Adjunto Nota “RECLAMAR ES
UN DEBER CIUDADANO”.
Se agradece compartir.
Norberto Alayón. Trabajador
Social. Profesor Consulto de la UBA
Patricia Erazo es una mujer
humilde, responsable de un comedor en Escobar (provincia de Buenos Aires) que
tiene en el lugar un cartel del Ministerio de Bienestar Social y que suele
participar en actos de campaña de la Alianza Cambiemos del presidente Macri.
Pareciera registrar un perfil similar al de Margarita Barrientos en la Capital
Federal.
En ocasiones anteriores ya había
recibido, de parte de la gobernadora María Eugenia Vidal y del ex subsecretario
de Juventud Peter Robledo, visitas previamente armadas con la apariencia
ficcional de que los funcionarios se presentaban al azar y de sorpresa. Luego
se filmaba, editaban y difundían los videos para hacer propaganda y para que la
población creyera en la fresca actitud de acompañamiento solidario y bondadoso
de las autoridades del gobierno macrista.
Días pasados repitieron
impunemente este ejercicio de engaño y manipulación con el objetivo de lograr
credibilidad y aparentar sensibilidad con los sectores más postergados de la
sociedad que padecen esa situación precisamente por la vigencia de las crueles
políticas neoliberales de exclusión que despliegan sin fisuras Macri y Vidal.
Patricia, consciente o
inconscientemente del engaño al cual está impúdicamente sometida, colabora en
la difusión de un perverso mensaje destinado al convencimiento de otras
personas para aceptar sus carencias como una realidad necesaria e inmodificable
en aras de un eventual futuro mejor, de una creencia esperanzada de supuestos
logros por venir.
Por ejemplo, la mujer
“sorprendida” por la “espontánea” visita de la poderosa gobernadora llega a
expresar: “Hace cuatro años que vivo en un país realista… ahora sí puedo decir
que hace cuatro años que vivo en la realidad, que me están diciendo la verdad”
(o sea, ahora sí sufro, como me corresponde sufrir). A Vidal le dice “Yo creo
en ustedes, creo ciegamente”, aunque a continuación agrega “mis hijos salen a
buscar laburo y no tienen” (lo que correspondería al país realista al que
adhiere, acaso inocentemente).
Patricia afirma que va a votar a
Cambiemos y destaca como metas no muy ambiciosas “Ustedes van a lograr que mis
nietos vayan al colegio, que no se preocupen por el desayuno”. Al finalizar,
Vidal toma de la mano a la mujer y le dice: “Vos decís que crees en mí; yo creo
que por gente como vos vamos a salir” (en rigor los que salen beneficiados son
los bancos, los ricos, los especuladores).
Además de la miserabilidad
política, que debilita aún más el muy precario funcionamiento democrático del
actual gobierno de Macri, estas prácticas fortalecen la manipulación de las
propias víctimas del sistema, no por supuesto para mejorar sus condiciones de vida
y ampliar y garantizar derechos, sino para hacer aceptable y perpetuar
descarnadamente las condiciones de exclusión y discriminación que caracterizan
a las sociedades neoliberales donde “algunos pocos tienen mucho y muchos tienen
poco”.
Permiten reforzar, también, los
estados de resignación entre los pobres y el convencimiento de que solo deben
quedar a la espera pasiva de lo que quieran “repartirles” los gobernantes,
hacia un falso futuro promisorio que nunca verán.
Como uno de los precursores de la
ampliada barbarie actual, el presidente Carlos Menem en 1990 arengó a los ex
habitantes del Albergue Warnes de Capital Federal, diciéndoles: “Ustedes son
los que más sufren y los que menos reclaman. Y así se puede gobernar,
realmente”.
Tal vez, la mejor enseñanza que
pueda dejar este insano proceder de Macri, Vidal y sus seguidores de Cambiemos
será entender que “reclamar” activa y permanentemente por más derechos y
más igualdad no debe ser entendido sólo como un derecho de la gente, sino
fundamentalmente como un deber de la ciudadanía.