ADJUNTO
NOTA “LOS CHICOS Y LAS ARMAS”. Se agradece compartir.
Revisando
viejos papeles me encontré con una columna de opinión que me publicaron en el
diario “Página 12” de Buenos Aires, el 12 de octubre de 1996 (durante el
gobierno de Carlos Saúl Menem), con el título “LOS CHICOS Y LAS ARMAS”.
Y
ello me condujo a recordar una oprobiosa expresión de ESTEBAN JOSÉ BULLRICH
ALVEAR que dijo, el 8 de agosto de 2017, refiriéndose al gobierno macrista: “El camino que hemos emprendido todos los
días tiene un metro más de asfalto, una sala más, un pibe más que está preso”.
Mintió con lo del asfalto y lo de las salas, pero fue amoral y crudamente
sincero acerca de los pibes presos.
Lo
manifestó, en compañía de la gobernadora bonaerense de entonces María Eugenia
Vidal, como un orgullo de la gestión del presidente Mauricio Macri y de la
propia gobernadora, festejando de hecho la criminalización de niños en
situaciones de vulnerabilidad.
Ese
fue el vergonzoso “logro” punitivo del gobierno de Macri y de María Eugenia
Vidal y fue la “solución” que la Alianza PRO-Cambiemos proponía e implementaba
para los niños que el proyecto neoliberal arrojaba a la pobreza y a la posible captación
de los mismos por parte de diversos grupos delincuenciales.
Bullrich
Alvear, nacido en 1969, padre de 7 hijos, ferviente católico, es licenciado en
Sistemas de la universidad privada CAECE. Mencionado como miembro del Opus Dei,
fue diputado nacional, candidato a vicepresidente acompañando en la fórmula al economista
neoliberal Ricardo López Murphy en el 2007, ministro de Desarrollo Social y
luego de Educación de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires entre 2007 y 2015. Del 10/12/2015 al 17/7/2017,
este mentor de la violencia hacia los niños, fue el ministro de Educación de la
Nación designado por el presidente Macri.
En
lo familiar, es sobrino segundo de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, ex
ministra de Seguridad de la Nación de Macri y ex ministra de Trabajo del
radical Fernando de la Rúa. Desde el 10 de diciembre de 2017 es senador
nacional por la provincia de Buenos Aires, en representación de
Cambiemos/Juntos por el Cambio, cargo que continúa desempeñando en la
actualidad.
REPRODUZCO A CONTINUACIÓN LA
COLUMNA DE OPINIÓN “LOS CHICOS Y LAS
ARMAS”, de octubre de 1996, estimando que -a pesar del tiempo transcurrido-
puede llegar a contribuir a la necesaria reflexión sobre la temática de la
infancia y la adolescencia.
“Días atrás se llevó a cabo
en Buenos Aires una Feria Internacional de Exposición de Armas.
Ante tan “simpático” hecho
nos preguntamos: ¿cuál es la función social del mercado tan endiosado
últimamente? ¿Es lo mismo vender comida para alimentarse, medicinas para
curarse, libros para educarse, que armas para matarse?
Junto a la profunda
violencia del desempleo, de los salarios insuficientes, de las familias
pauperizadas, de los niños y adolescentes sin escolaridad, de la desnutrición y
la mortalidad infantil, de las viviendas insuficientes, de los niños de y en la
calle, del tráfico y venta de niños, ¿debe nuestra sociedad aceptar pasivamente
esta otra violencia de la difusión y propagandización de armas de todo tipo?
A los niños y adolescentes
pobres, en particular, les resulta hoy en día más fácil acceder a un arma que a
un juguete. Para construir una sociedad equitativa y feliz, los niños y los
adolescentes necesitan una familia, afecto, alimentación, salud, educación,
vivienda, recreación, libertad y no más armas para profundizar la violencia
instaurada.
Cabe que nos interpelemos
acerca de qué tipo de sociedad estamos construyendo para que luego cuando
estemos frente a la desgracia de que un niño o un adolescente mate a otra
persona, no salgamos despavoridos a buscar razones biológicas o genéticas en
los “niños asesinos”, a tratar de penalizarlos más severamente o a intentar
bajar la edad de imputabilidad para esos delitos.
La delincuencia y los
delitos se construyen socialmente y luego, sólo en el eslabón más débil de la
cadena, se aplican los castigos individuales, como una mágica creencia de haber
solucionado el mal o para aliviar nuestra conciencia por lo que no hicimos
oportunamente para prevenir.
Los adolescentes y los niños
expresan y reconstruyen, con sus comportamientos, las características de la
sociedad en la que viven. Las sociedades que asumen modelos político-económicos
con un gran componente de violencia estructural (como la pobreza, por ejemplo) y
que además se “dan el lujo” de admitir la amplia difusión comercial de instrumentos
de destrucción (como son las armas) terminan cosechando lo que siembran.”