívolo, un De la Rúa más alegre, ¿hubiera
cambiado el sentido de sus proyectos políticos?
Lo que le molesta a los sectores antipopulares (de adentro y
de afuera del país) no es el tono, la enjundia, los calificativos que pueda
utilizar la Presidenta. Estos
sectores suelen ser más pragmáticos: lo que verdaderamente les preocupa son las
medidas que se tomen en contra de sus intereses y privilegios, pero aprovechan
-colocándose en el papel de víctimas- las adjetivaciones de las cuales son
objeto como si eso fuera lo principal. Son lúcidamente hipócritas. Hacen como
el periodista/showman Jorge Lanata (muy visto y reconocido también por
delicados intelectuales) que aparenta candidez y pudor, enarbolando al mismo
tiempo un muy educado y edificante “fuckiu”.
No propongo, por supuesto, obviar ni cercenar las críticas,
pero hay que tener muy en claro que una cosa es criticar para avanzar y
profundizar y otra -muy distinta- criticar para retroceder. ¿Quién puede creer
que La Nación ,
Clarín, Perfil, la Sociedad Rural ,
Grondona, critican para avanzar? Muchos intelectuales de izquierda, bien
intencionados, terminan de hecho colaborando con la prédica y finalmente con
las acciones de los sectores más antipopulares. El ejemplo de la Unión Democrática de 1945, con la Alianza de los partidos
Unión Cívica Radical, Socialista, Comunista y Demócrata Progresista, fue
patético.
No es necesario ser demasiado perspicaz para entender que si
el proyecto actual (aun con sus limitaciones) fracasara, el proyecto que lo
sucederá estará más a la derecha y no más a la izquierda. ¿Qué fuerza política
de hoy día puede superar la perspectiva del gobierno actual? Por ejemplo,
¿Binner, que dijo que hubiera votado al empresario pro-imperialista Capriles de
haber sido venezolano? Binner, como tantos otros “bienpensantes”, hubiera
estado en 1945 en la primera fila de la argamasa antipopular.
Existe, por cierto, una responsabilidad moral e intelectual,
de la cual deberán hacerse cargo, en aquellos que contribuyen al debilitamiento
de los proyectos populares, haciéndole el juego -aun impensadamente- a los
sectores más reaccionarios de la sociedad.
Respecto a tu último párrafo sobre los “progresistas” y los
“sapos”: ser “progresista” en abstracto resulta una categoría fantástica por lo
presuntamente impoluta. Ser “progresista” en concreto implica tener los pies sobre
la vida real que es un poco más desprolija que el limbo. Los “socialistas”, los
“comunistas”, los “marxistas” generalmente tuvieron dificultades para
comprender la progresividad histórica de los movimientos nacionales y populares
en los países semi-coloniales como los nuestros. Para todo progresista cierto
en Argentina, será saludable -aun con críticas- apoyar a este proceso.
En cuanto a los sapos: ¿en qué proceso político, en qué
época, en qué país del mundo, no hubo o no hay que “tragar sapos”? Por ejemplo, durante el gobierno de Raúl
Alfonsín, ¿qué tamaño de sapo tuvimos que tragar cuando promulgó las Leyes de
Punto Final y de Obediencia Debida?
Estimado Emilio: estoy seguro, lamentablemente, que si llegara
a avanzar y triunfar alguno de los otros proyectos principales que están en las
gateras, ya no vas a tener que tragar sapos; vas a tener que tragar (y también
yo) dinosaurios. Pero además me preocupa que los dinosaurios más grandes y
putrefactos se los van a tener que tragar, no vos ni yo, sino los sectores
sociales históricamente más castigados.
Te mando un saludo cordial,
Norberto Alayón
Trabajador Social. Profesor Titular-Facultad de Ciencias
Sociales (UBA)
Buenos Aires, agosto 26 de 2013.
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