jueves, 15 de marzo de 2018



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jueves, 8 de marzo de 2018



Nota ¿POR QUÉ LO INSULTAN A MACRI?, publicada en la Revista “La Tecl@ Eñe”. Buenos Aires. Marzo 7 de 2018.
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¿Qué significado se le puede atribuir a los insultos reiterados que viene recibiendo el presidente Macri en la actualidad y que se viralizan y se incrementan en ámbitos y circunstancias muy diversas? He escuchado el cántico tarareado y silbado en colectivos de transporte público, por jóvenes y no tan jóvenes.

¿Se trata de algo obsceno, agraviante, que afecta la investidura presidencial? ¿De un accionar insustancial, simplemente chistoso? ¿De un estado de ánimo exasperado por las medidas de un gobierno antipopular?

Aunque la expresión “MMLPQTP” aparece literalmente como contundente, no se refiere -por supuesto- a la madre del presidente. Se refiere, en la jerga corriente, al presidente y a su gobierno.

Algunos sectores adictos al gobierno aparentan escandalizarse, quieren prohibir o sancionar los cánticos, intentando negar el sentido simbólico de la expresión, criticando el lenguaje soez empleado. Pero resulta que se trata del lenguaje cotidiano que se utiliza mayoritariamente en la sociedad.

En la reciente inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, la propia vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, le dijo al titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó: “Ayudame, boludo; no me dan pelota”. No le dijo zonzo, necio o estúpido. En Chile, un sinónimo de boludo es “huevón”. Bolas, pelotas, huevos se refieren también a ciertos atributos masculinos. ¿Michetti lo agredió, lo insultó groseramente a Monzó? ¿Habrá asociado a Monzó como poseedor de una hipertrofia puntual en su anatomía o sufriente de varicocele?

¿Qué será entonces lo agresivo, lo obsceno, lo insultante? Recuerdo haber visto, en el año 2009, una pintada en un muro del centro de la ciudad de Victoria (Entre Ríos), dirigida a la presidenta de la Nación en ejercicio. Decía, “Cristina: No te vayas con Chávez. Andate con Chuda”. Todo un delicado adjetivo, que hombres y mujeres le adjudicaban (también el de “yegua” y otros) -por medio de radios,  televisión y algún diario- a Fernández de Kirchner.

O bien otras expresiones muy agresivas y mucho más peligrosas, aunque sin emplear las llamadas “malas palabras”, como aquellas de Mauricio Macri del 2010, siendo Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuando propuso “tirar por la ventana a Néstor Kirchner”. O la del monseñor Antonio Baseotto, obispo castrense, en el 2005, que decía que el ministro de Salud Ginés González García merecía que “le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”, lo que no es un simple insulto o agresión, ya que tiene antecedentes concretos y muy cercanos en nuestro país.

Los cánticos críticos hacia el presidente hacen evidente el estado de exasperación, de rabia, de catarsis, de impotencia ante las oprobiosas medidas que viene adoptando el gobierno en claro perjuicio de los sectores medios y bajos de la población y -en espejo opuesto- en ominoso beneficio de los sectores más ricos de la sociedad.

Oficialistas y opositores saben de sobra que el gobierno miente, en forma sistemática e impune, con malicia y frivolidad, socavando hasta la esencia misma del necesario funcionamiento democrático.

Lo verdaderamente obsceno, lo ciertamente grave e insultante, no son los cánticos, más allá del lenguaje empleado. Lo inmoral es el proyecto de degradación nacional, con consecuencias actuales y futuras, que representa y despliega impiadosamente el partido PRO y su Alianza Cambiemos.

Muchos miembros del gobierno y sus aliados expresan ante esta reacción popular una vacía e hipócrita moralina. Se hacen los ofendidos o pretenden victimizarse, se desgarran las vestiduras, ante ciertos epítetos que ellos mismos utilizan corrientemente. Como seguramente los emplearán, a diario, los sectores de la elite económica que estudian o estudiaron en suntuosos colegios privados.

En el año 2014, Mauricio Macri (hoy insultado por las políticas que pone en práctica), en una especie de alarde de galán gracioso y de machismo explícito, lindante con el incentivo al acoso de género, dijo que “a todas las mujeres les gusta que le digan qué lindo culo que tenés”. No apeló siquiera a algún vocablo refinado o eufemístico.

A lo mejor, en este combo perverso y simultáneo de medidas antipopulares y de mentiras sistemáticas que despliega el gobierno, a algunos les termine gustando que la gente le diga, le grite, le cante lo que se merecen.

Norberto Alayón
Trabajador Social. Profesor Consulto de la UBA.